Citroën C4 Coupé 1.6 VTI vs. Renault Mégane Coupé 1.6I

No tienen nada en común, pero C4 1.6i y Mégane 1.6i, en sus respectivas versiones Coupé, parecen hermanos de sangre. Sus atractivas carrocerías no esconden chasis que desborden en deportividad, pero sí en equilibrio, del mismo modo que sus motores de gasolina están concebidos para proporcionar un agradable funcionamiento en el día a día. Citroën y Renault ofrecen, en estos atractivos Coupés, un excelente punto de encuentro para quien valore la línea y no esté dispuesto a pagar demasiado por ello.

Citroën C4 Coupé 1.6 VTI vs. Renault Mégane Coupé 1.6I
Citroën C4 Coupé 1.6 VTI vs. Renault Mégane Coupé 1.6I

Vocación deportiva, línea claramente diferenciadora y motores de gasolina. Pero no hay que llevarse a engaño, porque la principal virtud del Citroën C4 Coupé 1.6 VTi y Renault Mégane Coupé 1.6i es, precisamente, aparentar lo que no son: deportivos en toda regla. Su impacto visual les podrá hacer ganar enteros entre el público más joven, pero su espectro de clientes es realmente más amplio. Abstenerse sólo quién pretenda hacer un uso intensivo de las plazas traseras —no tanto por especio real, sino por accesibilidad a las mismas—. Cualquier otro potencial comprador que busque un compacto de gasolina con el que convivir a diario sin arruinarse —ni en la adquisición ni en el mantenimiento— encontrará en estas versiones probadas un magnífico punto de equilibrio.

Puede que sean coches que enganchen por su estética más de lo que lo hacen otras carrocerías de enfoque más familiar en sus respectivas gamas, aunque su verdadera capacidad de conquista reside en la relación valor/precio de ambos coches, en el balance confort/comportamiento de sus respectivos chasis —puestos a punto más para lo primero que para lo segundo— y en el excelente tacto de sus motores de gasolina de 1.6 litros, firmes alternativas a los Diesel de prestación equivalente, a los que se accedería tanto en el C4 —1.6 HDi y 1.5 105 CV en el caso de Citroën y Renault, respectivamente— tras poner un buen puñado de euros sobre la mesa. Hablando de precios, y destacando lo competitivos que son los del Renault Mégane Coupé 1.6i, no queda más remedio que rendirse a la evidencia y destacar la agresiva política comercial de Citroën con sus productos en general y con el C4 Coupé 1.6 VTi en particular, el cual ofrece no sólo un bajo coste de adquisición, sino también un equipamiento de serie impresionante.

Accedemos al interior. Mientras que Renault no pone acento alguno en la deportividad de este Coupé, en el Citroën C4 nos encontramos, al menos, con unas butacas —forradas de piel en la unidad probada— de marcado perfil y ejemplar agarre, aunque su convivencia con ellas son todo halagos desde el punto de vista del confort. Es Citroën el que, sin llegar a excesos, viste al C4 con notas más deportivas, aunque uno y otro habitáculo respira un aire serio. Destaca el buen acabado general del Mégane, con materiales aparentemente más cuidados. Como contraprestación, el diseño penaliza, —además, como es obvio, de la dificultad del acceso a las plazas posteriores—, la visibilidad hacia atrás en ambos coches, muy especialmente en el C4 debido a la forma del cristal trasero.

Funcionalmente gana Citroën la batalla. Su C4 Coupé ofrece algo más anchura, mejor cota longitudinal y mayor facilidad de acceso debido al gran tamaño de las puertas y al amplio desplazamiento de los asientos delanteros. El Renault Mégane Coupé, a cambio, ofrece más capacidad de maletero. Gana en orden y ergonomía el Mégane, el cual mezcla información digital y analógica en el cuadro de instrumentos. Pese a la reubicación del cuentarrevoluciones en el pantalla central, la profusa información y aglomeración de mandos en el volante de núcleo fijo del Citroën C4 vuelven a desorientarnos durante los primeros instantes de convivencia. Sólo es una mera cuestión de tiempo hasta memorizar todas sus funciones.

