¿Gasolina o Diesel? Es una pregunta típica que a menudo no respondemos adecuadamente, especialmente si como en el caso del Opel Insignia tiene dos versiones de prestaciones tan semejantes. Las afinidades personales, filias y fobias de nuestro entorno no pocas veces ocasionan prejuicios que llevan a que sin gran conocimiento del producto nos dejemos influir por lo que oímos. Así, suele ocurrir que los partidarios de los de gasolina magnifican aspectos como la capacidad de subir de vueltas de ese tipo de motores, la finura en su funcionamiento con muchas menos vibraciones o su sonoridad menos influida por los claqueteos de las válvulas, especialmente en frío. También están, sus menores costes de mantenimiento derivados de averías menos complejas, emisiones menos perniciosas con su menor liberación de NOx y partículas o un coste de producción más bajo que redunda también en precios inferiores en los coches que los montan. Incluso que usan un combustible más agradable de manejar durante los repostajes.
Lógicamente, y desde la otra acera, los forofos de los Diesel suelen coincidir en alabar con auténtica pasión que sus consumos son más bajos y que, lógicamente, con un mismo depósito van a tardar más en repostar, que emiten menos CO2 a la atmósfera, o que tienen, al tener turbo, mayor empuje a bajo régimen. También se valora entre estos partidarios una supuesta mayor durabilidad de la máquina.
Los motores del Opel Insignia
Lo cierto es que, a fecha de hoy, no existe el motor perfecto, aquel que reúna lo mejor de unos y otros, aunque tan verdad como lo anterior es que la confluencia de unos y otros es cada día más evidente. Se produce así una dieselización de los motores de gasolina en cuanto a empuje a bajo régimen y una gasolinización de los Diesel, que cada vez son más refinados y muchos ya superan las 5.000 rpm, de modo que acaba siendo necesario escudriñar con auténtica atención qué aporta cada motor para estar seguro de elegir bien.
Es el caso de los dos motores del Opel Insignia que aquí enfrentamos. Cada cual representa las escuelas más modernas, empezando por su carácter genuinamente downsizing, reducción de cilindrada y apoyo por turbo. Es la mejor denominación para donde antes era necesario acudir a motores de dos litros de cilindrada para conseguir potencias próximas a los 150 CV, hoy baste con un 1,6 litros, como el Diesel de la versión 1.6 CDTI; o un 1.4, como el 1.4 Turbo.
A estas alturas, prácticamente todos sabemos que cualquier Diesel como el Opel Insignia es algo más caro en el momento de compra y que va a consumir menos…de un combustible más barato, con lo que las visitas al surtidor van a resultar menos onerosas. La clave en este caso es cuándo vamos a estar ahorrando dinero cuando vamos a amortizar la diferencia de precio. En este caso, los 854 euros de diferencia van a suponer algo más de 44.000 km en términos exclusivamente de consumo atendiendo a la diferencia actual de 10 céntimos por litro de combustible. La hemos calculado multiplicando el gasto medio obtenido por nuestro Centro Técnico por el precio actual del combustible correspondiente y restado entre ambos para calcular la diferencia de dinero cada 100 km. Ésta es de algo menos de 2 €/100 km, y si lo dividimos entre la diferencia de precio de compra serían 44.233 km… que no resultan suficiente justificante como para decantar la elección. Así pues, hay que rascar un poco más y encontrar las razones de peso que hacen mejor a una que a otra versión.
Las diferencias de consumo del Opel Insignia Gasolina y Diesel
Esta diferencia de consumo, curiosamente, no alcanza sus mayores cotas en ciudad, donde las sucesivas arrancadas y paradas penalizan al coche más pesado, sino en carretera, donde su mayor par motor va a permitir mantener la marcha más larga durante más tiempo, permitiendo en nuestras mediciones un ahorro de más 1,3 l/100 km circulando a velocidades próximas a lo legal.
