Nos ha dado la sensación de que la plaza del conductor es algo agobiante, sobre todo por anchura, pero los centímetros no suponen un problema, pues personas de talla alta y ancha caben suficientemente bien. El único pero es que si eres alto, debes viajar con el asiento muy abajo y casi dejarte caer en él cuando te introduces en el habitáculo. Una vez dentro, la postura correcta de conducción se consigue con bastante facilidad, pese a que el volante no puede regularse en profundidad. Ya hemos hablado de la presentación de este manjar, pero para que realmente disfrutemos de él debemos saber cómo sacarle el máximo partido y apreciar todos sus matices y sabores. Nos puede gustar mucho la paella, pero si un día tras otro la tienes para comer, llega a cansar. ¿No es cierto? Algo muy parecido sucede con los coches, la mayoría de ellos se parecen entre sí, con los matices que posee cada marca y cada segmento del mercado, pero pocos hay que posean unos rasgos tan peculiares ni tan excitantes como los del Mazda RX8, un coche, que, si lo equipararamos con un plato, sería una auténtica delicia oriental.La presentación es inmejorable. El RX8 tiene un aspecto felino, como si fuera a saltar del asfalto y abalanzarse sobre su presa, pero esto se conjuga muy bien con unas líneas rectas y un frontal muy musculoso, con unos pasos de rueda de gran tamaño que remarcan su temperamento. Si se cumple el dicho que sentencia que se come con los ojos, ya estamos relamiéndonos. Bonito por fuera, pero útil por dentro. Este Mazda, como iremos comprobando poco a poco, no es un deportivo corriente, pues es un coche perfectamente utilizable para el día a día. Cuenta con dos plazas traseras capaces de albergar a dos adultos con una comodidad correcta, aunque con algo de agobio, pues no hay ni un centímetro extra: el techo es algo bajo y el túnel de la transmisión, que hace las veces de zona para almacenar objetos, no permite demasiados movimientos. Al mismo tiempo, el maletero es ofrece mayor capacidad de carga de lo que cabría esperar. Con 345 litros y unas formas bastante regulares es posible albergar en él, como mínimo, un par de maletas de tamaño medio. Por esta cifra tan positiva, no obstante, se paga un precio que creemos es algo alto, pues este RX8 carece de neumático de repuesto convencional y de la llamada rueda de galleta. Lo máximo que ofrece es un kit antipinchazos del que no dudamos que sea muy útil, pero no nos parece de recibo que no se dé la opción al comprador de elegir una de las soluciones anteriormente mencionadas. El interior está plagado de alusiones circulares en su diseño, un guiño que sirve para hacer referencia al motor rotativo que da poder al deportivo de Mazda. Es un coche que está bien acabado, los remates parecen resistentes y los ajustes dan sensación de durabilidad, lo que pasa es que los materiales no son de la calidad que cabríamos esperar, algo que decepciona un poco cuando nos montamos en el coche. Hay, sin embargo, algunos toques típicamente “racing" que nos han gustado bastante. Este es el caso del pedalier metálico, la palanca de cambios –muy pequeña y también metalizada y de la que hablaremos más tarde- y, sobre todo, el freno de mano, cuya estética es verdaderamente deportiva. Los relojes son curiosos. Están enfocados hacia el conductor y las cuentarrevoluciones por minuto y el velocímetro están integrados en el mismo reloj, el primero de manera analógica, mientras que el segundo está en digital. En los otros dos se encuentra la temperatura del aceite y del agua, el nivel de combustible, el cuentakilómetros y la información sobre posibles malfuncionamientos. La verdad que una información muy completa. Aparte, nos ha parecido un acierto que de serie se incluya el navegador, que se hace visible a través de una pantalla escamoteable situada sobre la consola central. La información sobre la climatización queda por debajo de la misma y no es muy visible, pues el contraste entre los números, en rojo, y el fondo no es el mejor y porque a poco que la luz solar lo toque, se convierte en casi invisible. Aparte, el funcionamiento de este elemento no nos ha terminado de convencer, pues pensamos que no genera tanto frío como es necesario, sobre todo en la tórrida época veraniega en nuestro país. Nos ha dado la sensación de que la plaza del conductor es algo agobiante, sobre todo por anchura, pero los centímetros no suponen un problema, pues personas de talla