La transición neta cero: ¿cuánto costaría y qué nos aportaría?

Los gobiernos y las empresas de todo el mundo se comprometen a lograr cero emisiones netas de gases de efecto invernadero. ¿Qué se necesitaría para cumplir esa ambición?

La firma McKinsey analiza la transformación económica que implicaría una transición a cero emisiones netas.
La firma McKinsey analiza la transformación económica que implicaría una transición a cero emisiones netas.

En un informe, la firma McKinsey analiza la transformación económica que implicaría una transición a cero emisiones netas, algo que afectaría a todos los países y todos los sectores de la economía, ya sea directa o indirectamente. Para ello, estima los cambios en la demanda, el gasto de capital, los costos y los empleos, hasta 2050, para los sectores que producen alrededor del 85 por ciento de las emisiones totales y evalua los cambios económicos para 69 países.

Seis características definen la transición neta cero

La transformación de la economía global necesaria para lograr cero emisiones netas para 2050 sería universal y significativa, requiriendo 9.2 billones de dólares en gasto promedio anual en activos físicos, 3.5 billones más que hoy. Para decirlo en términos comparables, ese aumento es equivalente a la mitad de las ganancias corporativas globales y a una cuarta parte de los ingresos fiscales totales en 2020.

El gasto se cargaría por adelantado -la próxima década será decisiva- y el impacto desigual entre países y sectores

Teniendo en cuenta los aumentos esperados en el gasto, a medida que crecen los ingresos y las poblaciones, así como las políticas de transición actualmente legisladas, el aumento requerido en el gasto sería menor, pero aún así sería alrededor de 1 billón de dólares. El gasto se cargaría por adelantado -la próxima década será decisiva- y el impacto desigual entre países y sectores.

La transición también está expuesta a riesgos, incluido el de la volatilidad del suministro de energía. Al mismo tiempo, es rica en oportunidades. De esta manera, evitaría la acumulación de riesgos climáticos físicos y reduciría las probabilidades de iniciar los impactos más catastróficos del cambio climático. También traería oportunidades de crecimiento, ya que la descarbonización crea eficiencias y abre mercados para productos y servicios de bajas emisiones. Esta investigación, advierte la firma, no es una proyección o predicción y no pretende ser exhaustiva. Es la simulación de una ruta hipotética y relativamente ordenada hacia 1.5 ° C, utilizando el escenario Net Zero 2050, de la Red para la Ecologización del Sistema Financiero (NGFS).

La transformación traería oportunidades de crecimiento, ya que la descarbonización crea eficiencias y abre mercados para productos y servicios de bajas emisiones.
La transformación traería oportunidades de crecimiento, ya que la descarbonización crea eficiencias y abre mercados para productos y servicios de bajas emisiones. Foto: McKinsey Sustainability.

El desafío de cero emisiones netas: acelerar la descarbonización en todo el mundo

Los siete sistemas de energía y uso de la tierra que representan las emisiones globales (energía, industria, movilidad, edificios, agricultura, silvicultura y otros usos de la tierra, y desechos) deberán transformarse para lograr emisiones netas cero.

Las acciones efectivas para acelerar la descarbonización incluyen cambiar la combinación energética de los combustibles fósiles hacia la electricidad de cero emisiones y otras fuentes de energía de bajas emisiones como el hidrógeno; adaptar los procesos industriales y agrícolas; aumentar la eficiencia energética y gestionar la demanda de energía; utilizar la economía circular; consumir menos bienes intensivos en emisiones; implementar tecnología de captura, utilización y almacenamiento de carbono; y mejorar los sumideros de gases de efecto invernadero de larga y corta duración.

La transformación económica: ¿Qué cambiaría en la transición neta cero?

Sobre la base de este escenario, McKinsey Sustainability estima que el gasto global en activos físicos en la transición ascendería a alrededor de 275 billones de dólares entre 2021 y 2050, o alrededor del 7.5 por ciento del PIB anual de media. El mayor aumento como proporción del PIB sería entre 2026 y 2030.

La demanda de energía en 2050 sería más del doble de lo que es hoy, mientras que la producción de hidrógeno y biocombustibles se incrementaría más de diez veces

La demanda se vería sustancialmente afectada. Por ejemplo, la fabricación de automóviles con motor de combustión interna finalmente cesaría, a medida que las ventas de alternativas (por ejemplo, vehículos eléctricos de batería y eléctricos de pila de combustible) aumenten del 5 por ciento de las ventas de automóviles nuevos en 2020 a prácticamente el 100 por ciento para 2050.

La fabricación de automóviles con motor de combustión interna finalmente cesaría.
La fabricación de automóviles con motor de combustión interna finalmente cesaría. 

