A la hora de juzgar el comportamiento del coche, es inevitable dedicar un apartado al chasis, quizá el componente más destacado del nuevo León. Como se sabe, el bastidor que utiliza este modelo es el mismo que estrenara en su día el Tourán (si bien en aquel caso era más largo), y es también el mismo que lucen Golf, Golf Plus, Audi A3 y Seat Altea y Toledo, entre otros.Es una plataforma que, gracias a sus generosas dimensiones, ofrece una pisada amplia y serena, un trabajo magnífico al que contribuye el tren trasero con suspensión multibrazo, una innovación que ha dado un extra de estabilidad a los coches compactos del grupo Volkswagen.El eje delantero conserva el esquema independiente de tipo McPherson, aunque se ha montado un nuevo subchasis de aluminio (el anterior era de chapa) que incrementa la rigidez del conjunto y la capacidad de retención. La distancia desde el anclaje hasta el centro de la rueda ha disminuido, lo que contribuye también a aumentar la agilidad.
Por su parte, en el tren posterior, se ha superado ya la veterana arquitectura de eje torsional. Ahora se emplea un esquema independiente Multilink de cuatro brazos que mejora el trabajo de la suspensión y sujeta más la carrocería.
Además, Seat ofrece la posibilidad de montar una suspensión deportiva que endurece los tarados de muelles y amortiguadores. Es parte del concepto “Chasis Ágil", una especie de particular puesta a punto de los bastidores que hace Seat desde un tiempo a esta parte. En este retoque final, los de Martorell revisan y afinan la dirección, los frenos, los pedales, el depósito de combustible y, claro, la suspensión. Sin embargo, en esta ocasión hemos preferido utilizar la suspensión normal que, como veremos, aumenta el grado de comodidad sin que se note la pérdida en dinamismo.
Y es que el León, sobre todas las cosas, es un coche con un marcado carácter deportivo y, al tiempo, un vehículo seguro, estable y noble como pocos.
Al volante, todo esta evolución técnica se traduce en una magnífica disposición a la hora de rodar. En carreteras en buen estado, el León muestra un paso de auténtica berlina: aplomado, rápido, cómodo… Aquí se aprecia mejor el incremento en confort que supone la suspensión normal, pues se filtran sin problemas las irregularidades y los pasajeros no sufren el estado del asfalto. Cuando el trazado se hace más difícil, el bastidor muestra sus mejores virtudes. El coche entra en las curvas con una tranquilidad enorme y, lo mejor, las traza como si no tuviera que girar para hacerlo. Incluso con estas ruedas que lleva, 205/55 R16, se agarra al suelo de una forma tal que coloca el límite de adherencia altísimo. Tanto es así que, para encontrar algún atisbo de subviraje, hay que forzar muchísimo la situación y casi provocarlo. Por supuesto, esto sólo se producirá si desconectamos el ESP (opcional). Con él conectado, ninguno de los dos ejes mostrará la más mínima querencia que no se ajuste a lo indicado en la dirección. El aplomo y los apoyos seguros están garantizados. Seat ha realizado modificaciones en el ESP que equipa el León. Este dispositivo (de serie en las dos versiones más altas de la gama, Stylance y Sport-Up y opcional en este Reference) ya cuenta con bloqueo electrónico del diferencial y con asistente a la frenada de emergencia, pero hay novedades.
Entre ellas, destaca el “Driver Steering Recommendation", que casi actúa como una conciencia invisible. Cuando el ESP detecta un sobreviraje, la dirección realiza automáticamente un contravolante, señalando el trazado que el conductor debe seguir para mantener la trayectoria correcta. Eso sí, el conductor siempre será el responsable del control sobre el volante.
Siguiendo con el repaso de bondades, hay que hablar de la amortiguación, que sujeta la carrocería con firmeza y neutraliza cualquier balanceo, una circunstancia que infunde mucha confianza al conductor.
Así, con una suspensión firme, una amortiguación que retiene con fuerza y unos neumáticos de gran agarre, el coche se convierte en uno de los más deportivos de la categoría, tan noble y eficaz como su pariente el Golf y tan ágil y dinámico como los rabiosos Focus y Astra.
