Seat Altea XL 1.8 TSi

Quizás alejado de la realidad de la mayoría, pero esta versión mecánica da la razón a los nostálgicos que siguen renegando del imperio Diesel.

Seat Altea XL 1.8 TSi
Seat Altea XL 1.8 TSi

Este motor podría servir para impulsar una refinada berlina pero Seat, incluso tratándose del Altea XL, lo acompaña con una definición de bastidor de talante deportivo, correspondiente al acabado Sport-up. Así, este Altea XL reacciona con mucha agilidad y pisa en recta y curva con un aplomo extraordinario, sin ninguna sensación de aparatosidad que motive su altura de carrocería. Tiene un tacto de marcha muy sólido, una entrada en curva inmediata e incisiva a la menor insinuación de la dirección (cuenta con vistosos neumáticos 225/45 en llanta 17), con apoyos de carrocería muy planos que se acompaña de un agarre lateral que da para mucho. Todo el tacto mecánico del coche es muy bueno: dirección, cambio, freno… y en este sentido este Altea gusta conducirlo también entre curvas. Es más firme de suspensión que un Altea convencional pero no lo tachamos de incómodo en los asfaltos habituales.Por dentro combina sus dos caras. Los asientos son de corte deportivo, también los traseros, cuyos laterales marcan sus extremos. El puesto de conducción es muy bueno teniendo en cuenta que el piso queda algo sobreelevado respecto a un vehículo compacto convencional (8 centímetros más que un León), pero frente al volante el conductor se siente razonablemente integrado desde una perspectiva deportiva. Desde la otra perspectiva, su holgada altura transmite mucho espacio extra que revierte en confort de marcha, pero lo pilares delanteros tan tirados restan visibilidad hacia esos ángulos. El asiento posterior es deslizable, dejando muchísimo espacio para las piernas o un espacio de maletero gigante, con más de 600 litros medidos que bien hubieran acogido dos asientos escamotables, solución que en Seat no han visto necesario.El equipamiento también define a este Altea como una versión prestacional en todos los ámbitos. Está muy bien presentado aunque todas las superficies plásticas del salpicadero y consola central son rígidas, lo que en cierta medida le resta refinamiento. Pero este viene por los tapizados o numerosos buenos detalles… bandejas reclinables en las plazas traseras, cajones, climatizador bizona, ordenador de viaje, sensor de presión de neumáticos, radio CD con MP3, etc y la lista de opciones ofrece faros bixenon direccionales, sistema de navegación, airbag laterales traseros y conexiones iPod y USB. En definitiva, para el conductor que se quiere dar un caprichazo… pero sin fallar a la familia.

LO MEJOR
LO PEOR

– Motor y prestaciones
– Comportamiento
– Maletero

– Consumo urbano y rápido
– Visibilidad en algunos ángulos
– Recuperaciones en 6ª

Este motor podría servir para impulsar una refinada berlina pero Seat, incluso tratándose del Altea XL, lo acompaña con una definición de bastidor de talante deportivo, correspondiente al acabado Sport-up. Así, este Altea XL reacciona con mucha agilidad y pisa en recta y curva con un aplomo extraordinario, sin ninguna sensación de aparatosidad que motive su altura de carrocería. Tiene un tacto de marcha muy sólido, una entrada en curva inmediata e incisiva a la menor insinuación de la dirección (cuenta con vistosos neumáticos 225/45 en llanta 17), con apoyos de carrocería muy planos que se acompaña de un agarre lateral que da para mucho. Todo el tacto mecánico del coche es muy bueno: dirección, cambio, freno… y en este sentido este Altea gusta conducirlo también entre curvas. Es más firme de suspensión que un Altea convencional pero no lo tachamos de incómodo en los asfaltos habituales.Por dentro combina sus dos caras. Los asientos son de corte deportivo, también los traseros, cuyos laterales marcan sus extremos. El puesto de conducción es muy bueno teniendo en cuenta que el piso queda algo sobreelevado respecto a un vehículo compacto convencional (8 centímetros más que un León), pero frente al volante el conductor se siente razonablemente integrado desde una perspectiva deportiva. Desde la otra perspectiva, su holgada altura transmite mucho espacio extra que revierte en confort de marcha, pero lo pilares delanteros tan tirados restan visibilidad hacia esos ángulos. El asiento posterior es deslizable, dejando muchísimo espacio para las piernas o un espacio de maletero gigante, con más de 600 litros medidos que bien hubieran acogido dos asientos escamotables, solución que en Seat no han visto necesario.El equipamiento también define a este Altea como una versión prestacional en todos los ámbitos. Está muy bien presentado aunque todas las superficies plásticas del salpicadero y consola central son rígidas, lo que en cierta medida le resta refinamiento. Pero este viene por los tapizados o numerosos buenos detalles… bandejas reclinables en las plazas traseras, cajones, climatizador bizona, ordenador de viaje, sensor de presión de neumáticos, radio CD con MP3, etc y la lista de opciones ofrece faros bixenon direccionales, sistema de navegación, airbag laterales traseros y conexiones iPod y USB. En definitiva, para el conductor que se quiere dar un caprichazo… pero sin fallar a la familia.
LO MEJOR
LO PEOR

– Motor y prestaciones
– Comportamiento
– Maletero

– Consumo urbano y rápido
– Visibilidad en algunos ángulos
– Recuperaciones en 6ª