Subaru Impreza WRX Turbo

La nueva generación del Impreza mantiene el marcado espíritu deportivo del anterior modelo, al que añade una imagen exterior actualizada, mayor refinamiento mecánico y, sobre todo, superior comodidad de marcha.

Subaru Impreza WRX Turbo
Subaru Impreza WRX Turbo

También en el interior hay novedades. Permanece el diseño sobrio y clásico habitual en los modelos japoneses, aunque en este caso, la pincelada de color se encuentra en el remate de la consola central, en los aireadores y en el contorno de los relojes del cuadro de instrumentos que, junto al volante Momo de grandes dimensiones y los pedales de aluminio, ayudan a crear un ambiente más deportivo. Sin embargo, la instrumentación sigue siendo escasa para un modelo de estas características, ya que se limita a velocímetro, tacómetro e indicadores de temperatura del circuito de refrigeración y de nivel de combustible. La posición al volante es buena, en parte, gracias a la mejor situación del asiento delantero y al aumento de la regulación del volante -sólo ajustable en altura-, y a los asientos, que no son baquets, pero proporcionan buena sujeción lateral del cuerpo y sólo en virajes muy pronunciados a ritmo vivo hay que ayudarse con las rodillas para mantener la compostura. Por su parte, las plazas posteriores siguen siendo bastante justas -aunque se han ganado unos milímetros para las piernas- y no cuentan con reposacabezas ni con respaldos abatibles. A su favor juega un maletero que ofrece suficiente capacidad de carga para una utilización familiar, con más de 400 litros en su interior. Los Subaru siguen presentando dos particularidades características que los diferencian por completo del resto de modelos de la competencia: por una parte, la transmisión integral permanente, que en este caso se ve completada por un diferencial central viscoso de deslizamiento limitado y otro trasero autoblocante, que asegura la máxima capacidad de tracción en cualquier situación. En condiciones normales el reparto del par es de un 50 por ciento a cada eje, variando éste en función de las necesidades para mejorar la motricidad. La segunda peculiaridad de Subaru es la disposición y configuración de los motores: delantero longitudinal de cuatro cilindros opuestos, lo que permite un bloque de menor altura, que contribuye a rebajar el centro de gravedad y facilita un diseño de carrocería más aerodinámico. En este caso, motor y cambio son los mismos de la anterior edición, con ligeras modificaciones que permiten aumentar el par a menor régimen, disminuir el nivel de emisiones contaminantes y mejorar la entrega de potencia. Teóricamente no hay variaciones en la cifra de potencia, aunque sí en la forma de entregarla. La realidad es que ha perdido algo de "genio" respecto al anterior; el motor se muestra voluntarioso desde poco más de 2.500 rpm y es en la franja de las 4.000 donde se encuentra más a gusto. Sube de vueltas con facilidad de forma progresiva, las marchas se engranan con rapidez y hasta que no llegan las curvas no es fácil apreciar la velocidad a la que se llega, incluso a la que se puede pasar por ellas. Motor y cambio son los mismos de la anterior edición, con ligeras modificaciones que permiten aumentar el par a menor régimen, disminuir el nivel de emisiones contaminantes y mejorar la entrega de potencia. Teóricamente no hay variaciones en la cifra de potencia, aunque sí en la forma de entregarla. La realidad es que ha perdido algo de "genio" respecto al anterior.La transmisión a las cuatro ruedas asegura una motricidad excelente y sólo en horquillas o en curvas muy cerradas muestra la lógica tendencia a irse de morro. Tras un recorrido por zonas viradas es más perceptible el aumento del ritmo cardiaco y la temperatura corporal del conductor que la sensación de velocidad que transmite el coche. La dirección permite dibujar la trayectoria deseada sin complicaciones y únicamente un volante -excesivamente grande para deshacer "enredos"- puede dificultar la conducción cuando se quiere extraer todo el potencial del coche. Las suspensiones, que han sido modificadas en esta nueva edición con unos tarados algo más suaves y progresivos, otorgan un comportamiento intachable sin que se acusen fuertes sacudidas en el interior. Los frenos, que han aumentado su diámetro y han recibido discos ventilados detrás permiten detener el coche en pocos metros, pero el tacto del pedal es algo esponjoso y ofrece mucha resistencia en su tramo final, lo que obliga literalmente a subirse encima de él cuando se usa intensivamente. En definitiva, se trata de un modelo exclusivo, diferente, mucho más cómodo y racional que su antecesor -y de lo que en principio pueda parecer-, si bien no ha sido orientado al placer de viajar, sino al placer de conducir. Está equipado con los elementos que hoy pueden considerarse imprescindibles en cualquier vehículo, aunque eso sí, su precio resulta bastante elevado.