El interior goza de unas buenas cotas de habitabilidad. Quizá la mejor sea la de altura libre para la cabeza. El techo está alto y da bastante holgura y libertad de movimientos. La anchura está también bastante bien conseguida y eso se nota tanto delante como detrás (145 y 141 cm, respectivamente). Los asientos delanteros ofrecen una comodidad muy buena e independencia uno del otro y no son muy cansados en viajes largos, aunque, en el caso del conductor, los pedales quedan algo desalineados con respecto al asiento y el acelerador queda algo desplazado hacia la derecha, obligando a una postura poco ortodoxa del pie derecho. Los traseros, por su parte, admiten bastante bien el crítico quinto pasajero de en medio, porque hay anchura para albergarlo. En este sentido, el C5 berlina es todo comodidad y da la sensación, tanto por dentro como por fuera, de ser un coche más grande de lo que es.
La suspensión hidráulica consigue mantener el coche firmemente en la carretera y eso se agradece. Detiene de forma correcta y con comodidad cualquier oscilación de la carretera y ofrece un balanceo muy muy contenido, e incluso podemos considerarlo nulo en algunas circunstancias, porque se hace imperceptible. Sólo en badenes largos y espaciados, como los que se dan a veces entre las juntas de los puentes, la oscilación longitudinal puede hacerse acusada, porque no se controla debidamente y el coche empieza a balancearse de adelante hacia atrás, aunque estos son casos muy aislados en la práctica y son más acusados cuanto mayor sea la velocidad a la que pasemos. Puede considerarse muy bueno el compromiso entre comportamiento y comodidad que brindan las esferas del circuito hidráulico. Sólo transmite algo de inclinación, muy controlada por otra parte, en curvas muy largas con apoyos fuertes y prolongados a gran velocidad. Si el C5 es un ejemplar casi único en comodidad de suspensiones, también lo es en lujo por la gran cantidad de equipamiento que tiene, más aún si llevamos el navegador instalado, que requiere de un espacio preferente en el centro del salpicadero para la pantalla de cristal líquido. Claro, que todo esto pasa factura a la hora de pasar por caja, siendo de los más caros entre sus rivales, a excepción del Audi A4, mucho más elitista y más potente Los asientos son buenos en cuanto a tamaño y a su fácil regulación, en este caso, por ser eléctricos, cuentan con modificación en altura incluida, además de los otros parámetros (movimiento de banqueta, respaldo, etc.). El cuadro está bien distribuido y lo único que requerirá de nuestra atención por unos minutos será adecuarse a tal cantidad de mandos y botones, especialmente por las múltiples funciones de los asociados con el volante en el primer caso, y de los del navegador y climatizador en el segundo. En el lado negativo, sólo hay que achacarle una dirección algo lenta (más de tres vueltas de volante de lado a lado) y que dobla poco. Por ejemplo, no es singularmente bueno para estacionamientos complicados, donde la dificultad para tomarle las medidas exteriores –que además son grandes y difíciles de visualizar-, el trabajo continuado sobre embrague y acelerador para que no se cale, además del mencionado poco radio de giro, complican bastante las maniobras. Sólo el avisador acústico instalado en el paralgolpes trasero puede ayudarnos bastante, aunque los 25 centímetros que deja de separación hasta que la señal sonora se hace ininterrumpida –momento en el que debiéramos no seguir con la maniobra- son demasiados.