Citroën C3 Picasso 1.6 HDI Airdream Exclusive

Citroën apuesta en la partida que se juega en el segmento de los monovolumen pequeños con su nuevo C3 Picasso. Este modelo aprovecha el espacio al máximo y provee de extrema luminosidad al habitáculo, en aras de un mayor placer de viaje.

Citroën C3 Picasso 1.6 HDI Airdream Exclusive
Citroën C3 Picasso 1.6 HDI Airdream Exclusive

El destino del C3 Picasso no atiende a planteamientos preconcebidos. Su validez le embarca tanto en actividades ciudadanas como extraurbanas. Su corto radio de giro le hace muy ágil en ciudad y la modularidad de su habitáculo le convierte en aliado ideal para ir de compras o transportar cualquier objeto de tamaño medio. No hay que olvidar que el maletero es otra de sus grandes virtudes, con una capacidad máxima de 500 dm3 –con la banqueta trasera totalmente adelantada- quedándose en unos más que interesantes 385 si ésta está retrasada al máximo. Sin embargo, al ponernos al volante nos viene la sensación de que el C3 Picasso parece destinado, principalmente, a un grupo muy determinado de clientes. Su dirección, extremadamente asistida y sin especial “feeling" en su primer cuarto de vuelta, la palanca de cambios de largos recorridos, la falta de contención de la carrocería en momentos de alta exigencia, la rápida entrada en acción del control de estabilidad. Todo esto parece sugerir un cliente tranquilo, que no busca dinamismo o agilidad por encima de todo, sino un tacto amigable y bonachón en el coche que conduce. Por tanto, el confort es el enfoque principal de su conducción. La suspensión está bien regulada en este aspecto aunque no elimina a la perfección las pequeñas irregularidades del firme, que originan rápidos movimientos ascensionales de las ruedas. En la palanca de cambios se sienten algunas vibraciones del motor turbodiésel que hemos conducido y el ruido del propulsor, contenido hasta medio régimen, entra en escena con demasiado protagonismo en la segunda mitad de su banda de rodadura.

Hablando de motores, la gama de nacimiento del C3 Picasso incluye cuatro motorizaciones, dos de gasolina y dos turbodiésel. Las primeras pertenecen a la generación de propulsores realizados en colaboración con BMW, en cilindradas de 1.4 y 1.6 litros, con niveles de potencia encaramados a los 95 y 120 CV, respectivamente. Las opciones de gasóleo se limitan a dos niveles de potencia del mismo motor 1.6 HDI. Con 90 y 110 CV se caracterizan por limitadas emisiones de CO2 –125 y 130 g/km, respectivamente- que, lamentablemente, no son suficientemente bajas para eliminar por completo el impuesto estatal que grava este hecho.

Original y luminoso

El destino del C3 Picasso no atiende a planteamientos preconcebidos. Su validez le embarca tanto en actividades ciudadanas como extraurbanas. Su corto radio de giro le hace muy ágil en ciudad y la modularidad de su habitáculo le convierte en aliado ideal para ir de compras o transportar cualquier objeto de tamaño medio. No hay que olvidar que el maletero es otra de sus grandes virtudes, con una capacidad máxima de 500 dm3 –con la banqueta trasera totalmente adelantada- quedándose en unos más que interesantes 385 si ésta está retrasada al máximo. Sin embargo, al ponernos al volante nos viene la sensación de que el C3 Picasso parece destinado, principalmente, a un grupo muy determinado de clientes. Su dirección, extremadamente asistida y sin especial “feeling" en su primer cuarto de vuelta, la palanca de cambios de largos recorridos, la falta de contención de la carrocería en momentos de alta exigencia, la rápida entrada en acción del control de estabilidad. Todo esto parece sugerir un cliente tranquilo, que no busca dinamismo o agilidad por encima de todo, sino un tacto amigable y bonachón en el coche que conduce. Por tanto, el confort es el enfoque principal de su conducción. La suspensión está bien regulada en este aspecto aunque no elimina a la perfección las pequeñas irregularidades del firme, que originan rápidos movimientos ascensionales de las ruedas. En la palanca de cambios se sienten algunas vibraciones del motor turbodiésel que hemos conducido y el ruido del propulsor, contenido hasta medio régimen, entra en escena con demasiado protagonismo en la segunda mitad de su banda de rodadura.

Hablando de motores, la gama de nacimiento del C3 Picasso incluye cuatro motorizaciones, dos de gasolina y dos turbodiésel. Las primeras pertenecen a la generación de propulsores realizados en colaboración con BMW, en cilindradas de 1.4 y 1.6 litros, con niveles de potencia encaramados a los 95 y 120 CV, respectivamente. Las opciones de gasóleo se limitan a dos niveles de potencia del mismo motor 1.6 HDI. Con 90 y 110 CV se caracterizan por limitadas emisiones de CO2 –125 y 130 g/km, respectivamente- que, lamentablemente, no son suficientemente bajas para eliminar por completo el impuesto estatal que grava este hecho.

