Citroën y comodidad van ligados hasta el punto que el «equilibrio» a veces puede quedar penalizado por su clara y directa apuesta por el confort de marcha. En esta percepción que luego aclararemos tienen mucha importancia sus suspensiones. No hace falta disponer del sistema hidroneumático de los C5 y C6 para que el filtrado entre ruedas y asfalto del nuevo C3 (y todo enlace mecánico: dirección, cambio, etc...) se nos antoje, para bien y para mal, siempre algo más aislado que en cualquier rival directo.
Muelles y amortiguadores recurren a tarados blandos que, en frecuencias lentas de trabajo (por ejemplo, en amplios badenes de carretera o en bruscos baches urbanos tomados a baja velocidad), consiguen un aislamiento y filtración que envidiaría más de una buena gran berlina. Pero el rango óptimo de trabajo de la suspensión está muy acotado en el C3 y si ese mismo bache cortante de ciudad, o badén o junta de carretera los tomamos a una velocidad superior, se degrada drásticamente su comodidad y comportamiento.
De no sentir apenas un bache y seguir la línea marcada sin atenciones, el C3 nos puede alertar con golpes muy fuertes de las suspensiones, vibraciones transmitidas a la carrocería e imprecisiones de trayectoria. Otros coches no llegan a alcanzar el mejor nivel de filtración de este C3 (un Clio por ejemplo), pero tampoco rompe su condición si extremamos su uso.
De la misma manera, su dinámica también tiene un antes y un después. De sus cómodas suspensiones se desprende quizás un apoyo en curva menos directo que sus rivales, aunque inmediatamente después nos encontramos con un coche que gira perfectamente, fácil y rápido, e incluso con una trasera razonablemente participativa. No obstante, hemos probado una versión con unas estéticas —y generosas— neumáticos opcionales 205/45 R17 (100 €) que en gran medida garantizan una alta capacidad direccional y agarre lateral (también una peor absorción del bache pequeño y descompensan la progresividad de las suspensiones). Con todo ello, su mejor comportamiento surge anticipando los giros, moderando los apoyos y practicando una conducción fluida. Más allá oscila claramente de carrocería y pierde precisión de trayectoria, entrando elcontrol de estabilidad ESP en funcionamiento con enérgicas medidas securizantes. Resulta tan evidente su acción en estas situaciones, que el ESP debería ser un elemento de serie cuando además su coste es de sólo 300 euros. Sobre la frenada también hay que tener en cuenta los neumáticos con que hemos probado este C3, seguramente muy influyentes en las excelentes distancias de frenado.
El agrado general del nuevo C3 empieza por su habitáculo, si no antes por su bonito cascarón. Esta segunda generación no revoluciona, sino que evoluciona el concepto existente que sí supuso en su día una apuesta fresca y funcional de su carrocería pseudomonovolumen entre los utilitarios convencionales. Ahora ha tocado rejuvenecer —y sofisticar— su imagen y siguiendo la tendencia crecer en todas las direcciones.
No obstante, aunque suma
Los asientos delanteros siguen la ergonomía Citroën, con un respaldo amplio y abierto y un mullido blando, que descuidan algo la sujeción lateral (tampoco disponen de reglaje lumbar), pero resultan muy confortables, al menos en el trayecto corto/medio. Detrás nos encontramos una banqueta algo más corta que las delanteras (contra lo que pudiera sugerir el modelo, no es deslizable), pero igualmente resulta cómoda por acceso, formas y mullido. Además, los sobreelevados asientos delanteros dejan un generoso espacio en el piso para los pies de los pasajeros traseros. Los niños, por descontado, pero también los adultos encontrarán una buena segunda fila sin sentirse hundidos ni encajonados.
Las cotas de habitabilidad están en la mitad del segmento, igual que elmaletero (
El equipamiento parte de un básico que incluye como elemental hoy día una conexión Bluetooth para enlazar con nuestro teléfono móvil o el cierre automático de puertas al iniciar la marcha. Y en función al acabado, dispone de otros «elementos básicos» como los sensores de aparcamiento, el ordenador de viaje, etc. No aparecen, por ahora, faros de xenón, de giro, o una llave electrónica, elementos vistos en el segmento.
1.6 HDI 90 CV
La misma línea de agrado sigue su motor HDI, aunque su sonoridad en aceleración parece mejorable. La relación peso/potencia convierte a este C3 es un coche rápido hasta mucho más allá de la velocidad máxima legal y suficientemente convincente en las fases de reaceleración y adelantamiento. De hecho, se mueve con la autoridad suficiente para recibir más desarrollo del queofrece su 5ª marcha. Más adelante llegará un sistema Stop&Start con el objetivo de reducir un consumo ya de por sí contenido en esta versión que con 110 g/km de CO2 está exenta del impuesto de matriculación.
Los últimos movimientos de Citroën por mejorar la calidad percibida se exponen a golpe de vista en el nuevo C3. Se combina un diseño trabajado con un inusual repertorio de materiales. Hasta cuatro tipos de superficies y dos tonalidades contamos en el salpicadero, que recibe un agradable revestimiento superior acolchado. Incluso la tapicería de los asientos de esta versiónExclusive tiene un tacto y presencia inhabitual en esta categoría. Los detalles aparecen por todos los lados, aunque no todos son apetecibles. El diseño se impone a la funcionalidad en un volante achatado que, en un coche expuesto a maniobras urbanas que exigen giros completos de volante, no es lo más recomendable. Ni tampoco ciertos apliques metálicos (pomo, volante) que en climas extremos incomodan la conducción. Detalles al margen, el puesto de conducción resulta muy agradable, por amplitud y ergonomía, incluso para quien busca un puesto integrador en la tarea de conducir. En la comodidad general también toma parte en esta versión su largo parabrisas panorámico que suma «centímetros» de confort a base de una enorme luminosidad.