Tanto el 607 como el Saab responden al esquema tradicional de turismo en cuanto a espacio interior. El diseño más reciente del Peugeot le otorga una habitabilidad también muy buena. No con tanta calidad de espacio, pero casi con la misma cantidad que el Vel Satis. Es amplio, cómodo y agradable. El Saab tampoco sale mal parado aun siendo el peor de los tres, pero la postura al volante resulta extraña, algo ladeada en la combinación de volante, pedales y asientos. Una vez dentro de cada uno, la sensación que transmiten es de calidad. En el Renault se ha cuidado este aspecto en el tacto de todos los mandos y recubrimientos, con buena percepción visual. Falla en los pequeños botones del equipo de música, el sonido del mismo, un reloj fuera de lugar y algunos mandos escondidos. El 607 también nos recibe con un ambiente acogedor y agradable. La pantalla del navegador ha cambiado, pasando de una sencilla a una en color igual a la que se monta en el Citroën C5. Mejor pantalla que no impide que la inclinación de la parte central del salpicadero permita ver de día con nitidez ni la pantalla, ni los indicadores de la radio y la climatización. Detrás resulta amplio y cómodo, pero la caída del techo limita el acceso a la altura de las cabezas.
El Saab posee unos asientos de diseño impecable, pero los años pasan y los materiales que tocamos no tienen la misma sensación que los de última generación. Lo que resulta indiscutible, en cambio, es el ajuste. Sigue teniendo una línea original, y más en versión familiar, con las ventajas del portón trasero a la hora de cargar bultos grandes. Los coches están creciendo, especialmente a lo alto. No hay más que fijarse en el Peugeot 307, Fiat Stilo, Toyota Corolla, Honda Civic o futuro Mégane entre los compactos o el Yaris y el Jazz entre los pequeños. Sin embargo en berlinas medias y grandes no había nada parecido hasta la llegada del Vel Satis, que sigue esta misma tendencia, pero al tratarse de un vehículo de lujo, grande, el tamaño general y las formas chocan con lo tradicional. Más alto que un Zafira y 2 cm menos que un Scénic, parece hecho a otra escala, sobre todo cuando lo vemos aparcado junto con el resto de vehículos.
En el segmento de los compactos esta imagen es una virtud, pero en el de las berlinas de lujo, con precios por encima de los 35.000 euros, la cosa resulta más arriesgada. La clientela parece decantarse por marcas de prestigio y berlinas tres volúmenes.
Pero tiene sus ventajas. La primera es el aprovechamiento del espacio. El Vel Satis es el más amplio de los tres, no sólo en cotas sino en sensación subjetiva. Se entra y se sale del coche como en ningún otro modelo gracias a la altura donde está situada la banqueta. Además nos sentamos en una auténtica butaca, con un respaldo descomunal sobre todo a la altura de los hombros. Sobra "aire" entre los mandos y el salpicadero, en la distancia al parabrisas y entre la cabeza y el marco lateral. Detrás es sencillamente impresionante. Sobra distancia para las piernas, porque no van estiradas, sino que las rodillas se colocan en ángulo recto. Dos ocupantes atrás viajarán tan bien como los delanteros, mientras que un eventual tercero se sentará sobre una parte muy dura y alta y puede tocar con la cabeza en el techo. Al menos el suelo plano facilita el reparto de espacio para tanta pierna.
Tanto el 607 como el Saab responden al esquema tradicional de turismo en cuanto a espacio interior. El diseño más reciente del Peugeot le otorga una habitabilidad también muy buena. No con tanta calidad de espacio, pero casi con la misma cantidad que el Vel Satis. Es amplio, cómodo y agradable. El Saab tampoco sale mal parado aun siendo el peor de los tres, pero la postura al volante resulta extraña, algo ladeada en la combinación de volante, pedales y asientos. Una vez dentro de cada uno, la sensación que transmiten es de calidad. En el Renault se ha cuidado este aspecto en el tacto de todos los mandos y recubrimientos, con buena percepción visual. Falla en los pequeños botones del equipo de música, el sonido del mismo, un reloj fuera de lugar y algunos mandos escondidos. El 607 también nos recibe con un ambiente acogedor y agradable. La pantalla del navegador ha cambiado, pasando de una sencilla a una en color igual a la que se monta en el Citroën C5. Mejor pantalla que no impide que la inclinación de la parte central del salpicadero permita ver de día con nitidez ni la pantalla, ni los indicadores de la radio y la climatización. Detrás resulta amplio y cómodo, pero la caída del techo limita el acceso a la altura de las cabezas.
