La vida prestada
Con tanto gusto por mezclar conceptos, se nos acaban los nombres para etiquetar a los coches. ¿Qué es el Fusion? ¿Un utilitario? ¿Un subcompacto? ¿Un compacto elevado? ¿Un monovolumen pequeño? ¿Una berlina familiar de bolsillo? La verdad es que resulta difícil quedarse con una definición válida. Por tamaño exterior, es un utilitario. Por espacio interior, sobre todo altura, es un monovolumen. Por comodidad y facilidades para los viajeros está entre el monovolumen y el compacto o la berlina pequeña.
Como se puede deducir, la idea que anima estos coches es satisfacer todo tipo de necesidades y barrer todo el público que puedan. Son, en ese sentido, coches escoba.
Al construir una carrocería tan grande sobre la plataforma del Fiesta y añadirle un mayor voladizo trasero, se obtiene una transformación muy llamativa que se deja notar en todo el interior del coche. En la parte delantera sorprende la postura de conducción elevada. Desde los asientos delanteros se tiene la impresión de ir en un monovolumen grande, una impresión acentuada por la amplia superfice acristalada. El salpicadero plano y despejado también alimenta estas sensaciones. Atrás todavía se gana más. El incremento de altura permite que las paredes del coche sean más rectas y, por tanto, que haya más anchura dentro. Esto se traduce en más espacio en el asiento y, de paso, en una mejora en las demás cotas, sobre todo en altura libre al techo y espacio para las rodillas. Por último, esta carrocería del Fusion deja un enorme hueco para el maletero, que, además, goza de un acceso fácil, a poca altura, y de una boca de carga tan grande como el portón.En Ford han concebido el Fusion como un coche orientado al ocio y al disfrute. Por esta razón, su equipamiento es especial y su distribución interior está condicionada. El habitáculo gira en torno al eje que conforman el equipo de sonido, el sofisticado sistema multimedia y el original cajón-reposabrazos que va en el asiento trasero.
Este elemento, una mezcla de armario y consola, ocupa la plaza central y esconde varias guanteras y portavasos. Para recuperar el asiento, basta con tirar de un pequeño tirador frontal, quitar el “armarito" y poner en su lugar la banqueta, que va guardada en una bolsa en el maletero.
Por lo demás, el equipamiento de serie de esta versión cuenta con las llantas de aleación ligera de 17 pulgadas, molduras y parrilla especiales, airbag de conductor y acompañante, aire acondicionado, mandos del sonido en el volante, faros antiniebla y ABS.
Para contar con el airbag lateral, hay que añadir 420 euros a los 15.820 que cuesta el Fusion de serie. Si, además, queremos control de tracción, desembolsaremos 580 euros más. El equipo de navegación por satélite que llevaba nuestra unidad cuesta 1.600 euros, mientras que el sofisticado dispositivo multimedia se pone en 1.500 euros más.
Todo este conjunto de opciones y elementos de serie se combina con un acabado bastante bueno que, sin embargo, no cuenta con materiales de primera calidad. Nos ha disgustado, sobre todo, la profusión de plásticos duros que compone el salpicadero. Demasiado pobre para un coche que apunta maneras de familiar. Este Fusion dispone de un apartado en su equipamiento que se ha hecho ya habitual en la gama Ford. Se trata del equipo multimedia, que permite reproducir CD, DVD y archivos mp3. El núcleo del sistema es una consola que va anclada al techo justo entre los dos asientos delanteros, pero accesible únicamente desde las plazas traseras. Esta consola lleva una inteligente pantalla plegable de cristal líquido y, como solución más interesante, dos auriculares inalámbricos que permiten seguir las películas, la música o los videojuegos sin que el sonido interfiera en la conducción.
Además, las lunas traseras van tintadas. Esto, por un lado, impide que el sol se refleje en la pantalla y, por otro, oculta la consola a los ojos de los amigos de lo ajeno.
La presencia cada vez más común de este tipo de equipos en los coches hace que se abaraten mucho. Hace unos años, un lector de estas características pertenecía a las gamas altas. Ahora, lo puede llevar un coche pequeño, con alma de utilitario y vocación de familiar.
Además, estos aparatos también nos hablan de cómo va cambiando la utilización que la gente da a los coches y de cómo se transforma el concepto de viaje. Es, sin duda, un anticipo del futuro.
