A pesar de tantos límites de velocidad y de una sociedad cada vez más concienciada con ellos, todavía quedan, o mejor dicho, todavía quedamos algunos que nos vuelve locos eso de tener un coche poco práctico, con la suspensión dura, un motor salvaje y un bastidor que te transmita algo, lo más alejado posible de la sensación de soso electrodoméstico de algunos coches de ahora. Probablemente, no lleguemos a superar nunca esos límites en carretera abierta, pero ¡tampoco somos Ned Flanders! Pues bien, tras la transformación ‘esseesse’ del Abarth 500 tenemos un modelo que se adaptará a nuestros gustos sin problemas.
Si está buscando un práctico utilitario para moverse por ciudad, le damos un sabio consejo: evite fijarse en este 500 y, sobre todo ¡no lo conduzca! puesto que corre el riesgo de que le pique el veneno del escorpión. Se lo decimos por experiencia propia. Este Abarth suma el innegable encanto de un 500 con toda la tradición deportiva de Abarth –el antiguo preparador oficial de Fiat-, aportando deportividad y una estética todavía más emocional, si cabe, que la de un Fiat 500. Es uno de los pocos modelos del mercado que no engañan: directamente, todo lo que le sugiere su imagen es lo que en realidad es.
El coche hay que comprarlo como Abarth 500, que ya viene de serie con estética deportiva y 135 CV. Para convertirlo en radical es necesaria la adquisición de un kit ‘esseesse’, que consta de un filtro de aire específico BMC, centralita reprogramada que sube la potencia hasta los 160 CV –sin perder la garantía oficial-, frenos más eficaces (pastillas delanteras de alto rendimiento y discos perforados), llantas de 17 pulgadas con neumáticos 205/40, muelles específicos, sistema de control de presión de neumáticos y el logotipo ‘esseesse’ en capó, portón trasero y llave.
Este kit viene en una caja aparte y se lo puede montar uno mismo, si se dispone del utillaje adecuado, o instalar en el propio concesionario. Su precio con IVA es de 2.520 euros, a los que hay que sumarle las 5 horas de taller que son necesarias para su montaje –unos 500 euros en un concesionario oficial-. El resultado es tan divertido como se espera. A pesar de lo que corre, no es un coche para disfrutar de la alta velocidad en una autopista, en donde probablemente nos aburramos, pero sí se disfruta en tramos de montaña, cuanto más ratoneros, mejor. Es duro y cansa cuando se hacen muchos kilómetros, más que un Abarth 500 sin el kit, que ya de por si viene firme de fábrica. A cambio se obtiene lo que el potencial cliente de este coche busca; es ágil en el cambio de apoyo y rápido de dirección. Su corta batalla le hace algo ‘rebotón’ del eje trasero cuando se lleva al límite, pero no se sale de lo esperado. Los frenos soportan bien el trato duro y tardan en acusar la fatiga.
También para todos los días
A pesar de su radicalidad, admite el uso diario con las mismas ventajas o inconvenientes que pueda tener cualquiera de sus rivales. El motor ofrece buena respuesta, aunque hay que llevarlo alto de vueltas si se le quiere sacar todo el jugo. Sus prestaciones no están nada mal. No podemos ofrecerte lo que mejora con respecto al Abarth 500 sin el kit, puesto que las dos unidades de prensa que tuvimos en su día se acercaron a los 160 CV de este esseesse, cuando lo normal hubiese sido que rondasen los 135 CV. En cualquier caso, bajar de los 8 segundos en el 0 a 100 km/h ya dice mucho. El consumo es, como era de esperar, muy sensible al uso; situación que llama más la atención por culpa del pequeño depósito de 35 litros de toda la familia 500. La habitabilidad no es su punto fuerte, pero tampoco lo ha negado nunca: es el utilitario más ‘R’ que hay, o es el ‘R’ más utilitario que existe, como lo quieran ver. Como buen italiano, cuida mucho el diseño y la equipación deportiva. Es caro, sí, pero también único.
- Sonido
- Acabado deportivo
- Costuras pomo del cambio
- Postura de conducción
- Precio