En octubre llega a los concesionarios la 6ª generación del Opel Corsa, que ahora mismo se encuentra en la recta final de su desarrollo y validación. Y como ya ocurrió con la anterior edición del modelo, hemos podido conducir distintas unidades de preproducción durante varias pruebas dinámicas por carretera abierta, en el sur de Alemania. Se trataba de prototipos de la 2ª fase de preserie (hay 4 fases), enfocados a la calibración final de motor y caja de cambios, suspensión y dirección, asientos delanteros, integridad estructural y nivel NVH (ruido, asperezas y vibraciones). El grado de madurez de estas unidades se encontraba al 80%, es decir, algo bastante cercano a lo que será el modelo de serie, que seguirá fabricándose en la planta de Figueruelas, en Zaragoza, y se desvelará al público el 10 de septiembre durante el Salón de Frankfurt. De la misma línea de montaje saldrá también el Corsa eléctrico, previsto para principios de 2020 (las primeras fotos las veremos el 4 de junio).
El nuevo Opel Corsa emplea la arquitectura modular CMP de PSA, desarrollada para automóviles de segmentos B y C, entre ellos el próximo Peugeot 208, con el que el Opel Corsa comparte muchos elementos. Sin embargo, no serán clones exactos, ni mucho menos, ya que cada uno mantendrá una personalidad propia. Tres meses antes de la compra de Opel por parte de PSA ya habían empezado a trabajar con el nuevo Opel Corsa, incluso se habían solicitado algunas características específicas de la plataforma pensadas para Opel, cuyo centro de I D sigue estando en Russelheim. Entre sus nuevas cualidades cabe destacar el cambio automático de 8 velocidades por convertidor de par, cuyo funcionamiento nos ha resultado plenamente satisfactorio. Cuenta con modos muy diferenciados entre sí: manual (mediante levas), normal, sport y eco, este último con circulación por inercia y realmente concienzudo a la hora de mantener el motor girando a poquísimas vueltas, incluso en subidas.
Opel Corsa 2019: lo probamos
El generoso par motor del propulsor tricilíndrico 1.2 turbo de gasolina (anuncia 230 Nm y 130 CV en su configuración automática), en el que se ha buscado una respuesta muy espontánea, brinda mucha soltura en cualquier situación. También hemos podido conducir la variante de 100 CV y cambio manual de 6 velocidades, y no desmerece en absoluto. A pesar de unos recorridos de la palanca algo largos, su tacto de accionamiento es muy suave y preciso, mientras que la respuesta mecánica sigue siendo muy eficaz. De hecho, el Opel Corsa GSi de la actual generación que iba abriendo el grupo tenía dificultades para separase de nosotros en algunos puntos del recorrido.
Aun manteniendo unos tarados de suspensión bastante confortables, tanto la agilidad como el aplomo del que hacen gala estos prototipos es envidiable. El coche se siente ligero, preciso y fácil de llevar por donde quieres incluso si el ritmo es elevado, pues se inscribe en las curvas de manera muy natural y eficaz, aportando mucha confianza. Si no se sitúa como nuevo punto de referencia del segmento, poco le faltará. Por su parte, la dirección ahora cuenta con un tacto y una desmultiplicación acordes con la gran calidad que transmite el bastidor. Entre los prototipos había pequeñas diferencias de calibración, tanto de dirección como de suspensión, pero en general la primera impresión ha sido muy buena. El silencio de marcha es otro de los aspectos reseñables, ya que al habitáculo llega muy poco ruido de rodadura y del motor.
Opel hace mucho hincapié en la estabilidad del coche en autopistas alemanas, hasta el punto de que habrá dos spoilers traseros diferentes, uno para las versiones más enfocadas a la eficiencia, y otro “sport", algo más prominente. Los modelos con cambio automático hacen uso de este último para contrarrestar el mayor peso en la parte delantera del vehículo, con un mayor apoyo aerodinámico a alta velocidad en el tren trasero. A su vez, casi todas las motorizaciones contarán con parrilla activa. Como resultado, en todas las configuraciones posibles, el Cx será mejor que en el Corsa actual más aerodinámico, y lo mismo ocurre con las emisiones de CO2 y los consumos, aún no comunicados.