Los primeros metros con cada uno de estos coches dejan claro lo enunciábamos al inicio: sus apariencias engañan. El presumible tacto deportivo queda difuminado por un alto grado de confort, siendo el Mégane el modelo que proporciona superior calidad de rodadura. Su dirección, por sola, supone el mayor avance que ha experimentado este remozado chasis, con idénticas geometrías que su predecesor, pero con una rigidez torsional claramente superior. Contrasta su suavidad, precisión y obediencia con la relativa dureza de la empleada por Citroën en C4 Coupé 1.6 VTi, que exige un poco más de esfuerzo, además de no «informar» tanto digerir peor los cambios de dirección en trazado continuamente revirado, sintiéndose algo pesado en el proceso de transferencia de masas.

Claramente más inmediato a las órdenes marcadas, el Mégane también se siente algo más ágil, induciendo un giro de trayectoria certera y securizante, con apoyos muy francos en sus dos trenes rodantes, pese a que su mayor recorrido y suavidad de amortiguación provoque mayor inclinación de carrocería y movimientos verticales previo paso por desarreglos del asfalto. A la elevada seguridad activa de ambos, en parte derivada de la soberbia facilidad de conducción, se suma la presencia de eficientes controles de estabilidad de serie en ambos modelos, de intachable funcionamiento en los dos casos, aunque bastante más restrictivo en el Citroën C4 Coupé 1.6 VTi. Citroën C4 Coupé 1.6 VTI
- Relación valor/precio
- Funcionamiento del motor
- Buen comportamiento

Renault Mégane Coupé 1.6I
- Motor/cambio suave
- Buen tacto de chasis
- Confort general

Citroën C4 Coupé 1.6 VTI
-Mandos del volante confusos
- Sonoridad algo elevada
-Visibilidad hacia atrás

Renault Mégane Coupé 1.6I
-Habitabilidad trasera
-Consumos más elevados
-Sonoridad a altas vueltas

Suavidad por encima de todo

Vocación deportiva, línea claramente diferenciadora y motores de gasolina. Pero no hay que llevarse a engaño, porque la principal virtud del Citroën C4 Coupé 1.6 VTi y Renault Mégane Coupé 1.6i es, precisamente, aparentar lo que no son: deportivos en toda regla. Su impacto visual les podrá hacer ganar enteros entre el público más joven, pero su espectro de clientes es realmente más amplio. Abstenerse sólo quién pretenda hacer un uso intensivo de las plazas traseras —no tanto por especio real, sino por accesibilidad a las mismas—. Cualquier otro potencial comprador que busque un compacto de gasolina con el que convivir a diario sin arruinarse —ni en la adquisición ni en el mantenimiento— encontrará en estas versiones probadas un magnífico punto de equilibrio.

Puede que sean coches que enganchen por su estética más de lo que lo hacen otras carrocerías de enfoque más familiar en sus respectivas gamas, aunque su verdadera capacidad de conquista reside en la relación valor/precio de ambos coches, en el balance confort/comportamiento de sus respectivos chasis —puestos a punto más para lo primero que para lo segundo— y en el excelente tacto de sus motores de gasolina de 1.6 litros, firmes alternativas a los Diesel de prestación equivalente, a los que se accedería tanto en el C4 —1.6 HDi y 1.5 105 CV en el caso de Citroën y Renault, respectivamente— tras poner un buen puñado de euros sobre la mesa. Hablando de precios, y destacando lo competitivos que son los del Renault Mégane Coupé 1.6i, no queda más remedio que rendirse a la evidencia y destacar la agresiva política comercial de Citroën con sus productos en general y con el C4 Coupé 1.6 VTi en particular, el cual ofrece no sólo un bajo coste de adquisición, sino también un equipamiento de serie impresionante.

Accedemos al interior. Mientras que Renault no pone acento alguno en la deportividad de este Coupé, en el Citroën C4 nos encontramos, al menos, con unas butacas —forradas de piel en la unidad probada— de marcado perfil y ejemplar agarre, aunque su convivencia con ellas son todo halagos desde el punto de vista del confort. Es Citroën el que, sin llegar a excesos, viste al C4 con notas más deportivas, aunque uno y otro habitáculo respira un aire serio. Destaca el buen acabado general del Mégane, con materiales aparentemente más cuidados. Como contraprestación, el diseño penaliza, —además, como es obvio, de la dificultad del acceso a las plazas posteriores—, la visibilidad hacia atrás en ambos coches, muy especialmente en el C4 debido a la forma del cristal trasero.

