Nissan Primera 2.2 DIC Acenta 4p

Ahora que Japón anda con la fiebre futbolera propia de un Mundial, pasa por nuestras manos uno de los últimos productos estrella que ha generado aquella industria automotriz, el Nissan Primera. Tras probarlo, se queda uno con la misma sensación que se llevó del campeonato la hinchada nipona: un trabajo magnífico al que sólo le falta el remate final. Una vez más, el balón se ha ido al larguero y, por milímetros, no ha sido un golazo. Veamos por qué.

Nissan Primera 2.2 DIC Acenta 4p
Nissan Primera 2.2 DIC Acenta 4p

A bordo de tan bien lograda berlina, uno espera argumentos para la diversión en marcha. Y la verdad es que hay muchos, pero falta el principal, el corazón. El 2.2 DIC del Primera se queda un poco corto. Dotado de alimentación por conducto común y turbo de geometría variable, podría dar más. Anuncia 126 CV y llega a los 130 largos, que no está mal, pero tampoco es gran cosa. Con ser esto un síntoma poco esperanzador, lo peor está en su funcionamiento. Algo áspero a pocas vueltas, se estira muy poco: a los 4.000 giros ya pierde toda la potencia y el par se viene abajo antes de los 3.000. Así, con este escaso fuelle, los largos recorridos que le ha colocado Nissan se atragantan de forma imposible. Lleva seis marchas, con una sexta de 58 km/h, pero, aún así, no está logrado el escalonamiento correcto. Hubiera sido mejor acortar un poco todos los desarrollos por debajo de la sexta, porque, con una quinta de casi 47 km/h, el desahogo que proporciona es mínimo. Además, la cuarta no recupera excesivamente bien y la tercera obliga a bajar a segunda en cuanto caen un poco las revoluciones del motor. Por si fuera poco, con un consumo medio de 7,3 litros, tampoco podemos decir que sea un gran ahorrador. No hay que olvidar, por último, que los 1.360 kg de peso también condicionan la relación entre motor y dinamismo. La planta motriz de este Nissan Primera tiene una capacidad de 2.184 cm3 que cuenta con doble árbol de levas accionado por cadena y cuatro válvulas por cilindro. La inyección directa corre a cargo de un common rail y está apoyada por un turbo de geometría variable e intercooler. Todo este complejo sistema despliega 130 CV, según nuestro banco de pruebas, con un par máximo de 293 Nm a 2.650 rpm. La cifra de par, más bien el punto de giro a que se alcanza, ya nos da una pista de dónde están los problemas del motor: su rango de utilización es muy estrecho. El motor empieza a empujar de verdad a 2.000 vueltas, y a 2.650 ya tiene su máximo. Después, con picos, una caída brusca para desaparecer antes de las 4.000. Es decir, un trabajo poco habitual en un turbodiésel que obliga a vigilar mucho el régimen de motor para extraer lo mejor de esta máquina. Eso fuerza a un trabajo sobre el cambio mayor de lo normal. Si, encima, los desarrollos elegidos no son los más adecuados, la relación entre la forma de entregar la potencia y el comportamiento del vehículo se deshace. Fruto de este desajuste son unas prestaciones algo por debajo de las de sus rivales. Con una velocidad punta de 198 km/h, según Nissan, nuestro Centro Técnico ha medido un 0-100 de 12,6 segundos, lejos de las cifras de Passat 1.9 TDI 130 CV, o Mondeo 2.0 TDCi, por ejemplo. En la prueba de consumo, por culpa del mal rendimiento de sus desarrollos, también penaliza, y es el peor de casi todos los rivales principales. Todo esto no es algo nuevo en Nissan. Ya con el Almera hubo que retocar la transmisión para acomodar mejor los desarrollos al empuje de este motor. Cuando se hizo, el coche ganó muchísimo. El X-Trail, que también utiliza este motor, cuenta con esos desarrollos mejorados y el resultado es un trabajo propulsor realmente bueno. Sorprende que, con este precedente, los ingenieros de Nissan no hayan afinado más el disparo. Hubiera sido todo un golazo.