El Yaris se mueve como una serpiente huyendo de un incendio. Muy ágil, inquieto, nervioso, eficaz y divertido, contagiándonos de unas sensaciones que ya casi ningún coche de este segmento transmite. Por autopista se está moviendo continuamente olfateando la carretera, debido a una batalla corta, mucha altura y suspensiones firmes. Se puede ir muy rápido, aunque obliga a hacerlo concentrado. Es capaz de alcanzar los 180-190 km/h de marcador y mantenerlos, aunque siempre con el motor girando muy arriba, obligado por los desarrollos. Incluso la velocidad máxima se alcanza entrada ya la zona roja, poco antes del corte. El ruido es siempre elevado, pero proporcionalmente más a velocidades intermedias que a fondo, donde es más esperable. El origen del "escándalo" es un escape diseñado especialmente para esta versión, que emite un sonido similar al que proporcionaría el escape de un preparador. Grave y profundo a bajo y medio régimen y sin discreción en alta. Por autopista y en utilización diaria puede llegar a ser molesto, pero es un aliado a la hora de gozar nuestro tramo preferido de curvas. Subidas de régimen, retenciones, golpes de gas en un sencillísimo punta tacón, todo invita para llevar al Yaris como un coche de carreras. Entra muy bien en la curva y permite levantar el pie del acelerador para que la trasera se coloque sin sobresaltos ni brusquedades, transmitiendo placer puro con un leve giro de volante. La frenada se muestra bastante inquieta y conviene no apurar mucho si el coche no está completamente recto. Las suspensiones "copian" la carretera, pero no resultan incómodas. En conjunto es una máquina de transmitir sensaciones deportivas, pero es que además consigue unos registros impresionantes para un coche de su potencia, que acallan al Ibiza preguntemos por lo que preguntemos. El Ibiza le devuelve la moneda en la calidad interior. Los plásticos del Yaris no tienen buen aspecto, mientras que los del Ibiza son de los mejores del segmento. Además, el coche español dispone de más espacio, sobre todo en anchura y sitio para las piernas de los ocupantes traseros, y de un mayor maletero. El equipamiento es muy similar. El Ibiza con la opción del climatizador sobrepasa al Toyota en precio, pero tiene muchos pequeños detalles como elevalunas de un solo toque, espejo interior fotocromático, voltímetro, reloj de temperatura de aceite. Mientras, el Yaris no tiene siquiera indicador de temperatura del refrigerante. Algo sin sentido en un coche así. Cada uno tiene su estilo bien definido y su público particular. Los aficionados que se decidan por el Yaris sabrán entender sus inconvenientes y disfrutar con sus placeres. Los que quieran un coche más razonable y cómodo, en el Ibiza encontrarán una opción perfecta, sin renunciar a matices deportivos, pero sin estridencias. El Yaris se mueve como una serpiente huyendo de un incendio. Muy ágil, inquieto, nervioso, eficaz y divertido, contagiándonos de unas sensaciones que ya casi ningún coche de este segmento transmite. Por autopista se está moviendo continuamente olfateando la carretera, debido a una batalla corta, mucha altura y suspensiones firmes. Se puede ir muy rápido, aunque obliga a hacerlo concentrado. Es capaz de alcanzar los 180-190 km/h de marcador y mantenerlos, aunque siempre con el motor girando muy arriba, obligado por los desarrollos. Incluso la velocidad máxima se alcanza entrada ya la zona roja, poco antes del corte. El ruido es siempre elevado, pero proporcionalmente más a velocidades intermedias que a fondo, donde es más esperable. El origen del "escándalo" es un escape diseñado especialmente para esta versión, que emite un sonido similar al que proporcionaría el escape de un preparador. Grave y profundo a bajo y medio régimen y sin discreción en alta. Por autopista y en utilización diaria puede llegar a ser molesto, pero es un aliado a la hora de gozar nuestro tramo preferido de curvas. Subidas de régimen, retenciones, golpes de gas en un sencillísimo punta tacón, todo invita para llevar al Yaris como un coche de carreras. Entra muy bien en la curva y permite levantar el pie del acelerador para que la trasera se coloque sin sobresaltos ni brusquedades, transmitiendo placer puro con un leve giro de volante. La frenada se muestra bastante inquieta y conviene no apurar mucho si el coche no está completamente recto. Las suspensiones "copian" la carretera, pero no resultan incómodas. En conjunto es una máquina de transmitir sensaciones deportivas, pero es que además consigue unos registros impresionantes para un coche de su potencia, que acallan al Ibiza preguntemos por lo que preguntemos. El Ibiza le devuelve la moneda en la calidad interior. Los plásticos del Yaris no tienen buen aspecto, mientras que los del Ibiza son de los mejores del segmento. Además, el coche español dispone de más espacio, sobre todo en anchura y sitio para las piernas de los ocupantes traseros, y de un mayor maletero. El equipamiento es muy similar. El Ibiza con la opción del climatizador sobrepasa al Toyota en precio, pero tiene muchos pequeños detalles como elevalunas de un solo toque, espejo interior fotocromático, voltímetro, reloj de temperatura de aceite. Mientras, el Yaris no tiene siquiera indicador de temperatura del refrigerante. Algo sin sentido en un coche así. Cada uno tiene su estilo bien definido y su público particular. Los aficionados que se decidan por el Yaris sabrán entender sus inconvenientes y disfrutar con sus placeres. Los que quieran un coche más razonable y cómodo, en el Ibiza encontrarán una opción perfecta, sin renunciar a matices deportivos, pero sin estridencias.
Seat Ibiza 1.6 Sport / Toyota Yaris T Sport
Deportivos del segmento pequeño con distintas filosofías. El Ibiza tiene matices de deportividad, aunque sin extremismos. Y el Yaris es extremo a tope: de deportividad pura, de equipamiento y de sensaciones.
