¿Es posible una hecatombe ecológica ?

El 21% de las especies vegetales está amenazada de extinción. Dado que las plantas son una fuente de alimentación y de moléculas terapéuticas, su pérdida podría privar a la humanidad de valiosas riquezas. Y poner en riesgo los ecosistemas. Para conservarlas se han creado unos 1.700 bancos de semillas en todo el mundo. ¿Son estas “cajas fuertes” genéticas la solución?

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Cada año se descubren unas 2.000 especies vegetales nuevas. Esta diversidad vegetal es una suma enorme de conocimiento y progreso.
Cada año se descubren unas 2.000 especies vegetales nuevas. Esta diversidad vegetal es una suma enorme de conocimiento y progreso.

Los científicos apuntan a un patrón alarmante: la biodiversidad vegetal se marchita poco a poco, sin que seamos realmente conscientes de ello.  “Disponemos de muchos datos sobre el colapso de las poblaciones animales, pero muchos menos sobre las plantas”, afirma el botánico y genetista Pierre-Henri Gouyon, profesor del Museo Nacional de Historia Natural de Francia. “Sin embargo, hay muchas señales de que esta dinámica de colapso es general”.

En 2016, después de un año de análisis de los estudios existentes, decenas de investigadores, principalmente británicos, estimaron en un vasto informe que una de cada cinco especies de plantas en el mundo estaba amenazada de extinción. Una potencial hecatombe ecológica, de la que el informe enumeraba las causas: sobre todo la agricultura (factor de deforestación), pero también la urbanización, las enfermedades, la contaminación, las especies invasoras, el cambio climático... 

Solo cinco cereales (arroz, trigo, maíz, mijo y sorgo) ofrecen el 60% de aporte energético de la población mundial

Pero ¿por qué proteger la biodiversidad vegetal? ¿En qué puede condicionar el futuro de la humanidad? Después de todo, según la FAO, el 60% del aporte energético de la población mundial lo han proporcionado hasta ahora solo cinco cereales, de las 370.000 especies de plantas de semillas descubiertas en el planeta. Cinco cereales –arroz, trigo, maíz, mijo y sorgo– en los que la agricultura convencional apuesta para alimentar a los 9.700 millones de individuos que seremos en 2050. 

Entonces, ¿de qué pueden servir decenas y decenas de miles de especies de plantas silvestres? En realidad, sus beneficios son innumerables. Ya son más de 30.000 especies vegetales las que tienen una utilidad para la humanidad bien identificada, por ser una fuente de nutrientes, de materiales o de moléculas terapéuticas. 

Y cada año se descubren alrededor de 2.000 más, desconocidas hasta ese momento, una enorme suma de conocimiento potencial (y de progreso). Una diversidad silvestre que podría constituir por sí misma una reserva genética para mejorar las variedades cultivadas, en particular para adaptarlas a las evoluciones del clima. Esencial para asegurar el contenido de nuestros platos del mañana. 

Por eso, en todas partes del mundo, los bancos de semillas, que conservan las especies y variedades y comparten estas semillas con los científicos, la industria y los agricultores, están en el meollo de la cuestión...

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