Comparativa: Toyota Yaris 1.0 Sol 3p / Toyota Yaris 1.0 5p Freetronic

Por fin, Toyota ha puesto el empeño necesario para dar cumplida satisfacción a las necesidades y gustos de los usuarios europeos en el segmento de los polivalentes.

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El gigante japonés necesitaba entrar en el mercado europeo con un argumento de peso en la categoría de los polivalentes, que si bien ya no es el más importante en ventas, todavía supone una jugosísima parte del pastel total del negocio de la venta de coches en nuestro continente. La apuesta ha sido muy fuerte con el lanzamiento de su Yaris, no sólo delegando en expertos europeos su diseño, sino implantando una fábrica en tierras francesas, que se encargará en exclusiva de producir Yaris en cantidades masivas. El primer juicio que se hace nada más acercarse al coche suele ser positivo. La mayoría de las personas que lo han visto han celebrado la estética de la carrocería y la simpatía de su imagen, algo muy importante, sobre todo, de cara a un sector -el femenino- de su potencial clientela. Ahondando en plan técnico, el Cx de 0,30 -oficial- es muy bueno para este tipo de coches tan cortos. Lo que sí podemos atestiguar es que el ruido aerodinámico está razonablemente silenciado y sólo en las cercanías de la velocidad máxima -rozando los 160 km/h- los espejos retrovisores chillan de forma inquietante debido a unas vibraciones anormalmente elevadas. El vistazo exterior también nos llama la atención sobre otra de las características importantes del Yaris. El nuevo Toyota es un coche más alto que la mayoría de sus rivales del segmento. Y esta altura se significa en muchos apartados de utilización del coche. El primero se nos desvela nada más sentarnos en él. Dentro del Yaris se va inusualmente holgado -no a lo ancho, pues esta cota no es muy generosa- y bien sentado, para lo que es habitual en un coche de esta longitud. Es fácil entenderlo. Si disponemos de más centímetros a lo alto, podemos sentar a sus ocupantes de forma más natural, por ejemplo, como en una silla, mientras que, si el techo nos constriñe la cota de altura, deberemos llevar más hacia la horizontal las piernas del ocupante. Esta teoría se traduce en posiciones muy cómodas sobre los asientos, contribuyendo éstos con un buen diseño a un confort más que respetable. Un solo “pero" a este panegírico: en la versión de tres puertas el acceso a las plazas traseras es realmente molesto. No sólo para los que acceden a ellas, sino para los que luego se vuelven a sentar delante, pues el asiento del acompañante no posee memoria de posición, por lo que hay que recolocarlo. El del conductor ni siquiera se adelanta si no se acciona la barra situada bajo la parte delantera del asiento, por lo que es sumamente engorroso intentar hacer pasar a alguien a través de su puerta. El conductor ve acentuado el excelente diseño con una acertada posición básica de los mandos principales, especialmente el volante. Destaca, tanto por la poco agraciada imagen como por su buen funcionamiento, la capilla en forma de boca de tiburón ballena donde se aloja la imagen periscópica -a través de espejo- del tablero digital de instrumentos. Situado en el centro del salpicadero, logra que la adaptación visual necesaria para enfocarla sea notablemente menor que en otros modelos -Twingo, Espace- que también utilizan esta ubicación y con un bien emplazado reposapiés izquierdo, la conducción se muestra realmente gratificante. Antes de abandonar el habitáculo no hay que olvidar que el asiento trasero -completo- se desplaza hacia delante, pudiendo enclavarse en múltiples posiciones intermedias, para ajustarlo a las necesidades puntuales o genéricas de cada usuario, de manera que el corto -200 litros- maletero, pueda crecer hasta un máximo de 290 litros, sin perder el uso del asiento posterior, aunque en este extremo caso sólo niños pequeños pueden hacer uso de él. Puestos en movimiento, el motor de un litro del Yaris se demuestra más que voluntarioso. Con 4 válvulas por cilindro y dos árboles de levas con variador de fase, logra un rendimiento específico de 9,9 mkg/litro, realmente excelente. Lógicamente, con cifras de par que se mueven en casi toda su banda de potencia entre los 8 y 9 mkg, no se pueden esperar aceleraciones fulgurantes. Sin embargo, dentro de su contexto, se muestra suave en su funcionamiento, relativamente silencioso, bastante brioso -sobre todo a partir de 4.000 rpm- y especialmente económico en consumo. Todo ello teniendo que tirar de desarrollos, en 4ª y 5ª, bastante largos. ¿Qué se hubiera ganado acortándolos? Con seguridad no podemos asegurarlo, pero, con la potencia disponible, creemos que poco se habría ganado en prestaciones y, desde luego, no se podrían obtener los