BMW 640i Gran Coupé

Nadie diría que detrás de una presencia tan deportiva se esconde un confort sobresaliente. Pulsa un botón y la tecnología hará el resto para transformar una exigente carretera de montaña en un paseo sobre algodones.

Pablo Mallo

BMW 640i Gran Coupé
BMW 640i Gran Coupé

Sólo por su diseño ya apetece conducirlo. Las cuatro puertas, lejos de estropear su silueta, le aportan una imagen distinguida y elegante, además de conseguir casi tanta practicidad y habitabilidad como en un Serie 5. No es tan amplio, pero por muy poco, así que sus pasajeros también viajarán en "clase business", al menos cuatro de ellos. Tiene una quinta plaza homologada que podría pasar desapercibida si no fuera porque en el centro de la banqueta posterior hay un tercer cinturón de seguridad. Carece de reposacabezas y sólo es utilizable en caso de emergencia, ya que es demasiado dura y tanto el voluminoso túnel central como la consola limitan mucho el espacio para las piernas. Para un desplazamiento corto está bien, pero nada más. Aun así, se agradece, al igual que los respaldos traseros abatibles, gracias a los cuales podremos ampliar la capacidad del ya de por sí holgado maletero, del mismo tamaño que el del Mercedes CLS (465 litros). Un Serie 5 cuenta con 500 litros, siempre según nuestras mediciones.

 

42.000 euros en extras

Pero vayamos a lo más interesante del coche, es decir, lo que es capaz de conseguir gracias a su alta carga tecnológica, sobre todo en una unidad repleta de equipamiento opcional, no sólo de cara a mejorar el confort, sino también la seguridad y el dinamismo de marcha. En la lista de extras podemos encontrar prácticamente de todo, como cabría esperar de un modelo a medio camino entre un Serie 5 y un Serie 7, y que puede rivalizar con ambos saliendo bien parado. Nuestro 640i se "conformaba", entre otros muchos elementos, con visión nocturna con reconocimiento de peatones, control de crucero activo con aviso de colisión y frenada automática, alerta de salida de carril, control de ángulo muerto, reconocimiento de señales y límites de velocidad, faros de tipo LED, HUD en color... Sin embargo, todo este lujo técnico pasa a un segundo plano una vez que la combinación de dirección activa a las cuatro ruedas, junto con amortiguadores pilotados y estabilizadoras activas nos muestran sus virtudes al entrar en acción. Esta configuración hace del BMW Serie 6 un auténtico camaleón capaz de adaptarse a cualquier carretera y situación, pero, sobre todo, consigue que, tras quedar atrapados por su estética, la conducción del Gran Coupé esté a la altura de las circunstancias.

 

Confort ante todo

Por medio de un pulsador se elige entre los modos Eco pro, Confort , Confort, Sport y Sport , que modifican, entre otras cosas, las leyes del cambio, del acelerador, suspensión, dirección, ayudas electrónicas y hasta el color de la iluminación del cuadro de mandos, que puede ser blanca o naranja. No hay modo "normal", lo que supone toda una declaración de intenciones a favor de la comodidad, pues es el modo Confort el que se queda en la posición intermedia ocupando su lugar. El excelente silencio de marcha, unido una suavidad mecánica encomiable y a unas suspensiones que filtran cualquier bache e irregularidad como cabría esperar más de un Serie 7 que de un Serie 6, hace muy placentero incluso un tranquilo desplazamiento por ciudad. El modo Confort ablanda aún más los tarados de suspensión, hasta el punto de desconcertarnos por un "exceso" de comodidad que hace a la carrocería oscilar ligeramente tras superar algún tipo de bache. Para un coche con la deportiva apariencia de este BMW Serie 6 resultan más acordes los otro modos. En Sport, por ejemplo, la suspensión va un poco más firme, pero incluso así sigue siendo muy cómoda, aunque el coche va algo más sujeto. Las diferencias entre Sport y Sport afectan fundamentalmente a las ayudas electrónicas, que se vuelven muy permisivas y nos dejan disfrutar de la deportividad que promete todo BMW, aunque sin excesivos desmanes, pues no hay que olvidar sus 5 metros y 1.955 kilos. Todo lo hace con tal progresividad y suavidad que, incluso cuando provocamos a su tren trasero para que deslice ligeramente —sólo lo justo—, dentro del habitáculo sigue reinando la calma. La dirección activa facilita mucho las cosas, ayuda a corregir sobrevirajes y camufla errores de conducción, al mismo tiempo que deja cierto margen de diversión. Informa poco, eso sí, y muchas veces somos conscientes de una pérdida de tracción por el sonido de los neumáticos traseros al patinar, más que por la propia dirección. Aun así da mucha confianza porque es muy noble y sabemos que la electrónica está detrás "por si acaso", pero el peso se nota si tratamos de exprimir todo su potencial en trazados sinuosos con curvas lentas, en las que el tren delantero pone los límites relativamente pronto. Las mayores bondades de este 640i se aprecian a velocidades muy elevadas, donde el silencio de marcha, precisión de guiado, confort y altísima estabilidad dejan muy claro que en su país de procedencia hay autopistas en las que se puede dar rienda suelta a todo su potencial.

 

Deportividad de diseño

La caja automática de 8 relaciones funciona a la perfección, incluso con cierta brusquedad claramente intencionada al subir marcha de forma manual en la zona alta del cuentavueltas —ya sea por medio de las levas del volante o con la palanca, secuencialmente—, y con un golpe de gas en las reducciones, algo que ayuda a dar más sensación de deportividad. Aunque la transmisión es muy rápida, en caso de buscar confort también proporciona una gran suavidad al pasar de una velocidad a otra. La 8ª es muy larga para rebajar consumos, con un desarrollo de casi 60 km/h a 1.000 vueltas, y aun así el motor es capaz de moverla con bastante soltura, ya que el turbo comienza a soplar a muy pocas revoluciones y con mucha inmediatez de respuesta. Su banda de utilización es amplísima, con una curva de par muy llena en todo el recorrido del cuentavueltas, aunque el motor no resulta especialmente puntiagudo al acercarnos a la zona roja. Es muy suave y progresivo, por lo que da la falsa sensación de un menor empuje del real, pero basta con mirar el velocímetro para disipar las dudas. El eficaz cambio de 8 marchas y la sobrealimentación suponen una combinación infalible a la hora de ganar velocidad con el coche ya lanzado.

 

Totalmente en sintonía con la filosofía del coche, su sonido es muy discreto, casi no se escucha hasta que alcanza la zona media y sólo cobra cierto protagonismo al acelerar generosamente en busca de prestaciones. Por otra parte, al ralentí es muy refinado y casi no se siente si el motor está en marcha o no. Únicamente transmite una leve vibración si está en funcionamiento el aire acondicionado. En cuanto al sistema Start/Stop, está tan logrado que casi pasa desapercibido. En definitiva, es un auténtico coche de lujo "disfrazado" de coupé.