No es sólo el hecho de enfrentar un motor de 1,2 litros -multiválvula, es cierto- con un 1.6 o que exista una diferencia de casi 20 CV, pues el 206 ha superado en banco la potencia oficial y el Punto se queda por debajo. Basta echar un vistazo a la curva de par de ambos para constatar que, a tan sólo 1.500 rpm, el 206 ya desarrolla 117 Nm, ligeramente por encima de lo que puede llegar a dar el Punto. En resumen, el modelo italiano necesita "tirar del cambio" para seguir el ritmo del francés, y no lo consigue del todo. Si las diferencias en aceleración no resultan determinantes (medio segundo en el 0-100 km/h y ocho décimas en el kilómetro con salida parada), a la hora de analizar las recuperaciones en cuarta y quinta el 206 "fríe" literalmente al Punto. Además, en lo que se refiere a capacidad para subir de vueltas y motricidad, el Peugeot supera sin problemas al Punto, sobre todo en el primer aspecto. Y ya que hemos citado el cambio, hemos de decir que en precisión y suavidad gana el modelo francés, pero en rapidez están a la par. En cuanto a los frenos, mejores resultados de nuevo para el 206, no ya por las distancias conseguidas sino por el equilibrio del conjunto. En cualquier caso, ambos aguantan el trabajo duro con relativa facilidad. En cuanto al precio, si igualamos el equipamiento de los dos, con aire acondicionado -en oferta para el Fiat-, doble airbag frontal y ABS, el Punto sigue siendo 173.000 pesetas más barato -sin contar con el descuento citado en el italiano-, aunque no puede llevar equipo de audio con mandos en el volante ni las llantas de aleación del 206. Claro que el Fiat lleva ordenador de a bordo de serie, aunque el consumo lo da en kilómetros por litro -no en l/100 km- por lo que, después de mirar el dato, uno se queda un rato dándole vueltas a la cabeza para saber lo que ha gastado el coche en cifras "homologables". Por cierto, ambos coinciden en el precio de las opciones de aire acondicionado y ABS (150.000 y 75.000 pesetas, respectivamente). Además, aunque parezca lo contrario, el Fiat está incluso mejor equipado en cuestión de detalles que el Peugeot, como demuestra el funcionamiento de los elevalunas sin necesidad de introducir la llave de contacto o el dispositivo de apagado retardado de las luces. Y eso sin citar la dirección de asistencia electrohidráulica variable, una auténtica bendición a la hora de aparcar. Ojo al precio final, pues la oferta oficial de Fiat deja un precio muy bueno, contra el que el Peugeot lo tiene difícil si no hay «contraoferta» en el concesionario. Los dos pueden ser opciones más que recomendables frente a las versiones turbodiésel de inyección directa (JTD y HDi). Desde el punto de vista dinámico, las variantes de gasóleo tienen un comportamiento parecido, pero corren más y gastan menos. Sin embargo, esta supuesta panacea se desvanece por cuestiones económicas: tanto el JTD como el HDi se autoeliminan con diferencias superiores a las 300.000 pesetas respecto a sus hermanos de gasolina. En resumen, acertará al comprar el 206 quien mire más por las prestaciones y el comportamiento ágil y divertido para disfrutar al volante sin importarle la diferencia de precio. Pero quien busque un coche algo mejor equipado (más bien detalles), más amplio y con unas reacciones nobles en todo momento debe poner sus ojos en el Punto. No es sólo el hecho de enfrentar un motor de 1,2 litros -multiválvula, es cierto- con un 1.6 o que exista una diferencia de casi 20 CV, pues el 206 ha superado en banco la potencia oficial y el Punto se queda por debajo. Basta echar un vistazo a la curva de par de ambos para constatar que, a tan sólo 1.500 rpm, el 206 ya desarrolla 117 Nm, ligeramente por encima de lo que puede llegar a dar el Punto. En resumen, el modelo italiano necesita "tirar del cambio" para seguir el ritmo del francés, y no lo consigue del todo. Si las diferencias en aceleración no resultan determinantes (medio segundo en el 0-100 km/h y ocho décimas en el kilómetro con salida parada), a la hora de analizar las recuperaciones en cuarta y quinta el 206 "fríe" literalmente al Punto. Además, en lo que se refiere a capacidad para subir de vueltas y motricidad, el Peugeot supera sin problemas al Punto, sobre todo en el primer aspecto. Y ya que hemos citado el cambio, hemos de decir que en precisión y suavidad gana el modelo francés, pero en rapidez están a la par. En cuanto a los frenos, mejores resultados de nuevo para el 206, no ya por las distancias conseguidas sino por el equilibrio del conjunto. En cualquier caso, ambos aguantan el trabajo duro con relativa facilidad. En cuanto al precio, si igualamos el equipamiento de los dos, con aire acondicionado -en oferta para el Fiat-, doble airbag frontal y ABS, el Punto sigue siendo 173.000 pesetas más barato -sin contar con el descuento citado en el italiano-, aunque no puede llevar equipo de audio con mandos en el volante ni las llantas de aleación del 206. Claro que el Fiat lleva ordenador de a bordo de serie, aunque el consumo lo da en kilómetros por litro -no en l/100 km- por lo que, después de mirar el dato, uno se queda un rato dándole vueltas a la cabeza para saber lo que ha gastado el coche en cifras "homologables". Por cierto, ambos coinciden en el precio de las opciones de aire acondicionado y ABS (150.000 y 75.000 pesetas, respectivamente). Además, aunque parezca lo contrario, el Fiat está incluso mejor equipado en cuestión de detalles que el Peugeot, como demuestra el funcionamiento de los elevalunas sin necesidad de introducir la llave de contacto o el dispositivo de apagado retardado de las luces. Y eso sin citar la dirección de asistencia electrohidráulica variable, una auténtica bendición a la hora de aparcar. Ojo al precio final, pues la oferta oficial de Fiat deja un precio muy bueno, contra el que el Peugeot lo tiene difícil si no hay «contraoferta» en el concesionario. Los dos pueden ser opciones más que recomendables frente a las versiones turbodiésel de inyección directa (JTD y HDi). Desde el punto de vista dinámico, las variantes de gasóleo tienen un comportamiento parecido, pero corren más y gastan menos. Sin embargo, esta supuesta panacea se desvanece por cuestiones económicas: tanto el JTD como el HDi se autoeliminan con diferencias superiores a las 300.000 pesetas respecto a sus hermanos de gasolina. En resumen, acertará al comprar el 206 quien mire más por las prestaciones y el comportamiento ágil y divertido para disfrutar al volante sin importarle la diferencia de precio. Pero quien busque un coche algo mejor equipado (más bien detalles), más amplio y con unas reacciones nobles en todo momento debe poner sus ojos en el Punto.
Fiat Punto 1.2 16V ELX 3P / Peugeot 206 XS 3P
El brillo de lo discreto. No son las versiones más deportivas ni tienen un motor «a la moda TDi». Pero, en sus respectivas gamas, uno frente a otro, ofrecen argumentos de sobra para ser considerados una muy buena compra.
