Comida rápida, pero con estrellas Michelin, como las nueva hamburguesa de McDonald´s diseñadas por un gran chef. Creo que así vas a entender fácilmente cómo ha planteado Toyota la nueva generación de su urbano Aygo. Diseño a raudales, grandes dosis de personalización interior y exterior, conectividad acorde con las nuevas tendencias... Pero todo bajo un producto —en esencial, el mismo pero mejorado en 360 grados— optimizado en costes de utilización y mantenimiento, exigencia máxima entre quienes adquieren una herramienta de enfoque tan claramente dirigido a la ciudad. Como seguro que sabes, Toyota sigue fabricando el Aygo en colaboración con PSA —también nuevos C1 y 108 son clones suyos—, aunque la casa japonesa ha decidido limitar la oferta a un único motor, el menos potentes de los dos que montan los coches franceses.
Potencia, la suficiente. Son minoría quienes compran un motor más "de carretera", aunque es cierto que hubiera agradecido ese 1.2 litros de tres cilindros y 82 CV de sus hermanos de sangre, más ahora que en el Aygo hay una clara mejora de chasis como para asimilar más caballos extra. Pero también es cierto que para una utilización mayoritariamente urbana, esa mayor potencia no es determinante. Y no lo es porque el 1.0 de 68 CV, bien usado, es muy resolutivo. Aunque sea el mismo de la generación anterior, se han mejorado muchos elementos, aumentando la relación de compresión y optimizado las fricciones internas. Y además mueve un coche muy ligero de apenas 900 kilos en vacío. Vibraciones al margen —persisten pese al nuevo soporte hidráulico, aunque no las siento incómodas— es un motor con buena respuesta siempre y cuando dediques un mínimo de atención a que no baje de un determinado número de revoluciones: no hace falta que mires el correspondiente indicador; cuando percibas cierto cosquilleo en los pies es que has bajado la guardia y le has dejado caer por debajo de zona óptima de rendimiento. Usando el cambio con cabeza, y aprovechando lo mucho y bien que estira este propulsor, tienes respuesta en las tres marchas intermedias para moverte ágilmente por ciudad. Y una quinta que, una vez lanzado —es esa la condición—, te permite moverte desahogadamente —por facilidad para mantener la velocidad— por la periferia o incluso en carretera abierta. Los consumos también han mejorado aunque las dos décimas menos en nuestra media esconden la verdadera realidad: en ciudad ha rebajado en más de un litro al anterior Aygo con motor equivalente.
Sobre seguro. Abundantes mejoras estructurales, dirección con ajustes modificados y retoques de suspensión convierten al anterior Aygo en "otro coche", mucho más amigable en la ciudad por la suavidad de mandos y superior confort y calidad de bacheo, y más efectivo y seguro en carretera, donde siento ciertas diferencias respecto a los dos modelos de PSA: el de Toyota parece algo más asentado en pisada, aplomo y tacto de dirección. Funcionalmente, puedes imaginarte lo que dan de sí 3,45 metros de coches en habitabilidad interior, donde por cierto se ha perdido algún centímetro de anchura, que es irrelevante, dado que sólo pueden viajar en ellas dos pasajeros. A cambio, el maletero suma litros pudiendo concluir que, además de más cómodo y eficiente, el nuevo Aygo es también más polivalente.
Aceleración. Prudencia al modular acelerador y embrague porque o lo calas o arrancas con el motor muy revolucionado. No es rápido, pero no es la medición de mayor valor en un coche que es carne de ciudad.
Cambio. Los saltos entre marchas son algo abiertos pero su funcionamiento, por suavidad —no sólo de palanca, también de embrague— y precisión, resulta impecable.
Frenada. Servicios mínimos, en equipo de frenos, para un coche ligero y poco potente: no necesita más el Aygo para detenerse con seguridad. En ciudad ofrece buena y rápida mordiente.
Consumos. A la baja, especialmente en ciudad, donde el trabajo de optimización mecánica ha dado su fruto, rebajando mas de un litro el gasto en el siempre riguroso trazado respecto a la versión anterior.
Adelantamiento. Obligada participación del conductor, quien tendrá que usar el cambio con mucha frecuencia cada vez que necesite ganar velocidad, incoporarse a una vía o quitarse un coche de encima.
Peso. Sobre la báscula, pasa de 868 kg de la versión anterior a 900 kilos justos: aún sigue siendo un coche muy ligero.
Sonoridad. En su ambiente el sonido del motor no resulta demasiado molesto. En carretera, rodadura y aerodinámica sí elevan las cifras de ruido casi hasta el umbral de lo incómodo.
Potencia y par. Pequeño y atmosférico, es un motor con poca pegada, pero si aprovechas su capacidad de estirada resulta muy satisfactorio.
Maletero. Toyota ha "escarbado" para ganar algo de volumen: de 165 litros pasa a poco más de 200 litros, una cifra bastante buena para el tamaño del coche.