La vida prestada
Con tanto gusto por mezclar conceptos, se nos acaban los nombres para etiquetar a los coches. ¿Qué es el Fusion? ¿Un utilitario? ¿Un subcompacto? ¿Un compacto elevado? ¿Un monovolumen pequeño? ¿Una berlina familiar de bolsillo? La verdad es que resulta difícil quedarse con una definición válida. Por tamaño exterior, es un utilitario. Por espacio interior, sobre todo altura, es un monovolumen. Por comodidad y facilidades para los viajeros está entre el monovolumen y el compacto o la berlina pequeña.
Como se puede deducir, la idea que anima estos coches es satisfacer todo tipo de necesidades y barrer todo el público que puedan. Son, en ese sentido, coches escoba.
Al construir una carrocería tan grande sobre la plataforma del Fiesta y añadirle un mayor voladizo trasero, se obtiene una transformación muy llamativa que se deja notar en todo el interior del coche. En la parte delantera sorprende la postura de conducción elevada. Desde los asientos delanteros se tiene la impresión de ir en un monovolumen grande, una impresión acentuada por la amplia superfice acristalada. El salpicadero plano y despejado también alimenta estas sensaciones. Atrás todavía se gana más. El incremento de altura permite que las paredes del coche sean más rectas y, por tanto, que haya más anchura dentro. Esto se traduce en más espacio en el asiento y, de paso, en una mejora en las demás cotas, sobre todo en altura libre al techo y espacio para las rodillas. Por último, esta carrocería del Fusion deja un enorme hueco para el maletero, que, además, goza de un acceso fácil, a poca altura, y de una boca de carga tan grande como el portón.En Ford han concebido el Fusion como un coche orientado al ocio y al disfrute. Por esta razón, su equipamiento es especial y su distribución interior está condicionada. El habitáculo gira en torno al eje que conforman el equipo de sonido, el sofisticado sistema multimedia y el original cajón-reposabrazos que va en el asiento trasero.
Este elemento, una mezcla de armario y consola, ocupa la plaza central y esconde varias guanteras y portavasos. Para recuperar el asiento, basta con tirar de un pequeño tirador frontal, quitar el “armarito" y poner en su lugar la banqueta, que va guardada en una bolsa en el maletero.
Por lo demás, el equipamiento de serie de esta versión cuenta con las llantas de aleación ligera de 17 pulgadas, molduras y parrilla especiales, airbag de conductor y acompañante, aire acondicionado, mandos del sonido en el volante, faros antiniebla y ABS.
Para contar con el airbag lateral, hay que añadir 420 euros a los 15.820 que cuesta el Fusion de serie. Si, además, queremos control de tracción, desembolsaremos 580 euros más. El equipo de navegación por satélite que llevaba nuestra unidad cuesta 1.600 euros, mientras que el sofisticado dispositivo multimedia se pone en 1.500 euros más.
Todo este conjunto de opciones y elementos de serie se combina con un acabado bastante bueno que, sin embargo, no cuenta con materiales de primera calidad. Nos ha disgustado, sobre todo, la profusión de plásticos duros que compone el salpicadero. Demasiado pobre para un coche que apunta maneras de familiar. Este Fusion dispone de un apartado en su equipamiento que se ha hecho ya habitual en la gama Ford. Se trata del equipo multimedia, que permite reproducir CD, DVD y archivos mp3. El núcleo del sistema es una consola que va anclada al techo justo entre los dos asientos delanteros, pero accesible únicamente desde las plazas traseras. Esta consola lleva una inteligente pantalla plegable de cristal líquido y, como solución más interesante, dos auriculares inalámbricos que permiten seguir las películas, la música o los videojuegos sin que el sonido interfiera en la conducción.
Además, las lunas traseras van tintadas. Esto, por un lado, impide que el sol se refleje en la pantalla y, por otro, oculta la consola a los ojos de los amigos de lo ajeno.
La presencia cada vez más común de este tipo de equipos en los coches hace que se abaraten mucho. Hace unos años, un lector de estas características pertenecía a las gamas altas. Ahora, lo puede llevar un coche pequeño, con alma de utilitario y vocación de familiar.
Además, estos aparatos también nos hablan de cómo va cambiando la utilización que la gente da a los coches y de cómo se transforma el concepto de viaje. Es, sin duda, un anticipo del futuro.