Aunque pueda parecer increíble, los motores alimentados por gasóleo están ganando la batalla a los de gasolina. No en vano de unos años a esta parte estos últimos se han visto seriamente perjudicados por las severas normas anticontaminantes que rigen en la UE, mientras las mecánicas Diesel han experimentado un avance espectacular desde el punto de vista técnico. Se ha llegado a un punto en el que, a igualdad de cilindrada, es muy normal que los modernos turbodiésel superen en rendimiento y agrado de conducción a los de gasolina. Además, por si esto fuera poco, la época de las humaredas negras, el olor a gasoil, las vibraciones escandalosas y el sonido a máquina de coser han pasado a la historia. Es verdad que el precio de los combustibles se ha igualado bastante y lo mismo ocurre con la fiabilidad y durabilidad mecánica, pero aun así, está claro que los Diesel están dominando el encuentro y, además, por goleada. En nuestro país los automóviles alimentados por gasóleo son ya mayoría entre los coches más populares del mercado, aunque, con la escalada de potencia experimentada en los últimos tiempos, esto es algo que también está empezando a ocurrir en el segmento de las berlinas grandes. Para comprobar el nivel alcanzado en esta categoría, nada mejor que comparar los representantes más cualificados de Audi, BMW y Mercedes, tres marcas entre las que existe una tremenda rivalidad y que, como bien saben los aficionados, se han situado a la cabeza en el desarrollo de mecánicas Diesel de alto rendimiento. Con todo esto resulta evidente que los propulsores son protagonistas de excepción en esta prueba comparativa. Como se puede observar si se echa un vistazo a la ficha técnica, los tres están a la última a nivel técnico y, entre otras cosas, cuentan con seis cilindros, distribución multiválvulas, inyección directa de combustible y turbo de geometría variable controlado electrónicamente. Ahora bien, si se analizan en profundidad, se pueden encontrar muchas diferencias, sobre todo entre el que monta el Audi y los que utilizan sus oponentes. Para empezar, el que anima a la berlina de los cuatro aros tiene una arquitectura de seis cilindros en V, mientras que los representantes de BMW y Mercedes recurren a una configuración en línea. Estos también comparten el moderno sistema de inyección de conducto único common rail, mientras que el A6 utiliza una bomba de pistón radial para alcanzar las altas presiones de alimentación que necesitan estos motores. La cilindrada del V6 germano también es inferior a la de sus rivales, pero la compensa con un rendimiento de 71,71 CV/litro, mientras que el BMW se conforma con 62,88 y el Mercedes apenas supera los 61. No obstante, tanto el motor BMW, como sobre todo el de Mercedes, son a la postre más potentes y también se desmarcan con valores de par más elevados, especialmente en el caso del seis cilindros de la estrella que casi alcanza los 48 mkg. Como se puede imaginar, son también muchas las diferencias que se aprecian en el funcionamiento de estos tres propulsores. Los más agradables y satisfactorios son los que montan el BMW y el Mercedes. Estos no sólo son muy potentes y silenciosos, sino que además ofrecen un margen de utilización muy amplio y una suavidad de funcionamiento ejemplar. No obstante, gracias a su mayor cilindrada y sobre todo a las abundantes dosis de par que desarrolla en toda la gama de revoluciones, la mecánica de la estrella está, por decirlo de alguna manera, mas «llena» y responde todavía con mayor contundencia y rapidez a las insinuaciones que se realizan con el pedal del gas, demostrando un poderío sobresaliente. Por su parte el V6 de Audi también es muy potente y goza de un funcionamiento muy agradable y regular, pero es claramente más perezoso en baja y su respuesta está muy condicionada por la entrada en acción del turbocompresor. Cuando esto sucede, la potencia llega muy de golpe y con gran virulencia, lo que en determinadas ocasiones llega a resultar un tanto incómodo cuando se conduce por ciudad. Las arrancadas tampoco son su punto fuerte, ya que el escaso rendimiento en la parte baja del cuentavueltas obliga a acelerar con bastante decisión para que no se cale. Como ocurre con sus rivales, las subidas de régimen son espectaculares y desde el interior del coche ni los más entendidos serían capaces de adivinar que bajo el capó se esconde un propulsor de ciclo Diesel. Lógicamente la diferencia en el rendimiento mecánico se deja sentir en el apartado reservado a las prestaciones. Como se puede comprobar por los datos obtenidos por nuestro Centro Técnico, el Mercedes no ha tenido problemas para imponerse a sus rivales, si bien es justo reconocer que tanto el BMW como el Audi obtienen también excelentes registros en todas las mediciones. Superar los 220 km/h, bajar de los 9 segundos en la medición de 0-100 km/h o de los 30 en los 1.000 metros con salida parada, son valores que hasta hace muy poco quedaban exclusivamente reservados a modelos de marcado talante deportivo y que se podían considerar impensables en automóviles alimentados por gasoil. Aunque pueda parecer increíble, los motores alimentados por gasóleo están ganando la batalla a los de gasolina. No