El Focus C-Max es todo un éxito (¿quién lo duda?), pero Ford ha querido dar una nueva vuelta de tuerca a su monovolumen y “reinventarlo" para todos aquellos que desean prestaciones y una imagen deportiva. ¿Por qué no arriesgarse a juntar conceptos como “familiar" y “sport"?En principio, parecen términos excluyentes, pero las últimas tendencias del mercado demuestran que las mezclas, cuanto más explosivas, mejor. Para muestra, un botón: el Seat Altea, en el que también se unen el dinamismo y la habitabilidad, se ha merecido los elogios de la mayoría de la prensa especializada. Cierto es que tiene un punto menos de monovolumen que el C-Max, pero la idea es similar y funciona.No se trata sólo de remozar la imagen de este Focus con aditamentos aerodinámicos y llantas más grandes (que también se han utilizado); la versión Sport se gana su nombre gracias al motor Duratec 2.0 de 145 CV, que también está presente en el Mondeo. Este “recién llegado" permite a la firma del óvalo matar dos pájaros de un tiro: el propulsor configura un nuevo acabado, pero también amplía la oferta de mecánicas de gasolina, que en el C-Max se limitaba al motor 1.6. Con éste, el Focus reunía, punto por punto, las cualidades buscadas comúnmente en un monovolumen: comodidad para los pasajeros, un gasto de combustible contenido y un comportamiento tranquilo y aplomado. Pero –ya lo indicamos en su día- el propulsor se quedaba algo corto para mover los 1.450 kilos del vehículo, sobre todo, teniendo en cuenta el excelente trabajo del chasis. En la versión Sport no hay notas discordantes. Ford ha subrayado el mayor carácter que el nuevo propulsor imprime al vehículo con un completo “kit" aerodinámico. En él no faltan los faldones laterales, un paragolpes más pronunciado, un discreto alerón o los faros antiniebla, incluidos en el equipamiento de serie de este C-Max. El moderado ejercicio de tuning cumple su cometido: la imagen es deportiva y no resulta extraña en un monovolumen cuyo comportamiento satisface las expectativas que crea.Aunque, en un primer momento, podemos sentirnos algo decepcionados con el “tirón" del motor, es cuestión de tener un poco de paciencia. Lo mejor llega a partir de las 4.000 revoluciones, cuando la mecánica entrega su par máximo (que nuestro Centro Técnico ha cifrado en 18,4 mkg) y lo mantiene sin agobios. Entonces disfrutaremos del buen hacer de este C-Max en las autopistas, su terreno natural.Marchar a velocidades respetables es una grata experiencia, pues la versión Sport de este Ford no es excesivamente rumorosa y su pisada es firme. Los neumáticos empleados para “calzar" este automóvil, montados sobre una llanta de 17 pulgadas, tienen una medida de 205/50. La superficie en contacto con la carretera es mayor que la que ofrecen las cubiertas de serie del resto de la gama, lo que matiza algunas de las peculiaridades de su comportamiento. Así, aunque la suspensión no se ha modificado (sería deseable una amortiguación que contuviera los balanceos con mayor firmeza), la pisada se nota más aplomada, lo que permitirá que nos inscribamos decididamente en las curvas. Otro de los elementos que juega a favor del buen talante del C-Max Sport es su excelente plataforma. Aunque ya conocemos la estabilidad que confiere al vehículo, siempre nos sorprende agradablemente, actuando con eficacia en los tramos más complicados y aportando una gran nobleza a su comportamiento. Los “peros" llegarán cuando la carretera o el tráfico nos obliguen a reducir nuestro ritmo. A la hora de restablecerlo, echaremos en falta algo de brío en la mecánica, con 140 CV, según las mediciones de nuestro Centro Técnico. Tras bajar una marcha, la aguja volverá a subir suavemente por el cuentarrevoluciones y nos proporcionará unas prestaciones aceptables en un vehículo de estas dimensiones y peso: tardará 13,6 segundos en pasar de 80 a 120 km/h en cuarta. El consumo del C-Max Sport no puede tacharse de contenido: el gasto medio de carburante llega a los 9,1 litros/100 kilómetros y está lejos de la cifra oficial (7,3 l/100 km). No hay que echar la culpa exclusivamente al motor; también debemos tener en cuenta que el amplio frontal del coche penaliza este apartado.Utilizar la caja de cambios para mantener un ritmo constante nos ha permitido redescubrir otra de las virtudes de los C-Max: el excelente manejo de la palanca de cambios, situada en la consola central. Al estar más cerca de la mano del conductor, se gana rapidez y precisión a la hora de variar las relaciones. Algunos de los rivales del C-Max Sport, como el Citroën Xsara Picasso 2.0, cuentan con un cambio automático. Este elemento no está disponible en esta versión del Focus y –justo es decirlo- pocos lo echarán de menos.
Ford Focus C-Max 2.0 Sport
Motores Diesel en vehículos deportivos, cambios automáticos que no están reñidos con la búsqueda de prestaciones y, ahora, llega el monovolumen “Sport". Ya se sabe, los polos opuestos (que, en breve, dejarán de serlo) se atraen.