magníficos consumos de que hace gala el Yaris. Cambiando algo el tema, sólo añadir que, para aquéllos que puedan sentirse decepcionados por las prestaciones de este Yaris, no debemos olvidar que es el primero de la saga, que continúa con un 1,3 litros de 90 CV -para antes de final de año- además de un 1.6 de 110 CV y un moderno turbodiésel, éstos ya para más adelante. En carretera, el Yaris hace gala de un comportamiento notable frente a las versiones de similar motorización de sus rivales. Bien asentado, resulta bastante ágil en terreno virado, con reacciones previsibles aunque algo delicadas si buscamos su límite de adherencia, situación donde adolece de una cierta falta de amortiguación, como es bastante habitual en versiones con esta motorización dentro de su nutrida competencia. Esta situación se complica en fase de frenada fuerte. Aquí también entra en acción la altura del coche y su falta de ABS. Queremos dejar claro que en una utilización normal, incluso exigente, el coche se comporta con seguridad. Sólo en situaciones extremas -frenadas a tope en trayectoria no muy "limpia" o en cambios de apoyo- conviene tener una sensibilidad y capacidad de conducción superior a la media. Sin duda, la introducción del ABS, que no debería tardar mucho en estar incluido en el equipamiento, podría solucionar este problema puntual. Hablando de frenos, éstos se muestran potentes y resistentes, hasta el punto de que, en una reacción ante una situación imprevista, no es difícil llegar a bloquear los delanteros, dejando las ruedas traseras con poco peso al amorrar mucho el coche, a lo que ayuda una suspensión que cede mucho en esa específica situación, lo que confirma la necesidad de la introducción del ABS. Quizás estemos siendo muy exigentes con esta primera versión del Yaris, pues no olvidemos que es la más básica, pero la "redondez" del modelo en otros capítulos nos obliga a no dejar de lado este punto. De forma global, Toyota no ha revolucionado el segmento de los polivalentes con su Yaris, excepto en el interesante mundo de las garantías, donde sí marca una pauta destacada. Realmente, hoy en día es casi imposible hacerlo, pues parecen haberse utilizado ya todos los recursos habidos y por haber en coches que no pueden superar, en demasía, el millón o millón y medio de pesetas. Sin embargo, sí que ha introducido en su modelo pequeño un conjunto de ideas muy interesantes, algunas que parecen venir del mundo del monovolumen, que potencia la utilidad del coche y la satisfacción del usuario durante su uso. El gigante japonés necesitaba entrar en el mercado europeo con un argumento de peso en la categoría de los polivalentes, que si bien ya no es el más importante en ventas, todavía supone una jugosísima parte del pastel total del negocio de la venta de coches en nuestro continente. La apuesta ha sido muy fuerte con el lanzamiento de su Yaris, no sólo delegando en expertos europeos su diseño, sino implantando una fábrica en tierras francesas, que se encargará en exclusiva de producir Yaris en cantidades masivas. El primer juicio que se hace nada más acercarse al coche suele ser positivo. La mayoría de las personas que lo han visto han celebrado la estética de la carrocería y la simpatía de su imagen, algo muy importante, sobre todo, de cara a un sector -el femenino- de su potencial clientela. Ahondando en plan técnico, el Cx de 0,30 -oficial- es muy bueno para este tipo de coches tan cortos. Lo que sí podemos atestiguar es que el ruido aerodinámico está razonablemente silenciado y sólo en las cercanías de la velocidad máxima -rozando los 160 km/h- los espejos retrovisores chillan de forma inquietante debido a unas vibraciones anormalmente elevadas. El vistazo exterior también nos llama la atención sobre otra de las características importantes del Yaris. El nuevo Toyota es un coche más alto que la mayoría de sus rivales del segmento. Y esta altura se significa en muchos apartados de utilización del coche. El primero se nos desvela nada más sentarnos en él. Dentro del Yaris se va inusualmente holgado -no a lo ancho, pues esta cota no es muy generosa- y bien sentado, para lo que es habitual en un coche de esta longitud. Es fácil entenderlo. Si disponemos de más centímetros a lo alto, podemos sentar a sus ocupantes de forma más natural, por ejemplo, como en una silla, mientras que, si el techo nos constriñe la cota de altura, deberemos llevar más hacia la horizontal las piernas del ocupante. Esta teoría se traduce en posiciones muy cómodas sobre los asientos, contribuyendo éstos con un buen diseño a un confort más que respetable. Un solo “pero" a este panegírico: en la versión de tres puertas el acceso a las plazas traseras es realmente molesto. No sólo para los que acceden a ellas, sino para los que luego se