Técnicamente, el Audi A1 deriva por completo de un amplio Polo sobre el que se afina bastidor y se opta por un reglaje más deportivo de suspensiones. Hay diferencias: bueno el VW, superior el Audi. Hasta 6 centímetros más de anchura y 4 menos de altura (también que sus rivales) marcan ya mejor superficie de pisada que se traduce en una solidez y una estabilidad lineal en carretera de coche grande. ¡Parece un A3!
Si acaso sólo Mini podría acercarse en este campo, pero con un tacto menos suave y agradable para uso diario que el A1. El Audi se convierte aquí en verdadero utilitario "premium". Silencioso desde el arranque (destaca el refinamiento del 1.4 TFSI), el aislamiento en marcha alcanza valores casi de berlina, superiores a cualquier otro polivalente del mercado.
Da gusto circular a bordo del nuevo Audi A1, donde sólo desentona el ruido de rodadura que generan unos excesivos neumáticos 215/40 R17, opcionales frente a unos 205/55 R15 de serie. Y es que, además de sonido, copian en exceso toda irregularidad del asfalto lo que, unido a una suspensión deportiva ya apreciablemente firme, castigan algo el confort de marcha.
Recomendamos los segundos neumáticos, lo mismo que una suspensión estándar (de serie en acabado Attraction y a elección junto a la Sport sin sobrecoste en Ambition) con la que este Audi ya completa una gran respuesta. Primero por conjunto motor/cambio, ya que junto a este 1.4 TFSi de 122 CV, con gran fuerza desde 1.500 rpm y notable estirada hasta 6.200 (corte de inyección), el cambio automático de doble embrague y 7 velocidades S-Tronic, también con función manual por levas, aporta enorme suavidad y rapidez en la transición de marchas. Y, segundo, por comportamiento. Y es que, tanto en ciudad (gira en un pañuelo, se aparca mejor) como en carretera, el A1 destaca por agilidad. Pequeño y bien puesto a punto, la aerodinámica y el peso han sido aspectos trabajados por Audi. Los bajos totalmente cubiertos (protegen a su vez de golpes) y el entorno de la parrilla sellado para evitar pérdidas en la entrada de aire, se unen a un peso de sólo 1.200 kg, optimizado además para un mejor reparto entre ejes, según Audi, con actuaciones como la ubicación de la batería bajo el piso del maletero.
En la práctica, y subido a nuestra báscula, el A1 es tan ligero (1.203 kg) y bien distribuido como un Citroën DS3, al que sin embargo supera claramente en agilidad. Con un tacto de dirección más informativo y una carrocería más sujeta, el A1 hace gala de la habitual facilidad de conducción de Audi, girando plano con una trasera siempre bien sujeta y un tren delantero muy preciso y que se beneficia de un control de estabilidad de serie con diferencial electrónico que, mediante la actuación en frenos, transfiere en apoyos más par a la rueda exterior para reducir el subviraje en curva.
En este aspecto, el A1 puede que no alcance el tacto tan directo y deportivo de Mini (éste permite más deslizamiento trasero), pero ofrece un comportamiento dinámico magnífico y seguro. Y, también, cabe destacar su gran eficiencia. A la capacidad del cambio S Tronic y del motor TFSI para circular plácidamente en 7ª desde sólo 70 km/h (como todo motor 1.4 turboalimentado del grupo VW, muy sensible a elevar el gasto en conducción deportiva), une su ligero peso, su capacidad de frenada regenerativa y un sistema Start/Stop de parada y arranque del motor en detenciones muy útil en ciudad.
El consumo del Audi A1, así, lo ciframos en sólo 6,98 l/100 km de media, inalcanzable hoy por sus rivales y que sirve, por homologación, para que este gasolina de 122 CV quede exento de Impuesto de Matriculación por 119 g/km de emisiones contaminantes de CO2; un consuelo, en definitiva, para un pequeño Audi con mucha clase… y también elevado precio.