Hoy en día es uno de los mares del planeta que más se está calentando pero, además, también ha experimentado un importante aumento en la acidez de sus aguas. Existen varios estudios realizados por diferentes centros de investigación que relacionan directamente esta transformación de nuestro Mediterráneo con el cambio climático de origen humano.
Al calentamiento global generado por la actividad humana vía la quema de combustibles fósiles hay que añadir otros factores naturales que influyen en el calentamiento del Mediterráneo. Para empezar es un mar cerrado y relativamente pequeño. Además solo tiene una limitada conexión con las aguas abiertas del océano Atlántico vía el estrecho de Gibraltar, y eso facilita aún más el calentamiento. Su ubicación geográfica próxima al trópico de Cáncer, y el predominio del tiempo anticiclónico a lo largo del año, se traduce en muchas horas de insolación. Ese factor domina sobre todo en verano, razón por la cual las temperaturas del agua más elevadas se registran durante la estación estival.
Sin embargo, hay elementos de su clima que han ido cambiando con el paso de los años debido a la actividad humana. Por ejemplo, este verano de 2022, han sido varios los elementos que se han unido para hacer que el Mediterráneo se convirtiera en una olla a presión con temperaturas muy por encima de la media habitual. Entre los principales factores están las ya conocidas olas de calor. Algunas generadas por incursiones de aire desde el norte de África o bien por la persistencia de altas presiones que se traducen en horas eternas de insolación durante días y días. Cuando acumulas tanto exceso de energía y encima no llegan precipitaciones para refrescar algo el ambiente, esa energía extra que hay en la atmósfera se acaba acumulando en el mar, aumentando su temperatura.

Varios elementos se han unido para hacer que el Mediterráneo se convierta en una olla a presión, con temperaturas muy por encima de la media.
Los expertos que siguen la evolución del Mediterráneo de cerca hablan ya de su ¨tropicalización¨. La metamorfosis que experimenta desde hace años ya está influyendo en el clima de la región, pero también en la biodiversidad que alberga el que se considera uno de los mares más ricos en especies.
Cuanto más caliente está el mar, mayor es la probabilidad de que durante la recta final del verano y el arranque del otoño se formen tormentas cada vez más intensas. Hace años que conocemos la capacidad que tiene el Mediterráneo de ayudar a generar nubes de gran desarrollo vertical acompañadas de trombas de agua, granizo y hasta tornados y mangas marinas. Esos fenómenos extremos, se seguirán haciendo más extremos aún si el vapor de agua disponible y la inestabilidad aumentan en la región como está ocurriendo año tras año.
Pero un Mediterráneo más cálido no siempre genera fenómenos meteorológicos extremos. Para que eso pase, tienen que coexistir una serie de elementos atmosféricos capaces de incrementar la inestabilidad. Uno de ellos y fundamental, es la presencia de aire más frío en niveles superiores de la atmósfera. Las bolsas de aire frío, conocidas popularmente como DANAS (Depresión Aislada en Niveles Altos) o antaño Gota Fría, aumentan la inestabilidad de la atmósfera y por lo tanto su capacidad de desarrollar grandes cumulonimbos o nubes de desarrollo vertical que son las que complican el tiempo.
En ese apartado, el cambio climático ya se ha encargado de ir modificando la dinámica atmosférica en el hemisferio norte para favorecer que el Mediterráneo registre precipitaciones más fuertes. La nueva circulación, incluye entre otros elementos, incursiones de aire frío en niveles altos de la atmósfera más habituales. Las DANAS, no solo aparecen más, en ocasiones se trasladan siguiendo rutas no habituales y también llegan fuera de las fechas en las que estamos acostumbrados a registrarlas.
Y mientras el carácter de las precipitaciones intensas y destructivas se amplifica en la región entre el verano y otoño, el Mediterráneo tiende a secarse cada vez más en invierno. La persistencia de altas presiones o tiempo estable, y un cambio en la dinámica atmosférica que implica nuevos patrones de la llamada corriente en chorro, aumentan la sequía llevándola a extremos nada favorables para la población de la región. Con el paso de los años el Mediterráneo se ha ido convirtiendo en una de las regiones del planeta más vulnerables al Cambio Climático. Hemos fabricado un arma de doble filo que lo seca en inverno y lo inunda entre el verano y otoño.
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