Por potencia, polivalencia, prestaciones y confort, el León es superior al Golf. Sin embargo, llamarse Golf y apellidarse GTi es mucho. Tanto que estamos seguros que los grandes y poderosos argumentos del León no serán por sí solos suficientes para que el comprador potencial de un Golf GTi lo considere una alternativa real. Por eso, quizá los responsables máximos del potente Grupo Volkswagen no han puesto pegas al hecho de montar en el León, de tamaño, talante y características similares, la versión 180 CV del motor 1.8, aún a sabiendas de que iba a ser claramente superior al niño mimado de todo el Grupo. Y lo cierto es que el León 1.8 T es un vehículo magnífico. Se queda ligeramente por detrás del Golf en cuanto a calidad y acabados, tampoco es posible ponerlo tan a tope de equipamiento y su presencia externa es menos personal, pero en aspectos más tangibles, como las prestaciones, la potencia y la polivalencia da la talla de forma sensacional, superando a casi todos los rivales que queramos ponerle. Frente a tal avalancha de virtudes, el Golf GTi resiste haciendo bueno el dicho popular que dice créate la fama y échate a dormir. Tal es el glamour de este vehículo que casi se vende solo en nuestro país. Y no por ello se ha descuidado lo más mínimo su calidad, su innovación y su comportamiento. Cuando se lanzó al mercado superaba amplia y fácilmente al modelo sustituido, marcaba una nueva frontera en la categoría y suponía, pues, la referencia. Que sea desde dentro de la propia casa el lugar desde donde llega la competencia más feroz y peligrosa no deja de ser una noticia, cuando menos, buena. Esto significa que nadie, salvo ellos mismos, son capaces de alargar la sombra de un producto hasta tocar al casi intocable Golf GTi. El turbo protagoniza el temperamento de ambos vehículos, al igual que el comportamiento algo bailón sobre asfalto desigual protagoniza su actitud. Los casi 190 CV que hemos obtenido del León son suficientes para catapultarlo cada vez que solicitamos todo su poder con el gas a fondo. Es una maravilla su capacidad de aceleración, su poder de recuperación en cualquier marcha y la velocidad máxima increíble que llega a alcanzar a poco que las condiciones sean mínimamente favorables; nada menos que casi 250 km/h de verdad. Tampoco es manco nuestro aristócrata Golf. Llega a 160 CV y sólo le falta la sexta marcha para que logre una punta de verdad explosiva. No obstante, sus cifras son también fantásticas. Siempre tendrá delante al León, salvo en la aceleración hasta los 100 km/h, pero el ritmo propio es tan bueno y veloz que el resto del tráfico se convierte con facilidad en mero espectador. Y tiene la ventaja del consumo, pues gasta menos que el Seat, como es comprensible y casi obvio. Cualquiera de los dos vehículos es capaz de consumir una gran cantidad de combustible, pues el turbo facilita tanto la llegada de los caballos como la velocidad para vaciar el depósito. Si el viaje pretende ser corto en tiempo, tenemos dos buenos compañeros para lograrlo, pero deberemos estar atentos también a las estaciones de servicio, porque, yendo de verdad rápido, no son mucho más de 300 km de autonomía los que tenemos.
De siempre ha tenido fama el comportamiento deportivo de los Golf y, en general, de los Volkswagen. La moda de hacer cada vez más blandas las suspensiones está acabando en parte con esta fama e incluso las versiones más deportivas se están contagiando de un bamboleo impropio de los más de 200 km/h que son capaces de lograr con toda facilidad. Mismamente el León, que en línea recta va perfecto, que gira con precisión y facilidad, si se encuentra en su camino un defecto en el asfalto, la carrocería sube y baja más de la cuenta y más veces de lo deseado. Esa precisión inicial, esa facilidad para rodar a alta velocidad se pierde en parte y nos hace añorar unos amortiguadores más duros. Esta reacción está más oculta en el modelo 4, así como en el Golf GTi. Este último, no obstante, hace casi lo mismo. No pierden la trayectoria, pero sí la sensación de seguridad que en principio transmiten. Abriendo un poco más el ángulo de observación, caemos en la cuenta de que los frenos funcionan muy bien y que el manejo del cambio, incluso con las seis marchas del León, es muy bueno en ambos casos. Una de las cosas que más placer otorga en ambos vehículos es la postura al volante. El Golf lleva Recaro, y esto es ya una garantía. El León, sin contar con tan apreciados asientos, ofrece también una posición al volante fabulosa, gracias en parte a la amplia regulación en altura y profundidad del volante. Tal y como hemos dicho al principio la calidad es alta en ambos casos, si bien el Golf está un punto por encima. Quizá las casi 700.000 ptas de diferencia entre uno y otro están justificadas para los amantes del Golf GTi. Puede ocurrir, por el contrario, que el poderoso León, con cinco puertas y algo más de maletero, se ofrezca a un precio de regalo. No obstante, la relación valor-precio es claramente más favorable al felino, mientras que el Golf atesora todos los argumentos no fácilmente explicables para ser el coche preferido y elegido por un montón de gente.
