Seat Toledo 2.0 FSI Sport-up

Más grande, más aparatoso, más pesado y más... raro. La tercera generación del Toledo amplifica las líneas, virtudes y defectos del Altea y, como ocurre en éste, se queda a caballo entre una berlina y un monovolumen.

Seat Toledo 2.0 FSI Sport-up
Seat Toledo 2.0 FSI Sport-up
No hace mucho que probamos el Altea con motor 2.0 FSI, que nos causó una grata impresión. Ahora volvemos a encontrarnos con esta mecánica en el Toledo, el segundo vehículo que recoge los nuevos rasgos impresos por Seat en sus coches.Vamos a dejar aparte la cuestión de si éstas líneas son acertadas o no, ya que parece haber una opinión muy extendida: mientras que el “look" del concept-car Salsa se ha adaptado con acierto al Altea y, recientemente, al León, el tercer volumen del Toledo hace que el conjunto parezca “bastante raro", en palabras de los más diplomáticos.De lo que no cabe duda es de su utilidad y de las posibilidades que ofrece este modelo a aquellos que buscan una alternativa a los monovolúmenes tradicionales. Sin caer en las maneras algo “sosas" de otros “familiares", este Seat ofrece espacio, un comportamiento más que correcto y un motor de gasolina al que merece la pena echar un vistazo.
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Se trata del 2.0 FSI que el grupo Volkswagen (propietario de la marca afincada en Barcelona) ha incluido en el León, el Altea, el Skoda Octavia, el Audi A3 y el Volkswagen Golf. Su potencia es de 150 CV y su par máximo, de 20,4 mkg a 3.500 rpm. Suave y progresivo, comenzará a ganar fuerza en cuanto lo demandemos, por lo que no será difícil alcanzar ritmos muy altos. Cuanto más arriba llevemos la aguja en el cuentarrevoluciones, mejor “respirará" la mecánica, aunque a la rumorosidad del propulsor, algo elevada, habrá que sumar los ruidos aerodinámicos. Éstos aparecen a partir de los 130-150 km/h y son bastante molestos.Aunque Seat ha cuidado mucho los detalles que pueden influir en el coeficiente de penetración del vehículo (un ejemplo de ello son los limpiaparabrisas escondidos en los montantes laterales de la luna), las formas de la carrocería no son las más apropiadas para evitar susurros y rumores. Sus volúmenes abultados y su amplio frontal, además, tienen otra contrapartida, ya que afecta negativamente en el gasto de carburante. Ya hemos indicado en otras ocasiones que la pretendida reducción de consumo que ofrecen los motores FSI (Inyección Estratificada de Combustible, en sus siglas en inglés) no es tal. En el Toledo hemos tenido la ocasión de volver a comprobarlo, ya que, dejándonos llevar por la viveza del propulsor, el ritmo será cada vez más alto, pero el gasto de carburante, también. Según las mediciones de nuestro Centro Técnico, el consumo medio llega a los 9,2 litros cada 100 kilómetros.Ante estas cifras, resulta inevitable pensar hasta qué punto merece la pena esta mecánica, si tenemos en cuenta lo que ofrece su “hermana" TDI. El propulsor Diesel sale ganando en aceleración, recuperaciones y adelantamientos, gracias a la “patada" del turbo. Aunque oficialmente ofrece 140 CV, el banco de rodillos revela casi 20 CV más. Además, su consumo es más contenido, si bien en este apartado entra en juego el elevado precio del gasóleo. No debemos considerar el número de kilómetros que hay que recorrer para amortizar el precio de un motor u otro, ya que el Toledo 2.0 TDI apenas cuesta 260 euros más que el equivalente de gasolina. Sin embargo, sí hay que sopesar el refinamiento y la suavidad del propulsor protagonista de nuestra prueba, en el que los saltos bruscos de potencia no existen.