El análisis de los datos obtenidos durante una década de observación y estudio de investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid (MNCN-CSIC) confirma que tanto la temperatura como la velocidad del viento han aumentado en esta zona del sistema central al tiempo que se han reducido las precipitaciones. Las nuevas condiciones han favorecido el aumento de la presencia de jejenes, Culicoides spp.; moscas negras, Simuliidae, y pupas de mosca, Protocalliphora azurea, mientras que la de los ácaros, Dermanyssus gallinoides, y pulgas, Ceratophyllus gallinae, ha disminuido.
Han comprobado cómo el incremento de la temperatura y la velocidad del viento y la reducción en las precipitaciones afectó a la abundancia de algunos parásitos
“En este estudio hemos analizado cómo los cambios ambientales en precipitaciones, temperatura y velocidad del viento, afectan a la abundancia de ectoparásitos en los nidos de herrerillo, así como a la transmisión de parásitos sanguíneos entre los herrerillos”, explica Francisco Castaño-Vázquez, investigador en el MNCN que afirma que “Los datos confirman que la temperatura es uno de los factores ambientales con mayor influencia en los parásitos”.
Los modelos que se utilizan para prever los efectos del cambio climático predicen la expansión de enfermedades más propias de climas tropicales hacia climas templados. “Con este trabajo confirmamos que el cambio climático puede favorecer la extensión solo de algunas de las enfermedades parasitarias que afectan a los herrerillos, un ave que se utiliza como modelo de estudio”, contextualiza Santiago Merino, investigador del MNCN que también firma el estudio.

“Hemos confirmado que, en los sistemas naturales, los cambios en las condiciones ambientales afectan de distinta manera a cada especie de parásito y a sus hospedadores, ya que cada uno responde de una forma a las nuevas condiciones, de forma que algunos se ven favorecidos, pero otros no. Hay además otros factores como el tamaño de la nidada que influyen en la presencia de parásitos”, continúa Merino.ç
Este trabajo es una prueba más de cómo los cambios ambientales, que se producen cada vez a mayor velocidad, afectan de manera directa a todos los sistemas naturales
Los jejenes, y los ácaros, actúan como vectores de los parásitos sanguíneos Haemoproteus y Lankesterella respectivamente. Con esta investigación, se ha podido comprobar cómo las infecciones por Lankesterella parecen producirse principalmente cuando las aves son polluelos en el nido, mientras que las provocadas por Haemoproteus se desarrollan principalmente en aves de al menos un año de edad que ya abandonaron el nido.
Este trabajo es una prueba más de cómo los cambios ambientales, que se producen cada vez a mayor velocidad, afectan de manera directa a todos los sistemas naturales. “Otro de los cambios que hemos observado durante estos diez años de estudio es un adelanto en la fecha de eclosión de los polluelos, así como del aumento de su nidada”, termina Castaño-Vázquez.