Por potencia, polivalencia, prestaciones y confort, el León es superior al Golf. Sin embargo, llamarse Golf y apellidarse GTi es mucho. Tanto que estamos seguros que los grandes y poderosos argumentos del León no serán por sí solos suficientes para que el comprador potencial de un Golf GTi lo considere una alternativa real. Por eso, quizá los responsables máximos del potente Grupo Volkswagen no han puesto pegas al hecho de montar en el León, de tamaño, talante y características similares, la versión 180 CV del motor 1.8, aún a sabiendas de que iba a ser claramente superior al niño mimado de todo el Grupo. Y lo cierto es que el León 1.8 T es un vehículo magnífico. Se queda ligeramente por detrás del Golf en cuanto a calidad y acabados, tampoco es posible ponerlo tan a tope de equipamiento y su presencia externa es menos personal, pero en aspectos más tangibles, como las prestaciones, la potencia y la polivalencia da la talla de forma sensacional, superando a casi todos los rivales que queramos ponerle. Frente a tal avalancha de virtudes, el Golf GTi resiste haciendo bueno el dicho popular que dice créate la fama y échate a dormir. Tal es el glamour de este vehículo que casi se vende solo en nuestro país. Y no por ello se ha descuidado lo más mínimo su calidad, su innovación y su comportamiento. Cuando se lanzó al mercado superaba amplia y fácilmente al modelo sustituido, marcaba una nueva frontera en la categoría y suponía, pues, la referencia. Que sea desde dentro de la propia casa el lugar desde donde llega la competencia más feroz y peligrosa no deja de ser una noticia, cuando menos, buena. Esto significa que nadie, salvo ellos mismos, son capaces de alargar la sombra de un producto hasta tocar al casi intocable Golf GTi. El turbo protagoniza el temperamento de ambos vehículos, al igual que el comportamiento algo bailón sobre asfalto desigual protagoniza su actitud. Los casi 190 CV que hemos obtenido del León son suficientes para catapultarlo cada vez que solicitamos todo su poder con el gas a fondo. Es una maravilla su capacidad de aceleración, su poder de recuperación en cualquier marcha y la velocidad máxima increíble que llega a alcanzar a poco que las condiciones sean mínimamente favorables; nada menos que casi 250 km/h de verdad. Tampoco es manco nuestro aristócrata Golf. Llega a 160 CV y sólo le falta la sexta marcha para que logre una punta de verdad explosiva. No obstante, sus cifras son también fantásticas. Siempre tendrá delante al León, salvo en la aceleración hasta los 100 km/h, pero el ritmo propio es tan bueno y veloz que el resto del tráfico se convierte con facilidad en mero espectador. Y tiene la ventaja del consumo, pues gasta menos que el Seat, como es comprensible y casi obvio. Cualquiera de los dos vehículos es capaz de consumir una gran cantidad de combustible, pues el turbo facilita tanto la llegada de los caballos como la velocidad para vaciar el depósito. Si el viaje pretende ser corto en tiempo, tenemos dos buenos compañeros para lograrlo, pero deberemos estar atentos también a las estaciones de servicio, porque, yendo de verdad rápido, no son mucho más de 300 km de autonomía los que tenemos.
De siempre ha tenido fama el comportamiento deportivo de los Golf y, en general, de los Volkswagen. La moda de hacer cada vez más blandas las suspensiones está acabando en parte con esta fama e incluso las versiones más deportivas se están contagiando de un bamboleo impropio de los más de 200 km/h que son capaces de lograr con toda facilidad. Mismamente el León, que en línea recta va perfecto, que gira con precisión y facilidad, si se encuentra en su camino un defecto en el asfalto, la carrocería sube y baja más de la cuenta y más veces de lo deseado. Esa precisión inicial, esa facilidad para rodar a alta velocidad se pierde en parte y nos hace añorar unos amortiguadores más duros. Esta reacción está más oculta en el modelo 4, así como en el Golf GTi. Este último, no obstante, hace casi lo mismo. No pierden la trayectoria, pero sí la sensación de seguridad que en principio transmiten. Abriendo un poco más el ángulo de observación, caemos en la cuenta de que los frenos funcionan muy bien y que el manejo del cambio, incluso con las seis marchas del León, es muy bueno en ambos casos. Una de las cosas que más placer otorga en ambos vehículos es la postura al volante. El Golf lleva Recaro, y esto es ya una garantía. El León, sin contar con tan apreciados asientos, ofrece también una posición al volante fabulosa, gracias en parte a la amplia regulación en altura y profundidad del volante. Tal y como hemos dicho al principio la calidad es alta en ambos casos, si bien el Golf está un punto por encima. Quizá las casi 700.000 ptas de diferencia entre uno y otro están justificadas para los amantes del Golf GTi. Puede ocurrir, por el contrario, que el poderoso León, con cinco puertas y algo más de maletero, se ofrezca a un precio de regalo. No obstante, la relación valor-precio es claramente más favorable al felino, mientras que el Golf atesora todos los argumentos no fácilmente explicables para ser el coche preferido y elegido por un montón de gente.