Ford Mondeo 3.0 V6 ST 220 4p

Uno está acostumbrado a los Mondeo “normales": TDdi, TDci, 1.8... Por esta costumbre, uno sabe que el bastidor de este modelo es uno de los mejores del mercado de las berlinas medias. Sabe también que, en función de qué motor lleve, el coche puede resultar tremendamente ágil y divertido. Por todo esto, de antemano, cuesta creer que el ST 220 pueda mejorar mucho este buen concepto. Y, sin embargo, tras los primeros kilómetros a sus mandos, todos los otros hermanos de gama se revelan como simples ensayos. Este coche tiene la fórmula definitiva.

Ford Mondeo 3.0 V6 ST 220 4p
Ford Mondeo 3.0 V6 ST 220 4p

El bastidor del Mondeo era hasta ahora la “prima donna" de este modelo. Uno cogía un Mondeo y el motor podía ser mejor o peor, pero la plataforma respondía siempre con una solvencia intachable. Ese activo se mantiene en el ST 220, pero ya no es el protagonista. Ahora el Do de pecho lo da el motor, ese V6 de tres litros que nuestro banco de potencia ha estirado hasta los 216,2 CV, siete por debajo de lo anunciado, y los 27 mkg de par motor, muy por debajo de lo previsto. Pese a no cumplir con las cifras oficiales, esta máquina resulta espectacular. Su funcionamiento entusiasma.

El motor Duratec V6 de 220 CV es una de esas máquinas excepcionales que reconcilian a una marca con sus "aficionados". Tras años de explotar las partes más comerciales de su infraestructura, con motores turbodiésel y gasolina de bajo consumo, en Ford se dan un gusto y ponen a la venta una poderosa joya mecánica. Este tres litros con V a 60º es una máquina que no deja indiferente. La simple observación de sus curvas de potencia y par lo dice todo. La potencia traza una línea completamente recta, como una flecha, que se dispara hasta casi los 220 CV y que muere allá por las 6.330 rpm. El motor empuja siempre y no es en absoluto brusco, sino contundente, muy contundente. A simple punta de gas se mantienen buenos cruceros, casi de 160 km/h gracias a una quinta larga y desahogada. A poco que apretemos el acelerador, la aguja sobrepasa esa cantidad holgadamente y nos colocamos a ritmos más que vivos. La aguja sube como loca en un abrir y cerrar de ojos a zonas poco recomendables. Esta reserva perpetua de fuerza bajo el pie derecho nos permite cubrir distancias enormes sin acordarnos de la palanca de cambios (de magnífico tacto deportivo: rápido y preciso) y sin que nos importen los desniveles del terreno.

Las prestaciones del coche están en consonancia con este corazón. Un 0-100 de 7,6 segundos es una más que aceptable marca y las recuperaciones, quizá su punto más fornido, resultan fulgurantes. Los consumos no se disparan demasiado y se sitúan en una media de 9,8 litros a los 100, una cifra prudente para un propulsor de 3.000 centímetros cúbicos.