El Saab posee unos asientos de diseño impecable, pero los años pasan y los materiales que tocamos no tienen la misma sensación que los de última generación. Lo que resulta indiscutible, en cambio, es el ajuste. Sigue teniendo una línea original, y más en versión familiar, con las ventajas del portón trasero a la hora de cargar bultos grandes. Los coches están creciendo, especialmente a lo alto. No hay más que fijarse en el Peugeot 307, Fiat Stilo, Toyota Corolla, Honda Civic o futuro Mégane entre los compactos o el Yaris y el Jazz entre los pequeños. Sin embargo en berlinas medias y grandes no había nada parecido hasta la llegada del Vel Satis, que sigue esta misma tendencia, pero al tratarse de un vehículo de lujo, grande, el tamaño general y las formas chocan con lo tradicional. Más alto que un Zafira y 2 cm menos que un Scénic, parece hecho a otra escala, sobre todo cuando lo vemos aparcado junto con el resto de vehículos.
En el segmento de los compactos esta imagen es una virtud, pero en el de las berlinas de lujo, con precios por encima de los 35.000 euros, la cosa resulta más arriesgada. La clientela parece decantarse por marcas de prestigio y berlinas tres volúmenes.
Pero tiene sus ventajas. La primera es el aprovechamiento del espacio. El Vel Satis es el más amplio de los tres, no sólo en cotas sino en sensación subjetiva. Se entra y se sale del coche como en ningún otro modelo gracias a la altura donde está situada la banqueta. Además nos sentamos en una auténtica butaca, con un respaldo descomunal sobre todo a la altura de los hombros. Sobra "aire" entre los mandos y el salpicadero, en la distancia al parabrisas y entre la cabeza y el marco lateral. Detrás es sencillamente impresionante. Sobra distancia para las piernas, porque no van estiradas, sino que las rodillas se colocan en ángulo recto. Dos ocupantes atrás viajarán tan bien como los delanteros, mientras que un eventual tercero se sentará sobre una parte muy dura y alta y puede tocar con la cabeza en el techo. Al menos el suelo plano facilita el reparto de espacio para tanta pierna.
Tanto el 607 como el Saab responden al esquema tradicional de turismo en cuanto a espacio interior. El diseño más reciente del Peugeot le otorga una habitabilidad también muy buena. No con tanta calidad de espacio, pero casi con la misma cantidad que el Vel Satis. Es amplio, cómodo y agradable. El Saab tampoco sale mal parado aun siendo el peor de los tres, pero la postura al volante resulta extraña, algo ladeada en la combinación de volante, pedales y asientos. Una vez dentro de cada uno, la sensación que transmiten es de calidad. En el Renault se ha cuidado este aspecto en el tacto de todos los mandos y recubrimientos, con buena percepción visual. Falla en los pequeños botones del equipo de música, el sonido del mismo, un reloj fuera de lugar y algunos mandos escondidos. El 607 también nos recibe con un ambiente acogedor y agradable. La pantalla del navegador ha cambiado, pasando de una sencilla a una en color igual a la que se monta en el Citroën C5. Mejor pantalla que no impide que la inclinación de la parte central del salpicadero permita ver de día con nitidez ni la pantalla, ni los indicadores de la radio y la climatización. Detrás resulta amplio y cómodo, pero la caída del techo limita el acceso a la altura de las cabezas.
El Saab posee unos asientos de diseño impecable, pero los años pasan y los materiales que tocamos no tienen la misma sensación que los de última generación. Lo que resulta indiscutible, en cambio, es el ajuste. Sigue teniendo una línea original, y más en versión familiar, con las ventajas del portón trasero a la hora de cargar bultos grandes. Los coches están creciendo, especialmente a lo alto. No hay más que fijarse en el Peugeot 307, Fiat Stilo, Toyota Corolla, Honda Civic o futuro Mégane entre los compactos o el Yaris y el Jazz entre los pequeños. Sin embargo en berlinas medias y grandes no había nada parecido hasta la llegada del Vel Satis, que sigue esta misma tendencia, pero al tratarse de un vehículo de lujo, grande, el tamaño general y las formas chocan con lo tradicional. Más alto que un Zafira y 2 cm menos que un Scénic, parece hecho a otra escala, sobre todo cuando lo vemos aparcado junto con el resto de vehículos.
En el segmento de los compactos esta imagen es una virtud, pero en el de las berlinas de lujo, con precios por encima de los 35.000 euros, la cosa resulta más arriesgada. La clientela parece decantarse por marcas de prestigio y berlinas tres volúmenes.
Pero tiene sus ventajas. La primera es el aprovechamiento del espacio. El Vel Satis es el más amplio de los tres, no sólo en cotas sino en sensación subjetiva. Se entra y se sale del coche como en ningún otro modelo gracias a la altura donde está situada la banqueta. Además nos sentamos en una auténtica butaca, con un respaldo descomunal sobre todo a la altura de los hombros. Sobra "aire" entre los mandos y el salpicadero, en la distancia al parabrisas y entre la cabeza y el marco lateral. Detrás es sencillamente impresionante. Sobra distancia para las piernas, porque no van estiradas, sino que las rodillas se colocan en ángulo recto. Dos ocupantes atrás viajarán tan bien como los delanteros, mientras que un eventual tercero se sentará sobre una parte muy dura y alta y puede tocar con la cabeza en el techo. Al menos el suelo plano facilita el reparto de espacio para tanta pierna.