Original y luminoso

El destino del C3 Picasso no atiende a planteamientos preconcebidos. Su validez le embarca tanto en actividades ciudadanas como extraurbanas. Su corto radio de giro le hace muy ágil en ciudad y la modularidad de su habitáculo le convierte en aliado ideal para ir de compras o transportar cualquier objeto de tamaño medio. No hay que olvidar que el maletero es otra de sus grandes virtudes, con una capacidad máxima de 500 dm3 –con la banqueta trasera totalmente adelantada- quedándose en unos más que interesantes 385 si ésta está retrasada al máximo. Sin embargo, al ponernos al volante nos viene la sensación de que el C3 Picasso parece destinado, principalmente, a un grupo muy determinado de clientes. Su dirección, extremadamente asistida y sin especial “feeling" en su primer cuarto de vuelta, la palanca de cambios de largos recorridos, la falta de contención de la carrocería en momentos de alta exigencia, la rápida entrada en acción del control de estabilidad. Todo esto parece sugerir un cliente tranquilo, que no busca dinamismo o agilidad por encima de todo, sino un tacto amigable y bonachón en el coche que conduce. Por tanto, el confort es el enfoque principal de su conducción. La suspensión está bien regulada en este aspecto aunque no elimina a la perfección las pequeñas irregularidades del firme, que originan rápidos movimientos ascensionales de las ruedas. En la palanca de cambios se sienten algunas vibraciones del motor turbodiésel que hemos conducido y el ruido del propulsor, contenido hasta medio régimen, entra en escena con demasiado protagonismo en la segunda mitad de su banda de rodadura.

Hablando de motores, la gama de nacimiento del C3 Picasso incluye cuatro motorizaciones, dos de gasolina y dos turbodiésel. Las primeras pertenecen a la generación de propulsores realizados en colaboración con BMW, en cilindradas de 1.4 y 1.6 litros, con niveles de potencia encaramados a los 95 y 120 CV, respectivamente. Las opciones de gasóleo se limitan a dos niveles de potencia del mismo motor 1.6 HDI. Con 90 y 110 CV se caracterizan por limitadas emisiones de CO2 –125 y 130 g/km, respectivamente- que, lamentablemente, no son suficientemente bajas para eliminar por completo el impuesto estatal que grava este hecho.

Original y luminoso

El destino del C3 Picasso no atiende a planteamientos preconcebidos. Su validez le embarca tanto en actividades ciudadanas como extraurbanas. Su corto radio de giro le hace muy ágil en ciudad y la modularidad de su habitáculo le convierte en aliado ideal para ir de compras o transportar cualquier objeto de tamaño medio. No hay que olvidar que el maletero es otra de sus grandes virtudes, con una capacidad máxima de 500 dm3 –con la banqueta trasera totalmente adelantada- quedándose en unos más que interesantes 385 si ésta está retrasada al máximo. Sin embargo, al ponernos al volante nos viene la sensación de que el C3 Picasso parece destinado, principalmente, a un grupo muy determinado de clientes. Su dirección, extremadamente asistida y sin especial “feeling" en su primer cuarto de vuelta, la palanca de cambios de largos recorridos, la falta de contención de la carrocería en momentos de alta exigencia, la rápida entrada en acción del control de estabilidad. Todo esto parece sugerir un cliente tranquilo, que no busca dinamismo o agilidad por encima de todo, sino un tacto amigable y bonachón en el coche que conduce. Por tanto, el confort es el enfoque principal de su conducción. La suspensión está bien regulada en este aspecto aunque no elimina a la perfección las pequeñas irregularidades del firme, que originan rápidos movimientos ascensionales de las ruedas. En la palanca de cambios se sienten algunas vibraciones del motor turbodiésel que hemos conducido y el ruido del propulsor, contenido hasta medio régimen, entra en escena con demasiado protagonismo en la segunda mitad de su banda de rodadura.

Hablando de motores, la gama de nacimiento del C3 Picasso incluye cuatro motorizaciones, dos de gasolina y dos turbodiésel. Las primeras pertenecen a la generación de propulsores realizados en colaboración con BMW, en cilindradas de 1.4 y 1.6 litros, con niveles de potencia encaramados a los 95 y 120 CV, respectivamente. Las opciones de gasóleo se limitan a dos niveles de potencia del mismo motor 1.6 HDI. Con 90 y 110 CV se caracterizan por limitadas emisiones de CO2 –125 y 130 g/km, respectivamente- que, lamentablemente, no son suficientemente bajas para eliminar por completo el impuesto estatal que grava este hecho.

Original y luminoso