Funcionalmente gana Citroën la batalla. Su C4 Coupé ofrece algo más anchura, mejor cota longitudinal y mayor facilidad de acceso debido al gran tamaño de las puertas y al amplio desplazamiento de los asientos delanteros. El Renault Mégane Coupé, a cambio, ofrece más capacidad de maletero. Gana en orden y ergonomía el Mégane, el cual mezcla información digital y analógica en el cuadro de instrumentos. Pese a la reubicación del cuentarrevoluciones en el pantalla central, la profusa información y aglomeración de mandos en el volante de núcleo fijo del Citroën C4 vuelven a desorientarnos durante los primeros instantes de convivencia. Sólo es una mera cuestión de tiempo hasta memorizar todas sus funciones.

Los primeros metros con cada uno de estos coches dejan claro lo enunciábamos al inicio: sus apariencias engañan. El presumible tacto deportivo queda difuminado por un alto grado de confort, siendo el Mégane el modelo que proporciona superior calidad de rodadura. Su dirección, por sola, supone el mayor avance que ha experimentado este remozado chasis, con idénticas geometrías que su predecesor, pero con una rigidez torsional claramente superior. Contrasta su suavidad, precisión y obediencia con la relativa dureza de la empleada por Citroën en C4 Coupé 1.6 VTi, que exige un poco más de esfuerzo, además de no «informar» tanto digerir peor los cambios de dirección en trazado continuamente revirado, sintiéndose algo pesado en el proceso de transferencia de masas.

Claramente más inmediato a las órdenes marcadas, el Mégane también se siente algo más ágil, induciendo un giro de trayectoria certera y securizante, con apoyos muy francos en sus dos trenes rodantes, pese a que su mayor recorrido y suavidad de amortiguación provoque mayor inclinación de carrocería y movimientos verticales previo paso por desarreglos del asfalto. A la elevada seguridad activa de ambos, en parte derivada de la soberbia facilidad de conducción, se suma la presencia de eficientes controles de estabilidad de serie en ambos modelos, de intachable funcionamiento en los dos casos, aunque bastante más restrictivo en el Citroën C4 Coupé 1.6 VTi. Citroën C4 Coupé 1.6 VTI
- Relación valor/precio
- Funcionamiento del motor
- Buen comportamiento

Renault Mégane Coupé 1.6I
- Motor/cambio suave
- Buen tacto de chasis
- Confort general

Citroën C4 Coupé 1.6 VTI
-Mandos del volante confusos
- Sonoridad algo elevada
-Visibilidad hacia atrás

Renault Mégane Coupé 1.6I
-Habitabilidad trasera
-Consumos más elevados
-Sonoridad a altas vueltas

Suavidad por encima de todo

Vocación deportiva, línea claramente diferenciadora y motores de gasolina. Pero no hay que llevarse a engaño, porque la principal virtud del Citroën C4 Coupé 1.6 VTi y Renault Mégane Coupé 1.6i es, precisamente, aparentar lo que no son: deportivos en toda regla. Su impacto visual les podrá hacer ganar enteros entre el público más joven, pero su espectro de clientes es realmente más amplio. Abstenerse sólo quién pretenda hacer un uso intensivo de las plazas traseras —no tanto por especio real, sino por accesibilidad a las mismas—. Cualquier otro potencial comprador que busque un compacto de gasolina con el que convivir a diario sin arruinarse —ni en la adquisición ni en el mantenimiento— encontrará en estas versiones probadas un magnífico punto de equilibrio.

Puede que sean coches que enganchen por su estética más de lo que lo hacen otras carrocerías de enfoque más familiar en sus respectivas gamas, aunque su verdadera capacidad de conquista reside en la relación valor/precio de ambos coches, en el balance confort/comportamiento de sus respectivos chasis —puestos a punto más para lo primero que para lo segundo— y en el excelente tacto de sus motores de gasolina de 1.6 litros, firmes alternativas a los Diesel de prestación equivalente, a los que se accedería tanto en el C4 —1.6 HDi y 1.5 105 CV en el caso de Citroën y Renault, respectivamente— tras poner un buen puñado de euros sobre la mesa. Hablando de precios, y destacando lo competitivos que son los del Renault Mégane Coupé 1.6i, no queda más remedio que rendirse a la evidencia y destacar la agresiva política comercial de Citroën con sus productos en general y con el C4 Coupé 1.6 VTi en particular, el cual ofrece no sólo un bajo coste de adquisición, sino también un equipamiento de serie impresionante.

