Fiat Panda 1.3 JTD Multijet

El Panda Diesel es un coche que nos ha conquistado. Su sobriedad y el buen funcionamiento de su motor, junto a un precio bastante ajustado, hacen de él una opción preferente para ciudad y algo más.

Fiat Panda 1.3 JTD Multijet
Fiat Panda 1.3 JTD Multijet

Si entramos a valorar el comportamiento dinámico del Panda, la gran conclusión es que estamos ante un utilitario de maneras muy nobles y predecibles, lo que podíamos denominar como un coche de conducción fácil. Claramente subvirador, da muestras de agilidad tanto a la hora de circular por el tupido tráfico de la gran ciudad como cuando tiene que afrontar los giros de menor radio en carretera. En éstos últimos, su actitud es muy previsible y cuando notamos que se nos va mucho “de morro", simplemente levantando el pie del acelerador, se corregirá este exceso sin ningún mal modo del tren trasero. De esa manera, en zonas de curvas, y sabiendo jugar con las inercias y los cambios de apoyo y tomándole el pulso a la dirección, puede convertirse en un automóvil divertido de conducir. La dirección, como decimos, requiere un pequeño proceso de adaptación, ya que es algo lenta y su precisión no es de las mejores. Sin embargo, es muy destacable su función City, que, mediante la pulsación de un botón, permite ganar en asistencia, algo que sabremos apreciar a la hora de maniobrar en ciudad o aparcar. Para parar al Panda contamos con un equipo de frenos que, a pesar de transmitirnos unas sensaciones correctas, no logra unas distancias de frenado buenas. Así, desde 140 km/h se detiene en 80,4 metros en su mejor medición, con una resistencia de los frenos que no es destacable. Esta cifra es más criticable si tenemos en cuenta lo contenido del peso de esta versión (algo más de 1.000 kg) y que equipa ABS, lo que debería reducir las distancias de frenado, al no bloquearse las ruedas. El interior es uno de los puntos que menos nos ha gustado del conjunto. Es cierto que estamos ante un coche popular y con el que hay que ser más condescendiente, pero, aun así, no nos ha convencido mucho la calidad de los plásticos utilizados. Tienen un tacto demasiado rígido, que no es sinónimo de durabilidad, al mismo tiempo, algunos mandos no nos parece que vayan a durar en exceso si los sometemos a un uso extensivo. Claro ejemplo de ello, es el regulador de altura del asiento del conductor, que, al mismo tiempo, está colocado en una posición que no nos parece la mejor, tras la palanca de cambios. El diseño, no obstante, sí nos ha gustado. Es bastante simple, eso sí, pero la mayoría de los elementos está muy a mano, destacando la posición de la palanca de cambios, en el salpicadero. En este sentido, la posición de la parte baja de la consola central que, por su tamaño, nos roba espacio y, si somos altos, provoca que choquemos nuestra rodilla con ella. Los asientos ofrecen un agarre correcto, aunque tienen como “defectillo" que la banqueta no desciende en altura de manera solidaria con el respaldo, por lo que la zona baja de la espalda queda al aire. Por lo demás, el espacio en el interior es un bien preciado que no sobra. En las plazas delanteras existe una pequeña sensación de claustrofobia, fomentada por una anchura justa más que por altura, mientras que en la zona trasera está especialmente indicada para dos personas, a pesar de que opcionalmente, por 70 euros, podemos hacer que se homologue para tres. Sean dos o tres las personas que viajen en esta zona, la habitabilidad es la justa. El maletero, teniendo en cuenta las dimensiones del vehículo, no es para tirar cohetes. Con 170 litros de capacidad supera a casi todos sus rivales, aunque está por debajo de las medidas de un Agila o un Wagon R , que tienen un perfil más de monovolumen, En un uso práctico, podemos transportar un par de maletas de tamaño pequeño y poco más. En cuanto al equipamiento, es uno de los apartados más destacado del Panda. De serie, cumple a secas, con elementos como ABS, dirección asistida, elevalunas eléctricos delanteros, cierre centralizado y airbag de conductor. No obstante, lo más destacado es el hecho de que podemos completar este utilitario a nuestro gusto con innumerables opciones, algunas de las cuales pertenecían hasta hace poco a vehículos de segmentos superiores. Así, nos encontramos con el climatizador bizona (1.050 euros), radio CD con MP3 (365), control de estabilidad (420) sensor de aparcamiento (180) o techo practicable (630), entre otros. En resumen, un modelo no tan básico como parece, sobre