alta y ancha caben suficientemente bien. El único pero es que si eres alto, debes viajar con el asiento muy abajo y casi dejarte caer en él cuando te introduces en el habitáculo. Una vez dentro, la postura correcta de conducción se consigue con bastante facilidad, pese a que el volante no puede regularse en profundidad. Ya hemos hablado de la presentación de este manjar, pero para que realmente disfrutemos de él debemos saber cómo sacarle el máximo partido y apreciar todos sus matices y sabores. Nos puede gustar mucho la paella, pero si un día tras otro la tienes para comer, llega a cansar. ¿No es cierto? Algo muy parecido sucede con los coches, la mayoría de ellos se parecen entre sí, con los matices que posee cada marca y cada segmento del mercado, pero pocos hay que posean unos rasgos tan peculiares ni tan excitantes como los del Mazda RX8, un coche, que, si lo equipararamos con un plato, sería una auténtica delicia oriental.La presentación es inmejorable. El RX8 tiene un aspecto felino, como si fuera a saltar del asfalto y abalanzarse sobre su presa, pero esto se conjuga muy bien con unas líneas rectas y un frontal muy musculoso, con unos pasos de rueda de gran tamaño que remarcan su temperamento. Si se cumple el dicho que sentencia que se come con los ojos, ya estamos relamiéndonos. Bonito por fuera, pero útil por dentro. Este Mazda, como iremos comprobando poco a poco, no es un deportivo corriente, pues es un coche perfectamente utilizable para el día a día. Cuenta con dos plazas traseras capaces de albergar a dos adultos con una comodidad correcta, aunque con algo de agobio, pues no hay ni un centímetro extra: el techo es algo bajo y el túnel de la transmisión, que hace las veces de zona para almacenar objetos, no permite demasiados movimientos. Al mismo tiempo, el maletero es ofrece mayor capacidad de carga de lo que cabría esperar. Con 345 litros y unas formas bastante regulares es posible albergar en él, como mínimo, un par de maletas de tamaño medio. Por esta cifra tan positiva, no obstante, se paga un precio que creemos es algo alto, pues este RX8 carece de neumático de repuesto convencional y de la llamada rueda de galleta. Lo máximo que ofrece es un kit antipinchazos del que no dudamos que sea muy útil, pero no nos parece de recibo que no se dé la opción al comprador de elegir una de las soluciones anteriormente mencionadas. El interior está plagado de alusiones circulares en su diseño, un guiño que sirve para hacer referencia al motor rotativo que da poder al deportivo de Mazda. Es un coche que está bien acabado, los remates parecen resistentes y los ajustes dan sensación de durabilidad, lo que pasa es que los materiales no son de la calidad que cabríamos esperar, algo que decepciona un poco cuando nos montamos en el coche. Hay, sin embargo, algunos toques típicamente “racing" que nos han gustado bastante. Este es el caso del pedalier metálico, la palanca de cambios –muy pequeña y también metalizada y de la que hablaremos más tarde- y, sobre todo, el freno de mano, cuya estética es verdaderamente deportiva. Los relojes son curiosos. Están enfocados hacia el conductor y las cuentarrevoluciones por minuto y el velocímetro están integrados en el mismo reloj, el primero de manera analógica, mientras que el segundo está en digital. En los otros dos se encuentra la temperatura del aceite y del agua, el nivel de combustible, el cuentakilómetros y la información sobre posibles malfuncionamientos. La verdad que una información muy completa. Aparte, nos ha parecido un acierto que de serie se incluya el navegador, que se hace visible a través de una pantalla escamoteable situada sobre la consola central. La información sobre la climatización queda por debajo de la misma y no es muy visible, pues el contraste entre los números, en rojo, y el fondo no es el mejor y porque a poco que la luz solar lo toque, se convierte en casi invisible. Aparte, el funcionamiento de este elemento no nos ha terminado de convencer, pues pensamos que no genera tanto frío como es necesario, sobre todo en la tórrida época veraniega en nuestro país.
Mazda RX8
Posee un motor rotativo que sube hasta 9.000 rpm, cuatro puertas que se abren enfrentadas, un comportamiento dinámico de primer orden, un maletero decente y una estética vanguardista. Todos estos rasgos convierten al RX8 de Mazda es un "rara avis" en el mundo del automóvil, pues no hay coche tan peculiar y atractivo como él.