La primera imagen que viene a la mente cuando se habla de Mini es la de un coche pequeño y coqueto, de corte deportivo y con muchas posibilidades de personalización. El excelente marketing que rodea a este vehículo nos lo vende, además, como todo un estilo de vida. Pues bien, ahora acaba de salir al mercado el Countryman, un modelo completamente nuevo que amplía la gama de coches en la casa y rompe algunas barreras muy importantes, como la de incluir la palabra confort entre sus argumentos de venta. Asimismo, ofrece cinco puertas y ¡cinco plazas!, además de la posibilidad de la tracción total. Tras probarlo a fondo se puede decir perfectamente que este coche sigue siendo cien por cien Mini, pero con argumentos que lo hacen más lógico y práctico para el día a día que los Mini que conocíamos, Clubman incluido. Oferta tres motores de gasolina y dos Diesel, tracción delantera o total y la posibilidad de elegir, sin coste, configuración interior para cuatro o cinco pasajeros, siendo nuestra primera unidad de pruebas la versión Cooper D de 112 CV, en configuración de cinco plazas y con la tracción a las ruedas delanteras. Lo primero que llama la atención en el Countryman es el tamaño. Se reconoce que es un Mini prácticamente desde cualquier ángulo, incluso por los menos expertos, que lo ven como una versión engordada del utilitario alemán. Tiene 4,1 metros de largo, lo mismo que un Ibiza; es decir, tamaño de utilitario grande, muy cercano a los 4,2 metros que suele rondar un compacto. Dispone de cuatro puertas convencionales —no tiene nada que ver con las de la versión Clubman— más el portón trasero, que también es como el de un coche normal —el Clubman lo lleva dividido en dos—. Presenta una estética SUV, con los pasos de rueda y taloneras forrados y de distinto color, que casa mejor con las versiones de tracción total que con nuestra unidad de tracción delantera. En cualquier caso, la altura libre al suelo o los ángulos de ataque y salida, aunque superiores a los de un Mini convencional, no permiten más posibilidades que las de la mayoría de coches, por lo que su utilización para fuera del asfalto tiene los mismos límites que cualquier otro turismo; de SUV sólo tiene la apariencia, si bien es cierto que éste va a ser el modelo que Mini emplee para competir en el Campeonato del Mundo de Rallyes.Por dentro guarda el diseño, estilo y calidad de todos los Mini pero con la ventaja del espacio, sobre todo detrás. Basta fijarse en el acceso al interior para entender la ganancia de habitabilidad. Para sentarse en cualquier asiento apenas hay que agacharse y no es necesario hacer esfuerzo alguno para acceder a las plazas traseras; sin lugar a dudas, éste es el aspecto menos Mini. Delante no se echa en falta espacio, tenemos unos asientos de muy buena ergonomía y todo está a mano. Mantiene el diseño de interruptores y la configuración del cuadro con el enorme, poco práctico, pero encantador velocímetro en el centro, herencia de otra época —el conductor dispone de otro velocímetro digital más cerca de la vista en la pantalla del ordenador de viaje—. Las plazas traseras ofrecen, dado el tamaño del coche, buen espacio en anchura; dos adultos caben sin llegar a tocarse con los codos. Forzando la situación, podría entrar un tercero —está homologado para ello—, pero sólo para trayectos cortos, como en la mayoría de coches de este tamaño. También entran dos sillas de niño, pero anulan casi por completo el espacio central. Si se opta por la configuración de cuatro plazas, el Countryman lleva dos asientos traseros independientes con unos raíles entre ellos por donde se puede desplazar el reposabrazos o distintos ‘gadgets’ que la marca vende. Otra de las novedades que aporta es que las plazas traseras se pueden desplazar longitudinalmente 13 cm, además de abatir por partes. El espacio para las piernas es muy bueno, no siendo necesario desplazar la fila hasta atrás del todo para que no toquen las rodillas en los respaldos delanteros. La capacidad de maletero oscila entre los 385 y los 400 litros, en función de cómo llevemos el asiento, cifras que aumentan si abatimos por completo o por partes los respaldos traseros. Toda la operación de abatimiento está bien pensada y no resulta complicada. La calidad del coche es buena y está a la altura de lo que nos tiene acostumbrados Mini; no hay grandes diferencias, aunque en nuestra unidad del Countryman detectamos que las ventanillas delanteras no siempre bajaban del todo, sobresaliendo un par de centímetros unas veces. Habrá que estar pendiente por si se repite este problema.Emplea un chasis de nueva factura pero con un calco del esquema de suspensiones o dirección del Mini que ya conocíamos. Esto quiere decir que se trata de un coche muy dinámico. En un principio parece que al ser más práctico pueda tratarse como un coche «de madre», sin embargo mantiene el temperamento de la casa. No sólo no aburre sino que transmite sensaciones, al menos con la monta de llanta de 18 pulgadas y neumáticos 225/45 que llevaba nuestra unidad —opcionales—. Para quien guste de tacto deportivo es el coche ideal para todos los días. Dirección precisa, suspensión firme pero algo más cómoda que la del Mini normal… nos ha gustado. No es excesivamente duro y se puede usar cada día como utilitario sin problema para la espalda; la dirección se siente algo dura en maniobras pero se agradece conduciendo, aunque sea paseando.
El equipo de frenos no plantea problemas. Emplea el nuevo motor Diesel 1.6D de BMW de 112 CV —también lo hay con 90 CV—, con el sistema Stop/Start de serie —se puede pedir sin él sin coste— y caja de cambios manual de seis velocidades. Tiene un tacto agradable a la vez que ofrece unas prestaciones más que decentes para plantearse un viaje largo sin problemas. No resulta especialmente ruidoso y esconde bien las vibraciones Diesel. Con los 1.303 kilos que pesó el Countryman, consigue aceleraciones decentes y un buen nivel de recuperaciones, aun con sus largos desarrollos en quinta y sexta velocidad. El consumo, a pesar de las ayudas EfficientDynamics es algo alto, ya que registramos de gasto medio casi 6,8 l/100 km. Entre la excesiva monta de neumático y el coeficiente aerodinámico de 0,35, se penaliza un buen motor. Hablar del equipamiento de un Mini es algo que podría ser casi eterno, ya que ofrece multitud de extras. Desde colores de techo, decoraciones y detalles del interior, casi todo es configurable. Todo esto también lo hereda el Countryman, que añade detalles interesantes como una red de separación del maletero para cuando abatimos los asientos —142 euros— o un sistema de fondo plano para el maletero. Con el acabado Cooper el precio se establece en 25.000 euros. Dado su carácter premium y la particularidad de su marca, si bien hay muchas alternativas, el Countryman no tiene un rival directo definido. Si nos fijamos en el mundo de los utilitarios, por ese dinero el coche ya debería llevar un equipo de serie más completo, con elementos como el sensor de lluvia o el segundo triángulo de emergencia. Son las cosas que tienen los premium.