Con el nuevo Kia Rio también llega una versión remozada del motor 1.5 CRDi que ya estaba presente en el Cerato. Ahora, esta mecánica cuenta con un turbocompresor de geometría variable, que aumenta su potencia hasta los 110 CV. Sobre el papel, es uno de los más fieros entre sus rivales y en Kia han querido resaltar este aspecto: según la marca, la potencia se incrementa hasta un 36 por ciento respecto a la media que ofrecen los propulsores Diesel de esta categoría. Lo cierto es que el Rio ha sido uno de los pioneros a la hora de incorporar potentes propulsores de gasóleo en los modelos compactos desde el inicio de su comercialización. Sólo el Ibiza, el Peugeot 206 y, más recientemente, el Clio ofrecen mecánicas similares y con un agrado de utilización tan acusado.Al pisar el acelerador, tardaremos muy poco en obtener un ritmo alto. Gracias a un par de 24,8 mkg a 2.495 rpm, contaremos con fuerza desde la zona media-baja del cuentavueltas. Además, no notaremos el desfallecimiento hasta pasadas las 4.000 rpm, por lo que tendremos a nuestra disposición un margen de uso bastante amplio. En las autopistas o autovías, podremos insertar quinta y olvidarnos de la palanca de cambios hasta que vayamos a realizar alguna parada. Sube con energía los repechos, adelanta con ganas, el régimen es desahogado… Sólo haría falta que el motor fuera un poco menos rumoroso: así quedaría completamente recompensado el esfuerzo de Kia, que ha empleado nuevos aislantes en la separación entre la mecánica y el habitáculo, en las suspensiones y nuevos cojinetes en la cremallera de la dirección. En las carreteras amplias ya habíamos notado que este Kia es algo delicado en las curvas y nuestra impresión se confirma al llegar a tramos revirados. Nos explicamos: las suspensiones filtran correctamente las irregularidades del asfalto y el confort de los ocupantes es notable, pero esto ha provocado que se deje de lado el apartado de la efectividad. El Rio se inscribe en las curvas sin titubeos, gracias a una dirección rápida, con tres vueltas de volante entre topes. Sin embargo, la carrocería empieza a inclinarse enseguida, restándonos confianza. La limitada firmeza de las suspensiones también repercute negativamente en el aplomo del vehículo. En una conducción normal, apenas lo advertiremos, pero, si nos dejamos llevar por el buen hacer del motor, nos encontraremos deseando una amortiguación con un punto más de resistencia. A pesar de todo, no dejamos de percibir la nobleza del coche, ya que se sujeta y no realiza movimientos extraños: una batalla y unas vías más amplias y unas ruedas más cerca de las esquinas que en la anterior generación proporcionan una mayor estabilidad. Hay que forzarlo un poco para que aparezca un subviraje que, en todo caso, resulta fácil de corregir con sólo levantar el pie del pedal del acelerador.
LO MEJOR
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LO PEOR
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* Precio |
* Maletero escaso |