La histórica y bella ciudad de Salamanca era nuestro punto de encuentro con la nueva generación del BMW Z4, un modelo del que ya te hemos ido adelantando sus principales novedades en varios artículos de los que te incluimos sus enlaces. La nueva imagen del Z4 es de lo más cautivadora, con un potente frontal en el que toman protagonismo sus faros con diseño de lágrima y su parrilla de malla —integra lamas activas para optimizar la eficiencia—. Más innovadora puede resultar la zaga, en la que llaman la atención unos pilotos muy rasgados y unas formas muy horizontales, que dan un aire muy musculoso a este descapotable.
BMW Z4 2019: a ras del suelo
El nuevo BMW Z4 mide ahora 4,32 metros de largo y su batalla se queda en 2,47 metros. Me acomodo en sus magníficos asientos y enseguida noto el trabajo de la marca bávara para que el piloto ahora vaya más centrado en su habitáculo. El ancho de vías es mayor y se mantiene ese reparto de pesos ideal 50:50, en un automóvil que ahora es más ligero y que destaca por su centro de gravedad muy bajo, para disfrutar al máximo.
Arrancamos el motor de cuatro cilindros de nuestro Z4 sDrive20i, de 197 CV de potencia. Queremos ver lo que da de sí la versión más asequible de la gama —48.900 euros—, aunque para los amantes de mayores prestaciones se sitúan por encima los sDrive30i de 258 CV y el M40i de 340 CV, éste ya con una mecánica de seis cilindros más refinada. Pongo rumbo a Vitigudino y, como el tiempo acompaña, decido plegar el techo del Z4, operación completamente automática que sólo requiere unos 10 segundos y que puedo hacer en marcha mientras no supere los 50 km/h.
BMW Z4 2019: diversión asegurada
En esta generación se ha optado por una capota de lona, que no resta capacidad al maletero cuando la recogemos, por lo que siempre tenemos 281 litros para equipaje. El BMW Z4 sDrive20i acelera de 0 a 100 km/h en 6,6 segundos y en las largas rectas con las que nos encontramos en la parte inicial de nuestro viaje, exprimo el carácter de su motor, con un sonido más ronco en el programa Sport y una gestión más ágil de las marchas en su cambio automático de ocho velocidades —también disponemos de programas Confort y Eco—. Vamos descapotados y, a velocidades legales —esta versión puede llegar a 240 km/h—, es fácil mantener una conversación con el acompañante sin percibir turbulencias molestas. Unos kilómetros más adelante comienza a chispear y bajo la velocidad para cerrar la capota. La sensación de aislamiento es estupenda.
Empieza lo mejor, ya que el recorrido previsto, camino de Portugal, nos lleva hacia la zona sur del Parque Natural Arribes del Duero y me adentro en una espectacular carretera que conduce hacia la presa del Salto de Saucelle. Sobre la pantalla principal, el navegador —cuyas indicaciones también vemos en la instrumentación— ya anticipa lo que nos espera. Desde lo alto vemos el serpenteante trazado de curvas cerradas que nos conducen hacia el valle. Un escenario perfecto para disfrutar del Z4, y giro tras giro no me defrauda, con una magnífica sensación de aplomo y un gran comportamiento.
En todo momento vira muy plano y me sorprende un cierto efecto direccional de su eje trasero que redondea la trayectoria en curva y aumenta su agilidad. El nuevo BMW Z4 no cuenta con dirección integral, por lo que hay que achacar esta conducta a la propia geometría de su suspensión —en opción puede ser adaptativa—, a una respuesta muy directa al actuar sobre el volante —de serie lleva dirección deportiva variable— y a su corta distancia entre ejes, ingredientes perfectos para llegar a nuestro destino con una sonrisa en la cara; y eso que nuestra versión es la que menos «chicha» ofrece bajo el acelerador.
