Mucho ha llovido y mucho han cambiado los BMW Serie 5 desde que en 1972 se lanzara el primero. Entonces contaba con motores de cuatro y seis cilindros de gasolina, y no había disponible otro tipo de combustible. No fue hasta su sustituto, en 1982 y con la carrocería E28, cuando aparecieron los motores Diesel en versiones con y sin turbocompresor, los 524d y 524 td que luego fueron sustituidos por el famoso 525 tds. Pero no fue hasta el año 1998 con el lanzamiento del 530d en carrocería E39, cuando la marca y el modelo se convirtieron en referencia por agrado de uso, prestaciones puras y consumos. Ése 6 cilindros en línea rendía 184 CV. Pues bien, 19 años después, el BMW 520d de cuatro cilindros que nos ocupa es más potente, con nada menos que 190 CV. El 520d con carrocería E 39 rendía 136 CV.
En esta ocasión nos subimos ya al BMW 520d Touring con cambio automático, acabado Sport Line y neumáticos 245/45 R18, y nos ha parecido ejemplar en vías rápidas por cómo trabaja la suspensión ofreciendo un confort sensiblemente superior al de la generación saliente pero sobre todo por la baja rumorosidad (66,7 dB a 120 km/h, en nuestra medición propia) debido a un excelente trabajo en el aislamiento. Porque fuera del vehículo, y tanto en frío como a la temperatura óptima, no es especialmente refinado al ralentí y se nota rápidamente el tipo de combustible y el número de cilindros que ofrece.
Como está pasando en el resto de coches de BMW sin la famosa sigla M, este Serie 5 ha dado un pequeño giro en busca de más confort con unas suspensiones un poco más blandas y una dirección menos directa. Esto se puede corregir en el propio concesionario, pues hay varios tipos de suspensión y acabados para que cualquier tipo de público encuentre la opción que sea de su gusto.
BMW 520d Touring Aut.: consumos reales
Entrando en el campo de los consumos reales, y partiendo de la base que sus 1.810 kg lastran al modelo alemán (medición de nuevo propia), han sido necesarios 5,44 l/100 km para recorrer nuestro recorrido de carretera de 191 km. Este excelente dato es en parte gracias al modo “Eco Pro” en el que se optimizan motor y transmisión, esta última con modo “vela” que libera el cambio de las ruedas, lo que en una transmisión manual equivaldría a poner punto muerto.
Ya en el recorrido urbano apenas los 6,96 l/100 km obtenidos logran bajar la cifra psicológica de los 7 litros y lo colocan entre los mejores sin duda del segmento. Como dato curioso, pero no inusual, resaltar que el ordenador de a bordo marcaba más de lo que nuestro Centro Técnico midió. En este caso en el recorrido de carretera fueron 5,8 l/100 km, y 7,4 l/100 km en urbanos. Dicho queda.
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