en vano de unos años a esta parte estos últimos se han visto seriamente perjudicados por las severas normas anticontaminantes que rigen en la UE, mientras las mecánicas Diesel han experimentado un avance espectacular desde el punto de vista técnico. Se ha llegado a un punto en el que, a igualdad de cilindrada, es muy normal que los modernos turbodiésel superen en rendimiento y agrado de conducción a los de gasolina. Además, por si esto fuera poco, la época de las humaredas negras, el olor a gasoil, las vibraciones escandalosas y el sonido a máquina de coser han pasado a la historia. Es verdad que el precio de los combustibles se ha igualado bastante y lo mismo ocurre con la fiabilidad y durabilidad mecánica, pero aun así, está claro que los Diesel están dominando el encuentro y, además, por goleada. En nuestro país los automóviles alimentados por gasóleo son ya mayoría entre los coches más populares del mercado, aunque, con la escalada de potencia experimentada en los últimos tiempos, esto es algo que también está empezando a ocurrir en el segmento de las berlinas grandes. Para comprobar el nivel alcanzado en esta categoría, nada mejor que comparar los representantes más cualificados de Audi, BMW y Mercedes, tres marcas entre las que existe una tremenda rivalidad y que, como bien saben los aficionados, se han situado a la cabeza en el desarrollo de mecánicas Diesel de alto rendimiento. Con todo esto resulta evidente que los propulsores son protagonistas de excepción en esta prueba comparativa. Como se puede observar si se echa un vistazo a la ficha técnica, los tres están a la última a nivel técnico y, entre otras cosas, cuentan con seis cilindros, distribución multiválvulas, inyección directa de combustible y turbo de geometría variable controlado electrónicamente. Ahora bien, si se analizan en profundidad, se pueden encontrar muchas diferencias, sobre todo entre el que monta el Audi y los que utilizan sus oponentes. Para empezar, el que anima a la berlina de los cuatro aros tiene una arquitectura de seis cilindros en V, mientras que los representantes de BMW y Mercedes recurren a una configuración en línea. Estos también comparten el moderno sistema de inyección de conducto único common rail, mientras que el A6 utiliza una bomba de pistón radial para alcanzar las altas presiones de alimentación que necesitan estos motores. La cilindrada del V6 germano también es inferior a la de sus rivales, pero la compensa con un rendimiento de 71,71 CV/litro, mientras que el BMW se conforma con 62,88 y el Mercedes apenas supera los 61. No obstante, tanto el motor BMW, como sobre todo el de Mercedes, son a la postre más potentes y también se desmarcan con valores de par más elevados, especialmente en el caso del seis cilindros de la estrella que casi alcanza los 48 mkg. Como se puede imaginar, son también muchas las diferencias que se aprecian en el funcionamiento de estos tres propulsores. Los más agradables y satisfactorios son los que montan el BMW y el Mercedes. Estos no sólo son muy potentes y silenciosos, sino que además ofrecen un margen de utilización muy amplio y una suavidad de funcionamiento ejemplar. No obstante, gracias a su mayor cilindrada y sobre todo a las abundantes dosis de par que desarrolla en toda la gama de revoluciones, la mecánica de la estrella está, por decirlo de alguna manera, mas «llena» y responde todavía con mayor contundencia y rapidez a las insinuaciones que se realizan con el pedal del gas, demostrando un poderío sobresaliente. Por su parte el V6 de Audi también es muy potente y goza de un funcionamiento muy agradable y regular, pero es claramente más perezoso en baja y su respuesta está muy condicionada por la entrada en acción del turbocompresor. Cuando esto sucede, la potencia llega muy de golpe y con gran virulencia, lo que en determinadas ocasiones llega a resultar un tanto incómodo cuando se conduce por ciudad. Las arrancadas tampoco son su punto fuerte, ya que el escaso rendimiento en la parte baja del cuentavueltas obliga a acelerar con bastante decisión para que no se cale. Como ocurre con sus rivales, las subidas de régimen son espectaculares y desde el interior del coche ni los más entendidos serían capaces de adivinar que bajo el capó se esconde un propulsor de ciclo Diesel. Lógicamente la diferencia en el rendimiento mecánico se deja sentir en el apartado reservado a las prestaciones. Como se puede comprobar por los datos obtenidos por nuestro Centro Técnico, el Mercedes no ha tenido problemas para imponerse a sus rivales, si bien es justo reconocer que tanto el BMW como el Audi obtienen también excelentes registros en todas las mediciones. Superar los 220 km/h, bajar de los 9 segundos en la medición de 0-100 km/h o de los 30 en los 1.000 metros con salida parada, son valores que hasta hace muy poco quedaban exclusivamente reservados a modelos de marcado talante deportivo y que se podían considerar impensables en automóviles alimentados por gasoil. Aunque pueda parecer increíble, los motores alimentados por gasóleo están ganando la batalla a los de gasolina. No en vano de unos años a esta parte estos últimos se han visto seriamente perjudicados por las severas normas