Accedemos al interior. Mientras que Renault no pone acento alguno en la deportividad de este Coupé, en el Citroën C4 nos encontramos, al menos, con unas butacas —forradas de piel en la unidad probada— de marcado perfil y ejemplar agarre, aunque su convivencia con ellas son todo halagos desde el punto de vista del confort. Es Citroën el que, sin llegar a excesos, viste al C4 con notas más deportivas, aunque uno y otro habitáculo respira un aire serio. Destaca el buen acabado general del Mégane, con materiales aparentemente más cuidados. Como contraprestación, el diseño penaliza, —además, como es obvio, de la dificultad del acceso a las plazas posteriores—, la visibilidad hacia atrás en ambos coches, muy especialmente en el C4 debido a la forma del cristal trasero.

Funcionalmente gana Citroën la batalla. Su C4 Coupé ofrece algo más anchura, mejor cota longitudinal y mayor facilidad de acceso debido al gran tamaño de las puertas y al amplio desplazamiento de los asientos delanteros. El Renault Mégane Coupé, a cambio, ofrece más capacidad de maletero. Gana en orden y ergonomía el Mégane, el cual mezcla información digital y analógica en el cuadro de instrumentos. Pese a la reubicación del cuentarrevoluciones en el pantalla central, la profusa información y aglomeración de mandos en el volante de núcleo fijo del Citroën C4 vuelven a desorientarnos durante los primeros instantes de convivencia. Sólo es una mera cuestión de tiempo hasta memorizar todas sus funciones.

Los primeros metros con cada uno de estos coches dejan claro lo enunciábamos al inicio: sus apariencias engañan. El presumible tacto deportivo queda difuminado por un alto grado de confort, siendo el Mégane el modelo que proporciona superior calidad de rodadura. Su dirección, por sola, supone el mayor avance que ha experimentado este remozado chasis, con idénticas geometrías que su predecesor, pero con una rigidez torsional claramente superior. Contrasta su suavidad, precisión y obediencia con la relativa dureza de la empleada por Citroën en C4 Coupé 1.6 VTi, que exige un poco más de esfuerzo, además de no «informar» tanto digerir peor los cambios de dirección en trazado continuamente revirado, sintiéndose algo pesado en el proceso de transferencia de masas.

Claramente más inmediato a las órdenes marcadas, el Mégane también se siente algo más ágil, induciendo un giro de trayectoria certera y securizante, con apoyos muy francos en sus dos trenes rodantes, pese a que su mayor recorrido y suavidad de amortiguación provoque mayor inclinación de carrocería y movimientos verticales previo paso por desarreglos del asfalto. A la elevada seguridad activa de ambos, en parte derivada de la soberbia facilidad de conducción, se suma la presencia de eficientes controles de estabilidad de serie en ambos modelos, de intachable funcionamiento en los dos casos, aunque bastante más restrictivo en el Citroën C4 Coupé 1.6 VTi. Citroën C4 Coupé 1.6 VTI
- Relación valor/precio
- Funcionamiento del motor
- Buen comportamiento

Renault Mégane Coupé 1.6I
- Motor/cambio suave
- Buen tacto de chasis
- Confort general

Citroën C4 Coupé 1.6 VTI
-Mandos del volante confusos
- Sonoridad algo elevada
-Visibilidad hacia atrás

Renault Mégane Coupé 1.6I
-Habitabilidad trasera
-Consumos más elevados
-Sonoridad a altas vueltas

Suavidad por encima de todo

Vocación deportiva, línea claramente diferenciadora y motores de gasolina. Pero no hay que llevarse a engaño, porque la principal virtud del Citroën C4 Coupé 1.6 VTi y Renault Mégane Coupé 1.6i es, precisamente, aparentar lo que no son: deportivos en toda regla. Su impacto visual les podrá hacer ganar enteros entre el público más joven, pero su espectro de clientes es realmente más amplio. Abstenerse sólo quién pretenda hacer un uso intensivo de las plazas traseras —no tanto por especio real, sino por accesibilidad a las mismas—. Cualquier otro potencial comprador que busque un compacto de gasolina con el que convivir a diario sin arruinarse —ni en la adquisición ni en el mantenimiento— encontrará en estas versiones probadas un magnífico punto de equilibrio.

