Mitsubishi Outlander 2.4

El Outlander es la apuesta de Mitsubishi, un especialista en 4x4 puro, para el todo terreno “light". Ahora recibe un interesante motor 2.4 que llega a los 160 CV y rinde realmente bien. Con este cambio, el coche sigue sin destacar en el campo, pero en carretera es de lo mejor de la categoría.

Mitsubishi Outlander 2.4
Mitsubishi Outlander 2.4

Hábitat de asfalto
Con este motor y este cambio añadidos a su bastidor, el Outlander resulta un rodador de primera. Cómodo de suspensión, pero no blando, corre por el asfalto con decisión y aplomo. Se mueve sin apuros por encima de los 170 km/h, con cruceros fáciles de mantener y un nivel de confort interior equiparable a muchas berlinas. Está lejos de esos todo terrenos que se balancean como barcas a poco que se ataque una curva rápido. En el Outlander la carrocería oscila muy poco y el coche traza con precisión y confianza. No deja ver sus vicios y, en general, podemos hablar de gran nobleza en su comportamiento dinámico.Ese buen trabajo de carretera no tiene reflejo en el campo. Al menos, no todo el que nos gustaría. Si en el asfalto es, quizá, el más ágil y deportivo de la categoría, en el campo se nos antoja de los peores.Tiene a su favor una cosa: el motor. Los 160 CV se dejan sentir y, muchas veces, son el argumento decisivo para dejar atrás un obstáculo.

El Outlander no tiene reductora, ni bloqueos, ni control de descenso ni nada parecido. Su tracción total se logra gracias a un diferencial central viscoso, un mecanismo que detecta la pérdida de tracción de un eje y envía el par al contrario para garantizar la motricidad. Este repartidor tiene sus ventajas: siempre está alerta, es rápido y nos saca de pequeños apuros (charcos, barros ligeros, hielo…) sin que apenas nos enteremos. Pero también tiene carencias y nunca se podrá comparar a un bloqueo de verdad o al trabajo de una reductora. Así las cosas, el Outlander galopa muy bien por los caminos. Gracias a los 160 CV y a una suspensión muy bien equilibrada, corre por las pistas muy rápido y mantiene el nivel de confort de los ocupantes.

Sin embargo, apenas el terreno se complica, el coche encuentra sus fronteras. Roderas profundas, barrizales, zonas muy rotas, vadeos… Todo se vuelve inaccesible para el Outlander. Y no hablemos de bajadas muy pronunciadas o subidas muy fuertes. A poco que el terreno resbale nos encontraremos sin agarre al suelo y, por tanto, en un apuro.

Los neumáticos, de carretera, tampoco ayudan mucho a mejorar las cualidades off-road. Como sus cotas todo terreno también son muy limitadas y la altura libre al suelo, escasa, el trial y cualquier otra acrobacia están descartados de partida.

De todas formas, si lo que buscamos es un coche que nos lleve cómodamente por pistas sin grandes pretensiones y que, al tiempo, circule por carretera como el mejor turismo, el Outlander es lo que buscamos.