MG TF 160

Las reformas efectuadas sobre el biplaza descapotable de MG han dado en el clavo. Ha mejorado en todos los apartados dinámicos, convirtiéndose en un deportivo eficaz, además de conservar su faceta lúdica.

MG TF 160
MG TF 160

El sonido del motor en esas circunstancias acompaña a las sensaciones, pero no han acertado del todo con la melodía, que podía ser mucho más sugerente. También hay que poner cuidado cuando se exige al MG de forma continuada, porque la aguja de la temperatura de aceite del reloj del salpicadero tiende a acercarse a la zona roja, por lo que hay que controlarla, en especial en escapadas de verano. En un uso normal, todo queda bajo control.

El motor, que rinde 160 CV gracias a la distribución variable, no es una bomba a medio régimen, pero se le puede sacar bastante jugo si se explota a partir de 4.000 rpm. Baste decir que la potencia máxima la ha alcanzado justo antes del corte, a 7.000 vueltas. No es explosivo, pero, gracias a la eficacia del bastidor, el conjunto se vuelve muy rápido.

No hay que olvidar la otra faceta del MG, y es que se trata de un descapotable y en los cabrios también se pasea. Y este es uno de los apartados mejor solucionados. El parabrisas desvía bien el aire y las turbulencias son escasas a velocidades medias. El cortavientos trasero, que se ofrece como accesorio, mejora todavía más las cosas y apenas nos despeinaremos, incluso permite rodar de forma ligera por autopista sin muchos remolinos.

El color de la capota, además de negro, puede ser gris, verde o azul por un precio de 320 euros. El material parece resistente salvo la zona plástica transparente, que además sufrirá al doblarse si decidimos recogerla sin abrir la cremallera que la libera, error que con el tiempo suele ser lo más común por la facilidad que supone. Sólo hay que soltar dos anclajes de los extremos del marco y dejarla caer hacia atrás, mientras que, para ponerla, basta con estirarse y tirar de ella. No es necesario bajarse y se tarda menos que en cualquier modelo eléctrico.

El interior ha variado poco. Ahora se ofrecen nuevos colores de salpicadero, revestimientos y tapicerías, pero en general es la parte menos retocada y algo más descuidada. Hay plásticos de apariencia pobre, el ajuste no es perfecto y el tacto de algunos mandos está poco refinado, como el caso de los de la calefacción. No tiene regulaciones hoy comunes en un coche de este precio, como altura del asiento, o profundidad del volante, ni dispone de airbags laterales. Tampoco le sobra el espacio en el habitáculo y el acompañante nos preguntará al poco tiempo qué es una pieza de plástico negro que le molesta en sus pies, a lo que responderemos que forma parte del equipo de aire acondicionado. Una pequeña chapuza, pero esto es un roadster y salta a la vista que la habitabilidad no es primordial en su desarrollo. El maletero situado por detrás del motor, acorde con esta filosofía, tiene poca capacidad, aunque, si se sabe aprovechar y no se lleva más que lo imprescindible, puede bastar.

En definitiva, el TF ha mejorado mucho respecto a su antecesor en comportamiento dinámico, manteniendo las cualidades como descapotable y algunos de los defectos de comodidad y acabado.