Sin embargo, este cálculo no es completo ni absoluto ya que no tiene en cuenta el coste de los impuestos municipales —idéntico en este caso al estar ambos por debajo de los 11,99 caballos fiscales—, ni diferencias en el precio de los seguros, posibles averías y mantenimientos, un aspecto en el que la distribución por cadena va a dar una ventaja al gasolina a medio plazo. La razón de no incluirlos es cómo estos datos pueden variar mucho dependiendo de nuestra manera de conducir, recorridos que hagamos y lo descuidados que seamos con el mantenimiento…además del taller que elijamos.
Cuándo es mejor el Opel Insignia de gasolina
Además del número total kilómetros que hacemos en un año, la tipología de éstos también van a tener una importancia, ya que no sólo el consumo urbano está más próximo entre ellos que el de carretera, sino que los motores turbodiésel de última generación pueden ser más susceptibles de ofrecer problemas si la mayoría de nuestros recorridos son cortos. ¿La razón? que los elementos de depuración de los gases de escape pueden haber no alcanzado su temperatura óptima antes de que nuestro trayecto termine, de modo que podrían llegar a originar problemas debidos a la acumulación de desechos no sintetizados en válvulas EGR, filtro de partículas e incluso del catalizador SCR exclusivo de los Diesel —que, además, requiere el uso de AdBlue, un aditivo que descompone los óxidos nitrosos, y mantener vigilado su gasto. De ahí que si nuestros recorridos habituales se quedan en las dos cifras, el gasolina nos vaya a parecer más adecuado que el Diesel.
Justo lo contrario sucedería si nuestros recorridos fuesen a ser de varios centenares de kilómetros. Ahí, no sólo vamos a tener las depuradoras funcionando de la mejor manera, sino que vamos a contar con el ahorro añadido de un menor consumo y podremos también beneficiarnos de la mejor entrega de par —garantía de seguridad al facilitar mejores recuperaciones de velocidad sin reducir y de poder mantener la marcha más larga durante la mayor cantidad de tiempo en nuestros viajes—.
El confort y la seguridad del Opel Insignia
La sonoridad interior, en cambio, apenas va a marcar diferencias significativas, al menos una vez que la proveniente de la aerodinámica ahoga el ronroneo del motor Diesel del Insignia, en torno a los 90 km/h. En cualquier caso, hay que reconocer cómo en el gasolina es más fácil mantener una conversación entre los pasajeros de los asientos delanteros y los de los traseros por mor de las diferencias frecuencias acústicas de las vibraciones. Pero es que también sus frenos resisten más en caso de una sucesión de frenadas de emergencia buscando la parada total, aunque en caso de estar ante una única frenada —como la que podría suceder en caso de llegar a una retención súbita—se registran diferencias de menos de 2,5 m; menos de medio coche frenando desde 140 km/h que no debe preocuparnos demasiado.
Tampoco hay diferencias muy marcadas en cuanto a cómo vamos a notar la suspensión, con una buena sensación de confort, ni comportamiento en curvas largas de autopista, donde la sensación de aplomo es total en todo momento y muestra un carácter refinado. Aunque, como se puede imaginar, no es el coche más adecuado por su tamaño y peso para conducir deprisa en zonas de curvas como puertos de montaña.
Más difícil de valorar son las sensaciones subjetivas. Esas como la finura de funcionamiento, la diferente capacidad para tirar de los desarrollos del cambio circulando a bajo régimen o espaciar las visitas a la gasolinera que tienen más que ver con las preferencias personales que con elementos objetivos como la capacidad dinámica o el equipamiento de nuestros dos Insignia, idéntico éste último al pertenecer al mismo acabado comercial. Como resumen hay que concluir que si los recorridos de varios centenares de kilómetros no son nuestra especialidad y conducimos más por ciudad apostaríamos por el Opel Insignia 1.4 en tanto que si vamos a hacer desplazamientos interurbanos de varios cientos de kilómetros, nos quedaríamos por el Diesel por su mejor consumo y por cómo es capaz de ganar velocidad con más facilidad en un adelantamiento gracias a su mejor par motor.
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