Pero que nadie piense que el coche va a ser incómodo por esto. La suspensión es firme, pero no llega a ser seca, ventaja directamente atribuible al equilibrio de los tarados, que evitan los extremos deportivos y las blanduras del confort burgués. Además, los neumáticos añaden un plus de amortiguación que contribuye a mejorar el agrado de marcha sin que merme apenas la capacidad dinámica.
Por último, hay que hablar de la dirección, exacta y precisa, muy rápida, uno de los puntos fuertes del chasis y ejemplo de lo bien que afina Seat los coches. Los frenos, inagotables, también aportan su grano de arena para que la nota final del bastidor sea altísima.
Y, claro, un chasis de tal envergadura requeriría un motor explosivo para exprimir todas sus posibilidades. Hemos querido empezar por la variante TDI más “pequeña", el veterano 1.9 de 105 CV. Si bien no está a la altura del bastidor, sí se muestra lo suficientemente poderoso como para darle al León una agilidad y unas prestaciones más que satisfactorias.Una vez más tenemos entre manos al 1.9 TDI de 105 CV, un viejo amigo al que, a fuerza de probar con unos y otros coches, conocemos ya al dedillo. Sin embargo, esta mecánica no deja de sorprendernos. Esta vez, el banco de rodillos de nuestro Centro Técnico ha cifrado en 125 CV su potencia máxima a 3.970, es decir, 20 CV más de los anunciados. Además, el par máximo se ha ido hasta los 30,7 mkg a 2.280 rpm.
Una y otra vez, estos TDI rebasan con mucho las cifras oficiales y, para lograrlo, no recurren a ningún artificio. Siguen utilizando la tecnología de bombas-inyector para la inyección, una técnica que, aunque superada, continúa siendo muy eficaz. Su tacto mantiene ese toque enérgico y algo bronco de los tiempos en los que los TDI estaban todavía “desbravándose", algo que los motores HDI, TDCI o JTD ya han dejado atrás. Aún así, al León, tan deportivo, no le va nada mal ese carácter temperamental y enérgico. Pero, claro, penaliza en cuanto a suavidad y sonoridad. A cambio, los consumos son muy buenos: nuestro Centro Técnico firma una media de 6,4 litros a los 100 km en recorridos mixtos.
Con el TDI en las entrañas, el León acelera con decisión y fortaleza, creciéndose en el empuje. Las recuperaciones son bastante buenas y se sostienen sin apuros cruceros a ritmos muy vivos. Se apoya para lograr estos resultados en unos bajos muy buenos, con un primer tramo del cuentavueltas lleno de entrega y más de 21 mkg de par a sólo 1.750 giros. Después, hay un tramo vibrante que va desde ahí hasta casi las 3.000 vueltas, momento en el que el motor empieza a perder “punch". Sin embargo, en una demostración de elasticidad, sigue ofreciendo 22 mkg a 4.000 revoluciones. Es decir, es un motor muy aprovechable que siempre nos reserva un poco más de poder por si lo necesitamos.Es verdad que le falta algo de explosividad, esa “patada" que ofrecen las nuevas mecánicas del entorno de los 140-150 CV (y más). Pero es más que suficiente para viajar sin sufrir y para salir de cualquier problema. Incluso, jugando bien con el cambio, para divertirse un poco saltando de curva a curva.El cambio se ha confiado a la también conocidísima caja de cambios de cinco relaciones, una transmisión que encaja muy bien con este propulsor, pues, con sus desarrollos cortos, arranca hasta la última gota de potencia de la máquina y la transforma en motricidad. Sólo nos falla un poco la palanca de cambios, que no es tan rápida como nos gustaría.En resumen, este León se manifiesta como un coche muy equilibrado, lleno de virtudes, eficaz en la carretera, bien dotado de motor y, sobre todo, a un precio muy interesante. Coincidimos con la opinión general de que es, además de una referencia, un formidable rival para los dominadores del segmento compacto.