anticontaminantes que rigen en la UE, mientras las mecánicas Diesel han experimentado un avance espectacular desde el punto de vista técnico. Se ha llegado a un punto en el que, a igualdad de cilindrada, es muy normal que los modernos turbodiésel superen en rendimiento y agrado de conducción a los de gasolina. Además, por si esto fuera poco, la época de las humaredas negras, el olor a gasoil, las vibraciones escandalosas y el sonido a máquina de coser han pasado a la historia. Es verdad que el precio de los combustibles se ha igualado bastante y lo mismo ocurre con la fiabilidad y durabilidad mecánica, pero aun así, está claro que los Diesel están dominando el encuentro y, además, por goleada. En nuestro país los automóviles alimentados por gasóleo son ya mayoría entre los coches más populares del mercado, aunque, con la escalada de potencia experimentada en los últimos tiempos, esto es algo que también está empezando a ocurrir en el segmento de las berlinas grandes. Para comprobar el nivel alcanzado en esta categoría, nada mejor que comparar los representantes más cualificados de Audi, BMW y Mercedes, tres marcas entre las que existe una tremenda rivalidad y que, como bien saben los aficionados, se han situado a la cabeza en el desarrollo de mecánicas Diesel de alto rendimiento. Con todo esto resulta evidente que los propulsores son protagonistas de excepción en esta prueba comparativa. Como se puede observar si se echa un vistazo a la ficha técnica, los tres están a la última a nivel técnico y, entre otras cosas, cuentan con seis cilindros, distribución multiválvulas, inyección directa de combustible y turbo de geometría variable controlado electrónicamente. Ahora bien, si se analizan en profundidad, se pueden encontrar muchas diferencias, sobre todo entre el que monta el Audi y los que utilizan sus oponentes. Para empezar, el que anima a la berlina de los cuatro aros tiene una arquitectura de seis cilindros en V, mientras que los representantes de BMW y Mercedes recurren a una configuración en línea. Estos también comparten el moderno sistema de inyección de conducto único common rail, mientras que el A6 utiliza una bomba de pistón radial para alcanzar las altas presiones de alimentación que necesitan estos motores. La cilindrada del V6 germano también es inferior a la de sus rivales, pero la compensa con un rendimiento de 71,71 CV/litro, mientras que el BMW se conforma con 62,88 y el Mercedes apenas supera los 61. No obstante, tanto el motor BMW, como sobre todo el de Mercedes, son a la postre más potentes y también se desmarcan con valores de par más elevados, especialmente en el caso del seis cilindros de la estrella que casi alcanza los 48 mkg. Como se puede imaginar, son también muchas las diferencias que se aprecian en el funcionamiento de estos tres propulsores. Los más agradables y satisfactorios son los que montan el BMW y el Mercedes. Estos no sólo son muy potentes y silenciosos, sino que además ofrecen un margen de utilización muy amplio y una suavidad de funcionamiento ejemplar. No obstante, gracias a su mayor cilindrada y sobre todo a las abundantes dosis de par que desarrolla en toda la gama de revoluciones, la mecánica de la estrella está, por decirlo de alguna manera, mas «llena» y responde todavía con mayor contundencia y rapidez a las insinuaciones que se realizan con el pedal del gas, demostrando un poderío sobresaliente. Por su parte el V6 de Audi también es muy potente y goza de un funcionamiento muy agradable y regular, pero es claramente más perezoso en baja y su respuesta está muy condicionada por la entrada en acción del turbocompresor. Cuando esto sucede, la potencia llega muy de golpe y con gran virulencia, lo que en determinadas ocasiones llega a resultar un tanto incómodo cuando se conduce por ciudad. Las arrancadas tampoco son su punto fuerte, ya que el escaso rendimiento en la parte baja del cuentavueltas obliga a acelerar con bastante decisión para que no se cale. Como ocurre con sus rivales, las subidas de régimen son espectaculares y desde el interior del coche ni los más entendidos serían capaces de adivinar que bajo el capó se esconde un propulsor de ciclo Diesel. Lógicamente la diferencia en el rendimiento mecánico se deja sentir en el apartado reservado a las prestaciones. Como se puede comprobar por los datos obtenidos por nuestro Centro Técnico, el Mercedes no ha tenido problemas para imponerse a sus rivales, si bien es justo reconocer que tanto el BMW como el Audi obtienen también excelentes registros en todas las mediciones. Superar los 220 km/h, bajar de los 9 segundos en la medición de 0-100 km/h o de los 30 en los 1.000 metros con salida parada, son valores que hasta hace muy poco quedaban exclusivamente reservados a modelos de marcado talante deportivo y que se podían considerar impensables en automóviles alimentados por gasoil.
Audi A6 TDI 180 CV Quattro / BMW 530d / Mercedes 320 CDi
Suavidad de funcionamiento y un comportamiento dinámico impecable son cualidades intrínsecas de estos tres modelos, que, además, son los Diesel más eficaces del mundo y ofrecen unas prestaciones que ya quisieran para si muchos deportivos animados por potentes mecánicas de gasolina.
