El Audi TT es un modelo muy ágil, en el que el capó, las aletas y el techo están realizados en aluminio. Pese al empleo de materiales ligeros, nuestra unidad de prueba se situaba en los 1.400 kg, una cifra considerable para un modelo deportivo y de este tamaño. El reparto de peso del 59 por ciento delante, tampoco es una cifra muy favorable, aunque la tracción total permite disimular, en parte, esta descompensación. En zonas muy viradas la tendencia natural a la entrada de la curva es el subviraje, si bien si aceleramos a la salida, la motricidad del tren trasero colabora para reducir dicho subviraje. En virajes a mayor velocidad, en pleno apoyo, sí se puede jugar con la transferencia de peso entre ambos trenes. En los cambios de apoyo apenas existe balanceo de la carrocería, con una suspensión de recorridos cortos y una amortiguación bastante enérgica. La opción de amortiguadores regulables «Magnetic Ride» formaba parte del equipamiento de esta unidad, por lo que es posible cambiar el reglaje a modo sport. A nuestro juicio, se trata de una opción prescindible, no sólo por los 1.400 euros que cuesta, sino porque la diferencia entre ambas posiciones no es muy apreciable, y no se gana de forma sustancial ni en confort de marcha, ni en eficacia dinámica.
El tacto de la dirección es el esperado, tanto por precisión como por rapidez. Muchos se tendrán que acostumbrar a tener entre sus manos un volante plano por la parte inferior, lo que podría resultar un poco incómodo en giros lentos y maniobras. Sin embargo, aseguran que con este diseño se facilita la entrada y salida del puesto de conducción. Por el contrario, no resulta tan fácil acceder a las minúsculas plazas traseras, sólo útiles en caso de emergencia o para llevar a niños de forma ocasional.
El tacto de conducción del TT TDI es realmente agradable. No llega al nivel del otro coupé de cuatro aros, al A5, pero sí hace gala de la calidad de la que presume la marca. La posición de conducción es muy buena, con múltiples reglajes, tal como suele ser habitual en los modelos de Audi, y con un equipamiento de serie muy completo. Junto a la palanca de cambios podemos encontrar un botón para elevar o plegar el alerón posterior retráctil, aunque por encima de los 120 km/h se eleva de forma automática.
Como conclusión, podemos afirmar que la primera versión Diesel del TT es una interesante opción desde el punto de vista económico y desde el puramente deportivo. Su diseño sigue siendo único y muy característico, sin renunciar a ninguno de los valores de la marca de los cuatro aros.
— Motor TDIEl Audi TT es un modelo muy ágil, en el que el capó, las aletas y el techo están realizados en aluminio. Pese al empleo de materiales ligeros, nuestra unidad de prueba se situaba en los 1.400 kg, una cifra considerable para un modelo deportivo y de este tamaño. El reparto de peso del 59 por ciento delante, tampoco es una cifra muy favorable, aunque la tracción total permite disimular, en parte, esta descompensación. En zonas muy viradas la tendencia natural a la entrada de la curva es el subviraje, si bien si aceleramos a la salida, la motricidad del tren trasero colabora para reducir dicho subviraje. En virajes a mayor velocidad, en pleno apoyo, sí se puede jugar con la transferencia de peso entre ambos trenes. En los cambios de apoyo apenas existe balanceo de la carrocería, con una suspensión de recorridos cortos y una amortiguación bastante enérgica. La opción de amortiguadores regulables «Magnetic Ride» formaba parte del equipamiento de esta unidad, por lo que es posible cambiar el reglaje a modo sport. A nuestro juicio, se trata de una opción prescindible, no sólo por los 1.400 euros que cuesta, sino porque la diferencia entre ambas posiciones no es muy apreciable, y no se gana de forma sustancial ni en confort de marcha, ni en eficacia dinámica.
El tacto de la dirección es el esperado, tanto por precisión como por rapidez. Muchos se tendrán que acostumbrar a tener entre sus manos un volante plano por la parte inferior, lo que podría resultar un poco incómodo en giros lentos y maniobras. Sin embargo, aseguran que con este diseño se facilita la entrada y salida del puesto de conducción. Por el contrario, no resulta tan fácil acceder a las minúsculas plazas traseras, sólo útiles en caso de emergencia o para llevar a niños de forma ocasional.
El tacto de conducción del TT TDI es realmente agradable. No llega al nivel del otro coupé de cuatro aros, al A5, pero sí hace gala de la calidad de la que presume la marca. La posición de conducción es muy buena, con múltiples reglajes, tal como suele ser habitual en los modelos de Audi, y con un equipamiento de serie muy completo. Junto a la palanca de cambios podemos encontrar un botón para elevar o plegar el alerón posterior retráctil, aunque por encima de los 120 km/h se eleva de forma automática.
Como conclusión, podemos afirmar que la primera versión Diesel del TT es una interesante opción desde el punto de vista económico y desde el puramente deportivo. Su diseño sigue siendo único y muy característico, sin renunciar a ninguno de los valores de la marca de los cuatro aros.
— Motor TDI