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Si entramos en un túnel, el sensor de luminosidad manda que se enciendan los faros; unas gotas de lluvia hacen que el limpiaparabrisas se active para recogerlas; si estamos acelerando y el ruido de la mecánica se hace más patente, el volumen de la radio se eleva y nos permite seguir escuchando nuestro tema favorito... Puedo decir, sin temor a equivocarme, que el interior del Mégane es uno de los que mejor miman al conductor. Los asientos delanteros sujetan el cuerpo a la perfección y el mullido es firme. El interior del Mégane es amplio, pero no sólo eso; además, está bien distribuido. En la parte trasera, el ancho para los ocupantes es el mayor (137 cm), si lo comparamos con sus contrincantes (Alfa 147, con 129 cm; Citroën C4, con 132 cm; Opel Astra, con 131 cm y Volkswagen Golf, con 134 cm). La posición de los respaldos de los asientos (ligeramente inclinados) y el mullido firme de la banqueta contribuyen a que viajar en estas plazas siempre sea confortable (además, hay bastante altura hasta el techo –96 cm-), con lo que no existe esa sensación de agobio propia de las carrocerías de tres puertas. Sin embargo, no todo son cotas líderes en amplitud. El espacio reservado para las piernas no es mucho -70 cm-, si lo comparamos con los 79 cm que hay en un Volkswagen Golf. Pero pasemos a la parte delantera. Para ello, empujo con todas mis fuerzas el respaldo del asiento del conductor y me siento frente al volante. El ancho que comparten el conductor y el acompañante es de 140 cm (superior a los 135 del Alfa 147 y a los 137 cm del Opel Astra) y a la par que Volkswagen Golf y Citroën C4 (con un cm más). Sin embargo, entre los asientos se ha colocado ese particular freno de mano de los Renault (que ocupa bastante espacio), lo que nos provoca la sensación de estar dentro de un vehículo más pequeño.El salpicadero de este Renault es más bien soso. Se agradece que toda la información necesaria para el conductor se ofrezca de manera ordenada. Así, la lectura es más sencilla y rápida. El tacto de los materiales es correcto y las terminaciones están a buena altura. No encuentro pegas. Los mandos de la radio integrados en el volante (de serie) completan un conjunto muy ergonómico. En el exterior, los cambios son ligeros. Renault ha querido darle un lavado de cara muy light al Mégane en espera de la renovación integral que llegará en dos años.
Los faros delanteros son un poco más afilados: el "rostro" del Mégane parece ahora más felino, ya que en su calandra se marca más la "V" del capó. Además, para darle un aspecto deportivo, los faros de niebla tienen el mismo diseño que los utilizados en la versión más radical: Mégane Sport. En el lateral, las molduras se han ensanchado y en la trasera los pilotos también han variado, se han estilizado.
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Si entramos en un túnel, el sensor de luminosidad manda que se enciendan los faros; unas gotas de lluvia hacen que el limpiaparabrisas se active para recogerlas; si estamos acelerando y el ruido de la mecánica se hace más patente, el volumen de la radio se eleva y nos permite seguir escuchando nuestro tema favorito... Puedo decir, sin temor a equivocarme, que el interior del Mégane es uno de los que mejor miman al conductor. Los asientos delanteros sujetan el cuerpo a la perfección y el mullido es firme. El interior del Mégane es amplio, pero no sólo eso; además, está bien distribuido. En la parte trasera, el ancho para los ocupantes es el mayor (137 cm), si lo comparamos con sus contrincantes (Alfa 147, con 129 cm; Citroën C4, con 132 cm; Opel Astra, con 131 cm y Volkswagen Golf, con 134 cm). La posición de los respaldos de los asientos (ligeramente inclinados) y el mullido firme de la banqueta contribuyen a que viajar en estas plazas siempre sea confortable (además, hay bastante altura hasta el techo –96 cm-), con lo que no existe esa sensación de agobio propia de las carrocerías de tres puertas. Sin embargo, no todo son cotas líderes en amplitud. El espacio reservado para las piernas no es mucho -70 cm-, si lo comparamos con los 79 cm que hay en un Volkswagen Golf. Pero pasemos a la parte delantera. Para ello, empujo con todas mis fuerzas el respaldo del asiento del conductor y me siento frente al volante. El ancho que comparten el conductor y el acompañante es de 140 cm (superior a los 135 del Alfa 147 y a los 137 cm del Opel Astra) y a la par que Volkswagen Golf y Citroën C4 (con un cm más). Sin embargo, entre los asientos se ha colocado ese particular freno de mano de los Renault (que ocupa bastante espacio), lo que nos provoca la sensación de estar dentro de un vehículo más pequeño.El salpicadero de este Renault es más bien soso. Se agradece que toda la información necesaria para el conductor se ofrezca de manera ordenada. Así, la lectura es más sencilla y rápida. El tacto de los materiales es correcto y las terminaciones están a buena altura. No encuentro pegas. Los mandos de la radio integrados en el volante (de serie) completan un conjunto muy ergonómico. En el exterior, los cambios son ligeros. Renault ha querido darle un lavado de cara muy light al Mégane en espera de la renovación integral que llegará en dos años.
Los faros delanteros son un poco más afilados: el "rostro" del Mégane parece ahora más felino, ya que en su calandra se marca más la "V" del capó. Además, para darle un aspecto deportivo, los faros de niebla tienen el mismo diseño que los utilizados en la versión más radical: Mégane Sport. En el lateral, las molduras se han ensanchado y en la trasera los pilotos también han variado, se han estilizado.