Puede que sean coches que enganchen por su estética más de lo que lo hacen otras carrocerías de enfoque más familiar en sus respectivas gamas, aunque su verdadera capacidad de conquista reside en la relación valor/precio de ambos coches, en el balance confort/comportamiento de sus respectivos chasis —puestos a punto más para lo primero que para lo segundo— y en el excelente tacto de sus motores de gasolina de 1.6 litros, firmes alternativas a los Diesel de prestación equivalente, a los que se accedería tanto en el C4 —1.6 HDi y 1.5 105 CV en el caso de Citroën y Renault, respectivamente— tras poner un buen puñado de euros sobre la mesa. Hablando de precios, y destacando lo competitivos que son los del Renault Mégane Coupé 1.6i, no queda más remedio que rendirse a la evidencia y destacar la agresiva política comercial de Citroën con sus productos en general y con el C4 Coupé 1.6 VTi en particular, el cual ofrece no sólo un bajo coste de adquisición, sino también un equipamiento de serie impresionante.

Accedemos al interior. Mientras que Renault no pone acento alguno en la deportividad de este Coupé, en el Citroën C4 nos encontramos, al menos, con unas butacas —forradas de piel en la unidad probada— de marcado perfil y ejemplar agarre, aunque su convivencia con ellas son todo halagos desde el punto de vista del confort. Es Citroën el que, sin llegar a excesos, viste al C4 con notas más deportivas, aunque uno y otro habitáculo respira un aire serio. Destaca el buen acabado general del Mégane, con materiales aparentemente más cuidados. Como contraprestación, el diseño penaliza, —además, como es obvio, de la dificultad del acceso a las plazas posteriores—, la visibilidad hacia atrás en ambos coches, muy especialmente en el C4 debido a la forma del cristal trasero.

Funcionalmente gana Citroën la batalla. Su C4 Coupé ofrece algo más anchura, mejor cota longitudinal y mayor facilidad de acceso debido al gran tamaño de las puertas y al amplio desplazamiento de los asientos delanteros. El Renault Mégane Coupé, a cambio, ofrece más capacidad de maletero. Gana en orden y ergonomía el Mégane, el cual mezcla información digital y analógica en el cuadro de instrumentos. Pese a la reubicación del cuentarrevoluciones en el pantalla central, la profusa información y aglomeración de mandos en el volante de núcleo fijo del Citroën C4 vuelven a desorientarnos durante los primeros instantes de convivencia. Sólo es una mera cuestión de tiempo hasta memorizar todas sus funciones.

Los primeros metros con cada uno de estos coches dejan claro lo enunciábamos al inicio: sus apariencias engañan. El presumible tacto deportivo queda difuminado por un alto grado de confort, siendo el Mégane el modelo que proporciona superior calidad de rodadura. Su dirección, por sola, supone el mayor avance que ha experimentado este remozado chasis, con idénticas geometrías que su predecesor, pero con una rigidez torsional claramente superior. Contrasta su suavidad, precisión y obediencia con la relativa dureza de la empleada por Citroën en C4 Coupé 1.6 VTi, que exige un poco más de esfuerzo, además de no «informar» tanto digerir peor los cambios de dirección en trazado continuamente revirado, sintiéndose algo pesado en el proceso de transferencia de masas.

Claramente más inmediato a las órdenes marcadas, el Mégane también se siente algo más ágil, induciendo un giro de trayectoria certera y securizante, con apoyos muy francos en sus dos trenes rodantes, pese a que su mayor recorrido y suavidad de amortiguación provoque mayor inclinación de carrocería y movimientos verticales previo paso por desarreglos del asfalto. A la elevada seguridad activa de ambos, en parte derivada de la soberbia facilidad de conducción, se suma la presencia de eficientes controles de estabilidad de serie en ambos modelos, de intachable funcionamiento en los dos casos, aunque bastante más restrictivo en el Citroën C4 Coupé 1.6 VTi. Citroën C4 Coupé 1.6 VTI
- Relación valor/precio
- Funcionamiento del motor
- Buen comportamiento

Renault Mégane Coupé 1.6I
- Motor/cambio suave
- Buen tacto de chasis
- Confort general

Citroën C4 Coupé 1.6 VTI
-Mandos del volante confusos
- Sonoridad algo elevada
-Visibilidad hacia atrás

Renault Mégane Coupé 1.6I
-Habitabilidad trasera
-Consumos más elevados
-Sonoridad a altas vueltas

Suavidad por encima de todo