MG ZR 2.0 TD 3p

El MG ZR, como casi todos los modelos de Rover y MG, es una rareza. Lo es por su anticuada arquitectura, su desfasada mecánica y su radical planteamiento dinámico. Pero lo es más por la magnífica acogida que sigue teniendo en nuestro mercado: se vende muchísimo. ¿Cuál es su misterio?

Dentro del MG ZR, más de lo mismo. Otra vez nos enfrentamos al implacable paso del tiempo y al modo en que se quedan obsoletos los coches. A pesar de la carga de cosmética deportiva, el habitáculo no puede esconder que ya es anciano y que nunca fue puntero.Con el metro en la mano, es más pequeño que la mayor parte de sus competidores, sobre todo los del segmento C, lo que se evidencia especialmente en las plazas traseras, escuetas en todas las dimensiones y dificultadas todavía más por la carrocería de tres puertas. En cambio, es mejor que los del segmento B, donde supera claramente las medidas del Ibiza, por poner una referencia. También se nota en el maletero, escaso y de formas muy irregulares, pero, eso sí, con un buen acceso.

Si ponemos atención a la manufactura, veremos que los materiales que lo componen son ya bastante vulgares, con plásticos demasiado duros. La ergonomía no está muy cuidada y hay mandos, como los elevalunas, que parecen colocados al azar. Y, con todo, lo menos agradable es el puesto de conducción, que está condicionado por los grandes asientos deportivos, que, en la configuración que probamos, de piel, son opcionales. Muy bonitos, anatómicos, firmes, de gran sujeción, pero demasiado voluminosos: dejan poco espacio entre las piernas y el volante y su altura apenas se puede modificar unos milímetros. Como el volante no puede moverse en profundidad, el espacio para el conductor no es bueno. Otros aspectos, como la instrumentación, tampoco pasan de ser correctos, sin alegrías de ningún tipo. Incluso el tacto de los mandos es extraño, anticuado. Pero, a cambio de esto, el interior rezuma deportividad, con esos grandes bacquets, aluminio por todas partes, pedales de carreras, la palanca del cambio disfrazada como la de un deportivo de alta alcurnia… Todo está pensado para, a pesar de los años, agradar al gusto de los que buscan una estética radical e impactante. Y lo consigue.La dotación de serie del MG ZR es bastante pobre. En lo que atañe al equipamiento mecánico, el ABS y los airbag delanteros son la única presencia del listado. El equipamiento de confort incluye alguna cosa más, pero tampoco muchas: aire acondicionado, asientos regulables, elevalunas delanteros y radio con CD. No es mucho pero, afortunadamente, las opciones no son muy caras. Contar con cargador de CD cuesta 420 euros. El sensor de aparcamiento sale por 450 euros, los faros antiniebla valen 235 y la pintura metalizada, 307. Además, se puede montar un equipo de navegación por satélite valorado en 1.900 euros. La tapicería en cuero es un extra que cuesta 1.750 euros, mientras que el techo practicable encarece el coche en 830 euros más.Así, si renunciamos a muchas cosas, tenemos un verdadero deportivo por un precio interesante: 17.841 euros. Es un coste atractivo, pero no un chollo, porque todavía sale más barato un Ibiza 1.9 TDI de 130 CV que, amén de ser mucho más potente y capaz, puede llevar control de estabilidad, algo que el MG no ofrece ni como opción.Dentro del MG ZR, más de lo mismo. Otra vez nos enfrentamos al implacable paso del tiempo y al modo en que se quedan obsoletos los coches. A pesar de la carga de cosmética deportiva, el habitáculo no puede esconder que ya es anciano y que nunca fue puntero.Con el metro en la mano, es más pequeño que la mayor parte de sus competidores, sobre todo los del segmento C, lo que se evidencia especialmente en las plazas traseras, escuetas en todas las dimensiones y dificultadas todavía más por la carrocería de tres puertas. En cambio, es mejor que los del segmento B, donde supera claramente las medidas del Ibiza, por poner una referencia. También se nota en el maletero, escaso y de formas muy irregulares, pero, eso sí, con un buen acceso.

Si ponemos atención a la manufactura, veremos que los materiales que lo componen son ya bastante vulgares, con plásticos demasiado duros. La ergonomía no está muy cuidada y hay mandos, como los elevalunas, que parecen colocados al azar. Y, con todo, lo menos agradable es el puesto de conducción, que está condicionado por los grandes asientos deportivos, que, en la configuración que probamos, de piel, son opcionales. Muy bonitos, anatómicos, firmes, de gran sujeción, pero demasiado voluminosos: dejan poco espacio entre las piernas y el volante y su altura apenas se puede modificar unos milímetros. Como el volante no puede moverse en profundidad, el espacio para el conductor no es bueno. Otros aspectos, como la instrumentación, tampoco pasan de ser correctos, sin alegrías de ningún tipo. Incluso el tacto de los mandos es extraño, anticuado. Pero, a cambio de esto, el interior rezuma deportividad, con esos grandes bacquets, aluminio por todas partes, pedales de carreras, la palanca del cambio disfrazada como la de un deportivo de alta alcurnia… Todo está pensado para, a pesar de los años, agradar al gusto de los que buscan una estética radical e impactante. Y lo consigue.La dotación de serie del MG ZR es bastante pobre. En lo que atañe al equipamiento mecánico, el ABS y los airbag delanteros son la única presencia del listado. El equipamiento de confort incluye alguna cosa más, pero tampoco muchas: aire acondicionado, asientos regulables, elevalunas delanteros y radio con CD. No es mucho pero, afortunadamente, las opciones no son muy caras. Contar con cargador de CD cuesta 420 euros. El sensor de aparcamiento sale por 450 euros, los faros antiniebla valen 235 y la pintura metalizada, 307. Además, se puede montar un equipo de navegación por satélite valorado en 1.900 euros. La tapicería en cuero es un extra que cuesta 1.750 euros, mientras que el techo practicable encarece el coche en 830 euros más.Así, si renunciamos a muchas cosas, tenemos un verdadero deportivo por un precio interesante: 17.841 euros. Es un coste atractivo, pero no un chollo, porque todavía sale más barato un Ibiza 1.9 TDI de 130 CV que, amén de ser mucho más potente y capaz, puede llevar control de estabilidad, algo que el MG no ofrece ni como opción.