En donde también le podríamos dar mejor nota de la que obtiene es en los apartados que hacen referencia al confort. Las suspensiones han conseguido lo que para nosotros es lo más difícil: el compromiso entre comportamiento y dureza. Sujetan bien el coche y digieren el mal asfalto con buen confort. La sonoridad no es destacable por la baja rumorosidad, especialmente cuando decidimos exprimir las posibilidades del motor. Los asientos no están a la altura del nivel que obtienen los anteriores aspectos. Son de entrada muy cortos de banqueta y, en el caso de la versión Limited, que están tapizados en cuero, se endurece demasiado la banqueta y el respaldo, lo que obliga a recolocarnos cada cierto tiempo, ya que no sujetan lo suficiente. Tienen, además, excesivo apoyo lumbar, que, encima, no es regulable. Hemos tenido la oportunidad de probar otras versiones de menor refinamiento que la Limited, provistas de asientos de paño. En éstas, si bien sus dimensiones mantienen la escasez en la longitud de la banqueta, gracias a las características propias de la tela, se soluciona en parte la falta de sujeción de la banqueta. En el respaldo continua sin solucionarse el problema y el soporte lateral responde al carácter tranquilo del modelo. Si exteriormente al PT Cruiser le sobra estilo, en el interior, y que se interprete como un piropo, es más convencional. Únicamente dos zonas del salpicadero, las rejillas de aireación y el volante, recogen un poco el espíritu del vehículo. Está bastante bien planteado y mejor resuelto, con bastante calidad y buen ajuste. Dispone de numerosos huecos en puertas, salpicadero y consola central, con sólo tres lagunas. La primera es la mala disposición de los mandos de elevalunas posteriores, colocadas en una zona accesible para los pasajeros de las plazas delanteras y traseras, con lo que no está muy accesible para ninguno. La segunda, la inexplicable inexistencia de reloj horario. La tercera es que -como en todos los coches- recirculación y desempañado son excluyentes en la ventilación, pero conseguirlo a base de unir mecánicamente las ruletas de mando es un camino a forzarlas y acabar en rotura. Puestos ya al volante, y en contra de lo que pueda derivarse de su elevada altura de cintura -y por lo tanto de su escasa superficie acristalada-, la visibilidad en el PT Cruiser es buena. Sólo hacia atrás está un poco comprometida, pero más por los tres reposacabezas que por el tamaño de la luneta. Después de arrancarlo, para lo que obligatoriamente tendremos que mantener apretado el embrague, sorprende el buen guiado de la palanca de cambios, que permite cambios rápidos y precisos. Otra de las concesiones al estilo es su pomo, de plástico redondo, imitando a aquellos de nácar que se montaban en los vehículos originales.
Chrysler PT Cruiser Limited 2.0
En un momento en el que impera en el diseño un estilo asequible y en cierta medida impersonal, encontrar un vehículo de estética original como el PT Cruiser puede llegar a ser una tentación irresistible.
