Jaguar S-Type 2.7D

Jaguar se ha apuntado al Diesel, incluso en una de sus berlinas más significativas, el S-Type, traicionado así a sus seguidores. Sin embargo, nunca traición fue tan dulce ni los resultados de la misma tan positivos.

Jaguar S-Type 2.7D
Jaguar S-Type 2.7D

Una cosa son los datos (notables) y otra qué tal moverá este propulsor los más de 1.800 kg del S-Type. Así que, tras el ceremonial té de las cinco, nos ponemos a los mandos de este felino. La primera impresión es muy positiva. Nos montamos en el habitáculo y descubrimos ante nosotros un interior que combina, en nuestra opinión, a la perfección clasicismo y modernidad. Los materiales nobles, como maderas, cuero y plásticos de aparente calidad, comparten ubicación con los más modernos elementos tecnológicos, caso de la pantalla táctil, desde dónde se pueden controlar la gran mayoría de las funciones del automóvil (climatización, ordenador de viaje, navegador, equipo de audio, entre otras); los botones del control de estabilidad; el control de crucero o el sensor de párking. La verdad es que no falta de nada. Casi todo lo que podamos imaginar que puede llevar un coche lo equipa (o lo puede montar como opción) este S-Type. Posteriormente, hablaremos de los elementos opcionales, pero, por el momento, volvamos al instante en el que aposentamos nuestras posaderas en los magníficos asientos deportivos en cuero que posee nuestra unidad. Echamos un vistazo y se nos antoja que estamos ante miles de botones y mandos y nos da miedo casi arrancar el coche hasta no dar un “repasito" al libro de instrucciones. Finalmente, nos decidimos a hacerlo. Nos sentimos importantes ya que no ha sido necesario leer el manual del coche: sólo con un vistazo a la guía rápida de utilización que incluye nos parece suficiente. Esa bravuconería la pagaremos más tarde, cuando descubramos que este S-Type esconde más secretos de los que aparenta. Antes de iniciar la marcha decidimos colocarnos de la mejor forma posible. Esto, que en principio parece fácil gracias a la multitud de reglajes con los que cuentan volante, asientos y pedales, se convierte en algo preocupante cuando descubrimos que ninguna de las posturas parece agradarnos. No es problema del coche, sino que las múltiples posibilidades nos desconciertan y no sabemos muy bien con cuál quedarnos. Fin. Elegimos una y la grabamos (sí, la butaca, el pedalier y la columna de dirección tienen memoria).Las retenciones nos permitieron comprobar que, a pesar del elevado peso del conjunto, se mueve bien a bajas revoluciones. Hay un momento de pereza justo en la arrancada, pero a partir de que la aguja del cuentavueltas sobrepasa las 1.500 rpm, todo atisbo de impotencia queda en el olvido.En Madrid no tenemos la típica campiña inglesa por lo que nos tenemos que desplazar a la zona de la Sierra para valorar las actitudes de este Jaguar. Las conclusiones, de aprobado alto. Sus grandes neumáticos (245/45 en llanta 18) permiten un agarren más que notable, evitando cualquier atisbo de deriva. Eso hace que nuestra confianza crezca giro a giro y enfrentemos cada curva más seguros de que el coche no nos va a fallar. En esta sensación se hace imprescindible la suspensión deportiva (de serie en este acabado Sport), que incluye unos muelles de mayor firmeza y un recorrido menor, y el programa CATS (opcional), que, mediante una red de sensores, evalúa nuestra manera de conducir y las condiciones del firme y calibra los amortiguadores para garantizar comodidad y eficacia, algo que consigue generalmente.Con todo y eso, las zonas sinuosas no son de su agrado (más bien parece no querer rebajarse a transitar por ellas) y muestra algo de torpeza en las curvas demasiado cerradas. El hecho de que estemos ante un propulsión trasera no lo convierte en peligroso en estos trazados, pues el bastidor cumple con creces ya que está acostumbrado a lidiar con sus hermanos de gama, sobre todo los V8, de mayor peso, empuje y potencia.Una cosa son los datos (notables) y otra qué tal moverá este propulsor los más de 1.800 kg del S-Type. Así que, tras el ceremonial té de las cinco, nos ponemos a los mandos de este felino. La primera impresión es muy positiva. Nos montamos en el habitáculo y descubrimos ante nosotros un interior que combina, en nuestra opinión, a la perfección clasicismo y modernidad. Los materiales nobles, como maderas, cuero y plásticos de aparente calidad, comparten ubicación con los más modernos elementos tecnológicos, caso de la pantalla táctil, desde dónde se pueden controlar la gran mayoría de las funciones del automóvil (climatización, ordenador de viaje, navegador, equipo de audio, entre otras); los botones del control de estabilidad; el control de crucero o el sensor de párking. La verdad es que no falta de nada. Casi todo lo que podamos imaginar que puede llevar un coche lo equipa (o lo puede montar como opción) este S-Type. Posteriormente, hablaremos de los elementos opcionales, pero, por el momento, volvamos al instante en el que aposentamos nuestras posaderas en los magníficos asientos deportivos en cuero que posee nuestra unidad. Echamos un vistazo y se nos antoja que estamos ante miles de botones y mandos y nos da miedo casi arrancar el coche hasta no dar un “repasito" al libro de instrucciones. Finalmente, nos decidimos a hacerlo. Nos sentimos importantes ya que no ha sido necesario leer el manual del coche: sólo con un vistazo a la guía rápida de utilización que incluye nos parece suficiente. Esa bravuconería la pagaremos más tarde, cuando descubramos que este S-Type esconde más secretos de los que aparenta. Antes de iniciar la marcha decidimos colocarnos de la mejor forma posible. Esto, que en principio parece fácil gracias a la multitud de reglajes con los que cuentan volante, asientos y pedales, se convierte en algo preocupante cuando descubrimos que ninguna de las posturas parece agradarnos. No es problema del coche, sino que las múltiples posibilidades nos desconciertan y no sabemos muy bien con cuál quedarnos. Fin. Elegimos una y la grabamos (sí, la butaca, el pedalier y la columna de dirección tienen memoria).Las retenciones nos permitieron comprobar que, a pesar del elevado peso del conjunto, se mueve bien a bajas revoluciones. Hay un momento de pereza justo en la arrancada, pero a partir de que la aguja del cuentavueltas sobrepasa las 1.500 rpm, todo atisbo de impotencia queda en el olvido.En Madrid no tenemos la típica campiña inglesa por lo que nos tenemos que desplazar a la zona de la Sierra para valorar las actitudes de este Jaguar. Las conclusiones, de aprobado alto. Sus grandes neumáticos (245/45 en llanta 18) permiten un agarren más que notable, evitando cualquier atisbo de deriva. Eso hace que nuestra confianza crezca giro a giro y enfrentemos cada curva más seguros de que el coche no nos va a fallar. En esta sensación se hace imprescindible la suspensión deportiva (de serie en este acabado Sport), que incluye unos muelles de mayor firmeza y un recorrido menor, y el programa CATS (opcional), que, mediante una red de sensores, evalúa nuestra manera de conducir y las condiciones del firme y calibra los amortiguadores para garantizar comodidad y eficacia, algo que consigue generalmente.Con todo y eso, las zonas sinuosas no son de su agrado (más bien parece no querer rebajarse a transitar por ellas) y muestra algo de torpeza en las curvas demasiado cerradas. El hecho de que estemos ante un propulsión trasera no lo convierte en peligroso en estos trazados, pues el bastidor cumple con creces ya que está acostumbrado a lidiar con sus hermanos de gama, sobre todo los V8, de mayor peso, empuje y potencia.