Fiat se ha tomado tantas molestias con el Stilo, que le ha concedido dos personalidades completamente distintas para las versiones de 5 y de 3 puertas. El modelo de tres puertas está orientado a un público más joven, tanto por su configuración como por su diseño mucho más musculoso. Pasos de ruedas anchos, una carrocería muy alta (sólo aventajada por los 1,51 metros del Peugeot 307), grandes grupos ópticos y un cuerpo perfilado por dos grandes aristas revelan que los diseñadores de la marca han realizado todo un esfuerzo estilístico. Eso sí, el Stilo muestra, a nuestro juicio, sus verdaderos encantos cuando abre sus puertas. Cada centímetro, para bien o para mal, rezuma personalidad: ¡hasta los ganchos del maletero están cromados! En definitiva, desde Italia, nos llega un modelo vestido a todo lujo, pero su motor no es precisamente el que elegirían Schumacher y Barrichello para hacer el anuncio televisivo del mismo.
Fiat ha decidido que el motor de gasolina de acceso a la gama sea el 1.6 de 16 válvulas y 103 CV, un propulsor heredado de los anteriores Bravo/Brava y al que se le han hecho las modificaciones oportunas. Esta configuración mecánica es muy frecuente entre sus rivales, pero las virtudes de estos propulsores cambian notablemente dependiendo del peso del vehículo y de la relación de marchas del mismo. En el Stilo, el peso es todo un handicap, sobrepasa los 1.200 kilos, mientras que sus rivales (si exceptuamos el Astra) no alcanzan esta barrera, aunque las diferencias no son muy notables. Eso sí, los desarrollos acentúan algo más las cosas. La cuarta parece inacabable, por lo que para realizar algún adelantamiento debemos recurrir, casi obligatoriamente, al cambio; lo cual no supone un gran problema, ya que, tanto por tacto, como por manejo, nos resultó muy cómodo.
Tampoco sorprende con una patada de potencia a bajo régimen y, al arrancar, se puede mostrar algo más remolón que modelos con el mismo motor y similar peso.
Aunque, gracias a este propulsor, se defiende perfectamente por vías rápidas, resulta bastante sigiloso y no consume en exceso (precisa una media de ocho litros para recorrer 100 kilómetros).Pero, desengañémonos, en autopista no se debe ir a más de 120 km/h y, en ciudad, salvo excepciones, no solemos afrontar las empinadas calles de San Francisco con el maletero lleno y tres niños en la parte de atrás: eso sí, si nos vemos obligados a hacerlo, el Stilo responderá correctamente.