La decidida apuesta por el dinamismo que ha realizado Mazda ha estado presente en sus últimas creaciones y es la nota dominante en el Mazda3. Éste sustituye al 323, un vehículo mítico para la automovilística nipona, que ha vendido más de 1,9 millones de unidades en Europa desde 1978. Sin embargo, la marca va más allá de buscar la deportividad y expresarla a través de líneas rotundas y musculosas; ha querido sorprender al público que busca coche en el nutrido segmento de los compactos. Pocos advierten que, bajo sus recogidas formas, la creación más reciente de Mazda esconde 4,42 metros de longitud, suficientes para acercar este vehículo a categorías superiores y atraer a un mayor número de clientes potenciales: cuenta con una generosa habitabilidad que su exterior apenas revela, su imagen es muy atractiva y su comportamiento ofrece la deportividad que promete. ¿Se puede pedir más? Pues sí, ya que aún teníamos pendiente un “tú a tú" con el propulsor 2.0, el más potente de la gama. Cuando probamos la versión inferior (1.6), ya anunciamos que las cualidades dinámicas del modelo estaban siempre presentes, así que las expectativas que abría su “hermano mayor" eran muy apetecibles. Tras un breve paso por las calles de la ciudad, donde las dimensiones del Mazda3 aparecen casi de repente a la hora de buscar aparcamiento, nos vamos a carreteras menos transitadas, en las que la mecánica respire sin agobios.La urbe queda atrás y el coche empieza a rodar suavemente, ganando soltura a medida que recorremos kilómetros. Tanto es así que, si nos descuidamos, estaremos llevando la aguja del velocímetro a marcas bastante respetables. De hecho, resulta sencillo alcanzar un ritmo superior a los 150 km/h: el ruido del motor apenas se entromete en el habitáculo, los rumores aerodinámicos son imperceptibles y, sobre todo, la estabilidad de la que hace gala el modelo invita a no levantar el pie del acelerador. Todo se combina para hacer del Mazda3 uno de esos coches en los que parece que se marcha a velocidad menor de la que en realidad marcan los relojes. Y todo sucede sin el menor esfuerzo.Esta suavidad de la que el vehículo hace gala en las vías amplias, donde la potencia es ofrecida con dulzura –lo que no significa que lo haga con lentitud-, casi “decepciona" en las carreteras retorcidas. Aquí sería deseable una “patada" mayor, que permitiera al Mazda enlazar una curva tras otra sin tener que recurrir frecuentemente al cambio para alcanzar antes la zona alta del cuentavueltas, la óptima para esta mecánica. La potencia máxima (151 CV, según nuestro Centro Técnico, uno más de lo anunciado por la marca) aparece a las 6.130 rpm, mientras que el mayor valor de par –19,4 mkg- llega por encima de las 4.500 rpm. No nos llamemos a engaño: son cifras respetables y permiten que los 1.281 kilos del coche se muevan con mucha soltura (de hecho, acelera de 0 a 100 km/h en 8,4 segundos, empleando menos tiempo del indicado por el fabricante). Además, como contrapartida, permite disfrutar de uno de los cambios más agradecidos del mercado. Éste ha sido renovado e incorpora diversos sistemas para reducir la fricción y las vibraciones transmitidas por el motor.En efecto, recurrir a la variación de las marchas para mantener el ritmo resulta una grata experiencia. La palanca es de recorridos cortos y muy precisa, mientras que la transmisión obedece las órdenes inmediatamente, lo que permite al propulsor (que sube de vueltas con alegría) no desfallecer. Cierto, quizá las recuperaciones pueden parecer “burguesas" a los amantes de la deportividad –tarda más de 9 segundos en pasar de 60 a 120 km/h en 3ª-, pero este comportamiento posibilita que el Mazda3 ofrezca uno de los consumos medios más contenidos entre los compactos deportivos: 8,4 litros/100 km. La respuesta del motor no hace sino subrayar el carácter híbrido del modelo, un compacto con vocación de familiar que, además, ofrece la deportividad que demandan los más jóvenes (y no olvida la comodidad de los pasajeros). En esta última premisa parecen haberse basado los ingenieros encargados de las suspensiones de este Mazda, con McPherson en el eje delantero y geometría multibrazo en el trasero. Ésta es similar a la empleada en el Mazda6, que ya mereció nuestros elogios. El tarado es específico para esta versión, pero, a nuestro juicio, se queda un poco corto y permite que la carrocería incline más que en otros modelos deportivos. Sin embargo, no compromete en absoluto la sensación de seguridad y aplomo que obtiene el conductor, gracias, sobre todo, al excelente chasis del vehículo japonés. La plataforma utilizada es la misma que monta el Focus C-Max (no olvidemos que Mazda y la firma del óvalo pertenecen al mismo grupo) y ofrece el comportamiento que tantas veces hemos alabado en el monovolumen. Siempre guarda la compostura, permite que el vehículo siga si rechistar la trazada marcada por el volante –la dirección, muy precisa y asistida mediante sistema electrohidráulico, tiene el buen tacto común a todos los mandos del coche- y proporciona una gran estabilidad. Ésta se acentúa con unas anchas vías (1,53 metros delante, 1,51 detrás) y unos neumáticos con una medida de 205/50, asociados a una llanta de 17 pulgadas. Por supuesto, los controles de estabilidad y tracción, de serie en la versión Sportive, también influyen en este apartado, encargándose de contrarrestar cualquier exceso al volante. No son intrusivos, por lo que permitirán al conductor determinadas licencias antes de entrar en acción. El equipo de frenos es uno de los elementos de los que Mazda se muestra más orgullosa. Los discos han sido revisados y agrandados respecto al 323; ahora, los delanteros cuentan con un diámetro de 300 milímetros, mientras que los traseros tienen una medida de 279 milímetros. Aunque el tacto del pedal es mejorable (resultaría casi perfecto con una mordiente más acusada), el conjunto pasa el examen con buena nota: el Mazda3 se detiene desde 140 km/h en menos de 70 metros.
Mazda3 2.0 Sportive
Lo mejor de las últimas creaciones de Mazda (6, 2 y el impresionante RX-8) ha inspirado las líneas del Mazda3, que promete deportividad y dinamismo. Con el motor 2.0, el más potente de la gama, cumple lo anunciado.