La demanda de energía en 2050 sería más del doble de lo que es hoy, mientras que la producción de hidrógeno y biocombustibles se incrementaría más de diez veces. La transición podría conducir a una reasignación de la mano de obra, con alrededor de 200 millones de empleos directos e indirectos ganados y 185 millones perdidos para 2050, cambios que son notables menos por su tamaño que por su naturaleza concentrada, desigual y reasignativa.

Los sectores están expuestos de manera desigual en la transición neta cero

Todos los sectores de la economía están expuestos a una transición neta cero, pero algunos están más expuestos que otros. Los sectores con mayor grado de exposición son aquellos que emiten directamente cantidades significativas de gases de efecto invernadero (por ejemplo, el sector de la energía de carbón y gas) y aquellos que venden productos que los emiten (como el sector de los combustibles fósiles y el sector automotriz).

El aumento del empleo se asociaría en gran medida con la transición a formas de producción de bajas emisiones, como la generación de energía renovable

Aproximadamente, el 20 por ciento del PIB mundial se encuentra en estos sectores. Un 10 por ciento está en otros con cadenas de suministro de altas emisiones, como la construcción. Cada una de las partes más expuestas de la economía se verá afectada de manera diferencial.

La pérdida de empleo afectaría particularmente a los trabajadores en sectores intensivos en combustibles fósiles o emisiones.
La pérdida de empleo afectaría particularmente a los trabajadores en sectores intensivos en combustibles fósiles o emisiones. Foto: McKinsey Sustainability.

El costo total de propiedad de los vehículos eléctricos podría ser más bajo que los automóviles ICE para aproximadamente 2025 en la mayoría de las regiones, incluso cuando los costos de producción de acero y cemento podrían aumentar. El aumento del empleo se asociaría en gran medida con la transición a formas de producción de bajas emisiones, como la generación de energía renovable. Por otro lado, la pérdida afectaría particularmente a los trabajadores en sectores intensivos en combustibles fósiles o emisiones.

Cómo se desarrollaría la transición neta cero en los países y regiones

Para descarbonizarse, los países de bajos ingresos y los productores de recursos de combustibles fósiles gastarían más en activos físicos en proporción de su PIB que otros países, en el caso de África subsahariana, América Latina, India y otras naciones asiáticas, aproximadamente 1,5 veces o más que las economías avanzadas para apoyar el desarrollo económico y construir infraestructura baja en carbono.

Los efectos dentro de las economías desarrolladas también podrían ser desiguales

Los países en desarrollo también tienen una proporción relativamente mayor de sus empleos, como India, Bangladesh, Kenia y Nigeria. Además, India también enfrentarían un mayor riesgo físico por el cambio climático. Los efectos dentro de las economías desarrolladas también podrían ser desiguales; por ejemplo, más del 10 por ciento de los empleos en 44 condados de los Estados Unidos se encuentran en la extracción y refinación de combustibles fósiles. Al mismo tiempo, todos los países tendrán perspectivas de crecimiento, a partir de dotaciones de capital natural, como la luz solar y los bosques, y a través de sus recursos tecnológicos y humanos.

Gestión de la transición neta cero: acciones para las partes interesadas

McKinsey Sustainability apunta que los hallazgos de esta investigación sirven como una clara llamada a una acción más reflexiva y decisiva, tomada con la mayor urgencia, para asegurar una transición más ordenada para 2050. Las economías y las sociedades tendrían que hacer ajustes significativos en la transición neta cero.

Las economías y las sociedades tendrían que hacer ajustes significativos en la transición neta cero.
Las economías y las sociedades tendrían que hacer ajustes significativos en la transición neta cero. Foto: McKinsey Sustainability.

Muchos de éstos pueden ser mejor apoyados a través de la acción coordinada de los gobiernos, las empresas y las instituciones facilitadoras. Se destacan tres categorías de acción: catalizar la reasignación efectiva de capital, gestionar los cambios en la demanda y los aumentos de los costos unitarios a corto plazo, y establecer mecanismos de compensación para abordar los impactos socioeconómicos.

La transformación económica requerida no solo creará oportunidades inmediatas, sino que también abrirá la perspectiva de una economía global, fundamentalmente transformada, con menores costos de energía y muchos otros beneficios

La transformación económica requerida para lograr cero emisiones netas para 2050 será masiva en escala y compleja en ejecución, sin embargo, los costos y dislocaciones que surgirían de una transición más desordenada probablemente serían mucho mayores, y la transición evitaría una mayor acumulación de riesgos físicos. Es importante no considerar que la transición es sólo onerosa, señala McKinsey Sustainability, no solo creará oportunidades inmediatas, sino que también abrirá la perspectiva de una economía global, fundamentalmente transformada, con menores costos de energía y muchos otros beneficios, por ejemplo, mejores resultados de salud y una mayor conservación del capital natural.

Fuente: McKinsey Sustainability.