Kia Carens 2.0 CRDI EX

Dicen los entendidos que segundas partes nunca fueron buenas, pero en este caso debemos señalar que se equivocan. La segunda generación del Kia Carens posee una serie de atractivos que lo convierten en un automóvil recomendable. El principal de ellos es el motor. El modelo coreano estrena un propulsor de origen Hyundai (la casa matriz de Kia) que no se queda atrás, tecnológicamente hablando, respecto a otros turbodiésel de la competencia.

Kia Carens 2.0 CRDI EX
Kia Carens 2.0 CRDI EX

Gran respuesta
Con 112 CV oficiales (110 reales) y un par máximo en banco de 25,2 mkg, se muestra sobrado de energía. ¿Qué significa esto? Pues que es capaz de mantener cruceros en llano por encima de los 150 km/h sin aparente dificultad (cuando la vía se empina deberemos acudir solícitos al cambio para reducir una relación) y muestra unas cifras de recuperación que se encuentran en la media del segmento (por encima del Picasso aunque por debajo de Multiplá o Zafira, éstos con motores de superior potencia). Nos ha parecido que es algo perezoso a pocas vueltas, algo achacable a su peso (cerca de tonelada y media), pero cuando sopla el turbo, por otra parte bastante pronto (cerca de las 1.500 rpm), este problema se soluciona y se puede circular con bastantes garantías de que la respuesta del motor va a ser solvente ante cualquier petición nuestra a través del acelerador. La zona buena de esta mecánica se encuentra entre las citadas 1.500 vueltas hasta casi 4.000 vueltas en donde se concentra el par más alto, lo que otorga una respuesta brillante en casi todo el rango de utilización.Lo que menos nos ha gustado de la mecánica del Carens es su nivel sonoro. La mezcla de un propulsor bastante ruidoso, además un ruido molesto y típico de Diesel antiguo, y un habitáculo donde no se ha cuidado en exceso la insonorización convierten el interior del Carens en bastante ruidoso cuando superamos velocidades en torno a los 150 km/h. La única solución que se nos ocurre es la de subir el volumen de la radio para intentar disimularlo…o ir más despacio. El consumo es alto respecto a sus competidores, ya que el Carens gasta, de media, 8 litros a los 100 km, mientras que competidores con propulsores de mayor potencia y de mayor peso rebajan estas cifras en al menos medio litro (Opel Zafira 2.2 Dti y Peugeot 307 SW HDI son ejemplos claros). Cuando lo enfrentamos con rivales como el Picasso o el Scénic, de menor potencia, la diferencia se dispara a más de un litro. Otra sorpresa, también agradable, es el comportamiento dinámico que muestra este monovolumen. Dotado de unas suspensiones enfocadas principalmente al confort de los ocupantes, éstas, sin embargo, mantienen también una firmeza destacable. El Carens, como vehículo con enfoque familiar, tenía todas las papeletas de contar con unas suspensiones blandas. Pero no; muestra un aplomo elogiable en todo tipo de vías y no se achica en las zonas de curvas. Balance un poco, pero sin llegar a dar sensaciones de peligrosidad. En las curvas, sin embargo, cuenta con dos “enemigos" que evitan que su comportamiento sea superior. El primero es la dirección, que es algo lenta y tiene muchas vueltas de volante entre tope y tope (3,25), lo que entorpece la acometida de virajes cerrados (aunque en ciudad este defecto se convierte en virtud a la hora de aparcar); y el segundo son los neumáticos Kuhmo que no son una referencia en cuanto a agarre. Éstos y el peso, “castigan" también las distancias de frenado, que son de las más altas entre los vehículos de su categoría s (casi 79 metros desde 140 km/h). Con todo y eso, en el apartado del comportamiento dinámico se muestra por encima de lo que hay entre los de su segmento.