todo si invertimos euros en ello, y que posee unas aptitudes que le hacen responder notablemente en ciudad y bastante bien fuera de ella. Si entramos a valorar el comportamiento dinámico del Panda, la gran conclusión es que estamos ante un utilitario de maneras muy nobles y predecibles, lo que podíamos denominar como un coche de conducción fácil. Claramente subvirador, da muestras de agilidad tanto a la hora de circular por el tupido tráfico de la gran ciudad como cuando tiene que afrontar los giros de menor radio en carretera. En éstos últimos, su actitud es muy previsible y cuando notamos que se nos va mucho “de morro", simplemente levantando el pie del acelerador, se corregirá este exceso sin ningún mal modo del tren trasero. De esa manera, en zonas de curvas, y sabiendo jugar con las inercias y los cambios de apoyo y tomándole el pulso a la dirección, puede convertirse en un automóvil divertido de conducir. La dirección, como decimos, requiere un pequeño proceso de adaptación, ya que es algo lenta y su precisión no es de las mejores. Sin embargo, es muy destacable su función City, que, mediante la pulsación de un botón, permite ganar en asistencia, algo que sabremos apreciar a la hora de maniobrar en ciudad o aparcar. Para parar al Panda contamos con un equipo de frenos que, a pesar de transmitirnos unas sensaciones correctas, no logra unas distancias de frenado buenas. Así, desde 140 km/h se detiene en 80,4 metros en su mejor medición, con una resistencia de los frenos que no es destacable. Esta cifra es más criticable si tenemos en cuenta lo contenido del peso de esta versión (algo más de 1.000 kg) y que equipa ABS, lo que debería reducir las distancias de frenado, al no bloquearse las ruedas. El interior es uno de los puntos que menos nos ha gustado del conjunto. Es cierto que estamos ante un coche popular y con el que hay que ser más condescendiente, pero, aun así, no nos ha convencido mucho la calidad de los plásticos utilizados. Tienen un tacto demasiado rígido, que no es sinónimo de durabilidad, al mismo tiempo, algunos mandos no nos parece que vayan a durar en exceso si los sometemos a un uso extensivo. Claro ejemplo de ello, es el regulador de altura del asiento del conductor, que, al mismo tiempo, está colocado en una posición que no nos parece la mejor, tras la palanca de cambios. El diseño, no obstante, sí nos ha gustado. Es bastante simple, eso sí, pero la mayoría de los elementos está muy a mano, destacando la posición de la palanca de cambios, en el salpicadero. En este sentido, la posición de la parte baja de la consola central que, por su tamaño, nos roba espacio y, si somos altos, provoca que choquemos nuestra rodilla con ella. Los asientos ofrecen un agarre correcto, aunque tienen como “defectillo" que la banqueta no desciende en altura de manera solidaria con el respaldo, por lo que la zona baja de la espalda queda al aire. Por lo demás, el espacio en el interior es un bien preciado que no sobra. En las plazas delanteras existe una pequeña sensación de claustrofobia, fomentada por una anchura justa más que por altura, mientras que en la zona trasera está especialmente indicada para dos personas, a pesar de que opcionalmente, por 70 euros, podemos hacer que se homologue para tres. Sean dos o tres las personas que viajen en esta zona, la habitabilidad es la justa. El maletero, teniendo en cuenta las dimensiones del vehículo, no es para tirar cohetes. Con 170 litros de capacidad supera a casi todos sus rivales, aunque está por debajo de las medidas de un Agila o un Wagon R , que tienen un perfil más de monovolumen, En un uso práctico, podemos transportar un par de maletas de tamaño pequeño y poco más. En cuanto al equipamiento, es uno de los apartados más destacado del Panda. De serie, cumple a secas, con elementos como ABS, dirección asistida, elevalunas eléctricos delanteros, cierre centralizado y airbag de conductor. No obstante, lo más destacado es el hecho de que podemos completar este utilitario a nuestro gusto con innumerables opciones, algunas de las cuales pertenecían hasta hace poco a vehículos de segmentos superiores. Así, nos encontramos con el climatizador bizona (1.050 euros), radio CD con MP3 (365), control de estabilidad (420) sensor de aparcamiento (180) o techo practicable (630), entre otros. En resumen, un modelo no tan básico como parece, sobre todo si invertimos euros en ello, y que posee unas aptitudes que le hacen responder notablemente en ciudad y bastante bien fuera de ella.