vuelven a sentar delante, pues el asiento del acompañante no posee memoria de posición, por lo que hay que recolocarlo. El del conductor ni siquiera se adelanta si no se acciona la barra situada bajo la parte delantera del asiento, por lo que es sumamente engorroso intentar hacer pasar a alguien a través de su puerta. El conductor ve acentuado el excelente diseño con una acertada posición básica de los mandos principales, especialmente el volante. Destaca, tanto por la poco agraciada imagen como por su buen funcionamiento, la capilla en forma de boca de tiburón ballena donde se aloja la imagen periscópica -a través de espejo- del tablero digital de instrumentos. Situado en el centro del salpicadero, logra que la adaptación visual necesaria para enfocarla sea notablemente menor que en otros modelos -Twingo, Espace- que también utilizan esta ubicación y con un bien emplazado reposapiés izquierdo, la conducción se muestra realmente gratificante. Antes de abandonar el habitáculo no hay que olvidar que el asiento trasero -completo- se desplaza hacia delante, pudiendo enclavarse en múltiples posiciones intermedias, para ajustarlo a las necesidades puntuales o genéricas de cada usuario, de manera que el corto -200 litros- maletero, pueda crecer hasta un máximo de 290 litros, sin perder el uso del asiento posterior, aunque en este extremo caso sólo niños pequeños pueden hacer uso de él. Puestos en movimiento, el motor de un litro del Yaris se demuestra más que voluntarioso. Con 4 válvulas por cilindro y dos árboles de levas con variador de fase, logra un rendimiento específico de 9,9 mkg/litro, realmente excelente. Lógicamente, con cifras de par que se mueven en casi toda su banda de potencia entre los 8 y 9 mkg, no se pueden esperar aceleraciones fulgurantes. Sin embargo, dentro de su contexto, se muestra suave en su funcionamiento, relativamente silencioso, bastante brioso -sobre todo a partir de 4.000 rpm- y especialmente económico en consumo. Todo ello teniendo que tirar de desarrollos, en 4ª y 5ª, bastante largos. ¿Qué se hubiera ganado acortándolos? Con seguridad no podemos asegurarlo, pero, con la potencia disponible, creemos que poco se habría ganado en prestaciones y, desde luego, no se podrían obtener los magníficos consumos de que hace gala el Yaris. Cambiando algo el tema, sólo añadir que, para aquéllos que puedan sentirse decepcionados por las prestaciones de este Yaris, no debemos olvidar que es el primero de la saga, que continúa con un 1,3 litros de 90 CV -para antes de final de año- además de un 1.6 de 110 CV y un moderno turbodiésel, éstos ya para más adelante. En carretera, el Yaris hace gala de un comportamiento notable frente a las versiones de similar motorización de sus rivales. Bien asentado, resulta bastante ágil en terreno virado, con reacciones previsibles aunque algo delicadas si buscamos su límite de adherencia, situación donde adolece de una cierta falta de amortiguación, como es bastante habitual en versiones con esta motorización dentro de su nutrida competencia. Esta situación se complica en fase de frenada fuerte. Aquí también entra en acción la altura del coche y su falta de ABS. Queremos dejar claro que en una utilización normal, incluso exigente, el coche se comporta con seguridad. Sólo en situaciones extremas -frenadas a tope en trayectoria no muy "limpia" o en cambios de apoyo- conviene tener una sensibilidad y capacidad de conducción superior a la media. Sin duda, la introducción del ABS, que no debería tardar mucho en estar incluido en el equipamiento, podría solucionar este problema puntual. Hablando de frenos, éstos se muestran potentes y resistentes, hasta el punto de que, en una reacción ante una situación imprevista, no es difícil llegar a bloquear los delanteros, dejando las ruedas traseras con poco peso al amorrar mucho el coche, a lo que ayuda una suspensión que cede mucho en esa específica situación, lo que confirma la necesidad de la introducción del ABS. Quizás estemos siendo muy exigentes con esta primera versión del Yaris, pues no olvidemos que es la más básica, pero la "redondez" del modelo en otros capítulos nos obliga a no dejar de lado este punto. De forma global, Toyota no ha revolucionado el segmento de los polivalentes con su Yaris, excepto en el interesante mundo de las garantías, donde sí marca una pauta destacada. Realmente, hoy en día es casi imposible hacerlo, pues parecen haberse utilizado ya todos los recursos habidos y por haber en coches que no pueden superar, en demasía, el millón o millón y medio de pesetas. Sin embargo, sí que ha introducido en su modelo pequeño un conjunto de ideas muy interesantes, algunas que parecen venir del mundo del monovolumen, que potencia la utilidad del coche y la satisfacción del usuario durante su uso.