El comportamiento y las prestaciones que ofrece el propulsor se lleva el mayor protagonismo de la prueba. Está mecánica tiene seis cilindros colocados de manera opuesta (bóxer) y una cilindrada de tres litros. A pesar de ser atmosférico, se aprecia un efecto turbo a partir de las 3.000 rpm. Sin embargo, no es el compresor, que no lleva, sino el efecto de la distribución variable, que permite lograr mejores prestaciones.
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Este fenómeno está controlado por dos sistemas: el de control variable de apertura de las válvulas en admisión y el de control variable de tiempo de apertura de las válvulas. Ambos dispositivos están destinados a aumentar la eficacia de la admisión y, con ello, a incrementar la respuesta del motor a altas vueltas, mejorar el consumo de combustible y reducir las emisiones contaminantes. Pero… tanto control y tantos sistemas, ¿cómo se traducen en el rendimiento de la mecánica y, lo que es más importante, en el confort de conducción? Pues se traducen en un motor muy prestacional, que ofrece ya desde bajas vueltas una importante cifra de par motor y un no menos desdeñable dato de potencia. Sin embargo, lo mejor de esta mecánica lo encontramos a medio y alto régimen –a partir de las 3.000 rpm, que es precisamente el momento en el que se activan los mencionados sistemas de gestión de la distribución-. El potente motor está asociado a una transmisión manual de seis velocidades, precisamente la misma que se monta en el Impreza WRX Sti y que resulta una delicia. El sonido, el ajuste, la precisión y los cortísimos recorridos son 100 por 100 rácing. El manejo se nos antoja agradable y, gracias a unos cortos desarrollos, apuramos y exprimimos lo mejor del propulsor desde bajo régimen.No todo es mecánica y transmisión. Para conseguir el “feeling" deportivo de este Legacy, los responsables de Subaru han prestado atención a detalles tan importantes como la dirección (precisa, rápida y con pocas vueltas de volante, pero amplio diámetro de giro); las suspensiones firmes, muy duras incluso, pero contundentes; y los frenos potentes, de una eficacia brutal (ventilados delante y macizos detrás). Tomemos cada uno de estos aspectos, añadamos las cualidades del motor y la caja de cambios y obtendremos toda una berlina deportiva, con una apariencia exterior e interior que no nos lo indica para nada. Con unas suspensiones firmes, unos neumáticos sobredimensionados, unos frenos eficaces, una dirección muy precisa y un chasis que se adapta a cualquier situación, sólo necesitábamos que este conjunto fuera coronado por una tracción integral. Y el caso es que es así: el Legacy Spec-B monta la tracción symmetrical all-wheel drive (tracción integral permanente de configuración simétrica), con una distribución variable de par 60 (delante)/40 (detrás). El 60/40 indica la distribución de par prevista “por defecto": dependiendo de las circunstancias, se redistribuye de la mejor manera para asegurar la dinámica y la seguridad del conjunto.Todos estos ingredientes, para sustentar la afirmación de que el comportamiento dinámico de este Legacy es uno de los más brillantes del mercado. La amplia batalla, el ancho de vías suficiente y un reparto de pesos equilibrado (58 por ciento delante y 42 por ciento detrás) contribuyen a que obtengamos un rápido y seguro paso por curva y a que podemos atravesar zonas de curvas enlazadas, abiertas o cerradas, con un alto grado de tranquilidad –y de diversión al volante por qué no decirlo-. Y no sólo en trazados enrevesados disfrutamos de “nuestro" Legacy: en largos recorridos por autovías y a pesar de que las suspensiones son firmes, no se compromete en demasía el confort de los ocupantes.