Citroën C3 1.4i SX Plus CAS

Una nueva oleada de pequeños "ciudadanos" apuesta por los cambios automáticos; entre ellos, el C3. Son prácticos para moverse por el tráfico urbano, pero también responden en carretera. Así, el modelo de Citroën incorpora una caja automática con posibilidad de funcionamiento manual. Su manejo es sencillo y sus prestaciones tampoco quedan tan mermadas frente a las versiones de transmisión manual.

El C3 es un coche de contrastes. Por un lado, se ha diseñado para facilitar la conducción, pero -por otro- no han tenido en cuenta algunos detalles fundamentales para que vayamos plenamente confiados al volante.La estética pasa factura en demasiadas ocasiones, sobre todo si tenemos en cuenta que este vehículo debería esgrimir la "funcionalidad" como una de sus principales banderas. El puesto de conducción es muy alto, ideal para controlar el tráfico urbano. Sin embargo, la forma redondeada de la carrocería impone ciertos cánones: la gente alta tendrá problemas con el pilar izquierdo, que quita mucha visión. Además, por el retrovisor central no contralamos totalmente la trasera del vehículo. Tampoco se han seguido criterios demasiado ergonómicos para ubicar los elevalunas (situados en la parte de abajo a la derecha, quedan un poco adelantados para accionarlos en marcha). Los asientos se asemejan a una butaca, no recogen lo suficientemente el cuerpo y quedan un poco cortos. Una vez sentados, el C3 también nos deparará alguna que otra sorpresa. Las suspensiones algo blandas provocan muchas inercias, cabecea y nos obliga a corregir la marcha cuando tomamos alguna curva. La dirección electrohidráulica nos ha parecido demasiado asistida. Para callejear, viene bien, pero -cuando nos movemos a ritmos altos en carretera- se muestra un poco sensible e imprecisa. El apartado de los frenos no presenta ningún problema (de disco delante y tambores detrás), permiten detener con facilidad al conjunto. Sin embargo, esta versión no incluye ABS de serie (un elemento que montan de fábrica la mayoría de sus rivales más directos, como el Ibiza, el Clio, el Micra o el Mazda2). Añadir este elemento cuesta 450 euros (750 si elegimos el pack que también engloba llantas de aleación y pintura metalizada).