En la mayoría de los países, los paquetes de tabaco muestran imágenes o textos que advierten a los fumadores sobre el aumento de los riesgos de ataques cardíacos, cáncer y complicaciones del embarazo. Muchos de estos riesgos están asociados con la inhalación de humo de tabaco a través de la boca. Pero lo que se destaca con menos frecuencia es el efecto que fumar puede tener en la superficie de los ojos.
El tabaquismo se ha relacionado con la degeneración macular relacionada con la edad, el glaucoma y las cataratas, algunas de las principales causas de ceguera y pérdida grave de la visión en todo el mundo. Pero estas aflicciones ocurren en regiones internas del ojo: la retina, el nervio óptico y el cristalino, respectivamente. Ahora, los investigadores han descubierto cómo el humo del cigarrillo y los aerosoles de los dispositivos de tabaco calentado, que hornean hojas de tabaco en lugar de quemarlas o vaporizar productos de tabaco líquidos, también matan las células de la capa más expuesta del ojo: la córnea.
Los fumadores de tabaco tienen el doble de probabilidades que los no fumadores de sufrir el síndrome del ojo seco
"Esta es la superficie más externa del ojo que está expuesta a factores ambientales como productos químicos, luz e infección", afirma Wataru Otsu, investigador biomédico de la Universidad Farmacéutica de Gifu en Japón.

Los fumadores de tabaco tienen el doble de probabilidades que los no fumadores de sufrir el síndrome del ojo seco, que se manifiesta como una superficie ocular roja deshidratada y con picazón que puede provocar problemas de visión, infecciones o úlceras corneales. Comprender cómo los cigarrillos y los dispositivos de tabaco calentado, que queman o emiten aerosoles a solo centímetros de distancia, afectan el tejido más expuesto del ojo podría ayudar a los investigadores a desarrollar mejores protecciones contra el daño ocular, dice Otsu.
Otsu y sus colegas informaron que los compuestos en el humo del cigarrillo causan la acumulación de hierro que mata las células en una capa externa crítica de tejido corneal llamada epitelio corneal
En 2006, una encuesta clínica mostró la degradación de la película lagrimal que recubre y protege la superficie de la córnea en los fumadores. Asimismo, los experimentos en ratas han demostrado que la exposición al humo del cigarrillo daña las córneas y las glándulas lagrimales de los animales.
En el nuevo estudio, publicado on line en septiembre en Scientific Reports, Otsu y sus colegas informaron que los compuestos en el humo del cigarrillo causan la acumulación de hierro que mata las células en una capa externa crítica de tejido corneal llamada epitelio corneal.

Además, los investigadores encontraron que incluso sin que el humo se desvíe específicamente hacia los ojos, las córneas pueden llegar a dañarse: esta muerte celular impulsada por el hierro ocurrió incluso cuando las células fueron expuestas a otros tipos de productos de tabaco.
Los investigadores expusieron cultivos en laboratorio de células del epitelio corneal humano al extracto de humo de cigarrillo, una solución que contiene la mayoría de los ingredientes inhalados por los fumadores de cigarrillos.
Resulta que fumar tabaco o calentarlo puede dañar las células del ojo externo, incluso cuando el producto utilizado no contiene alquitrán ni nicotina
Este extracto se crea burbujeando el humo del cigarrillo a través de una solución y se utiliza a menudo en estudios preclínicos como una analogía para el humo en sí. Los investigadores además probaron si los dispositivos de tabaco calentado afectaban a las células corneales de manera similar. Estos hornean hojas de tabaco, produciendo aerosoles sin quemarse. "Muchas personas usan estos nuevos dispositivos como alternativas a los cigarrillos, pero no sabemos mucho sobre cómo afectan la salud humana", señala Otsu. Resulta que fumar tabaco o calentarlo puede dañar las células del ojo externo, incluso cuando el producto utilizado no contiene alquitrán ni nicotina.
Las córneas de los no fumadores también podrían verse afectadas por el humo si se exponen constantemente, apunta. Los investigadores aún no han probado el efecto del vapeo en las células.

Otsu y sus colegas encontraron que después de 24 horas de exposición, más células murieron en cultivos que estuvieron expuestos al extracto de humo de los cigarros y de tabaco calentado, incluidos aquellos que no contenían nicotina, en comparación con las células que no estuvieron expuestas al humo o al tabaco.
Tomados en conjunto, estos signos indicaron que la exposición de las células corneales inducido una forma de muerte celular programada impulsada por el hierro llamada ferroptosis
Una mirada más cercana reveló evidencia de membranas celulares dañadas, grupos de hierro y una abundancia de ferritina dañada: un complejo de proteínas que almacena el hierro necesario para el proceso celular, como la síntesis y división del ADN. Tomados en conjunto, estos signos indicaron que la exposición de las células corneales inducido una forma de muerte celular programada impulsada por el hierro llamada ferroptosis.
El proceso comienza cuando los compuestos en los productos del tabaco hacen contacto con las células corneales, lo que lleva a la ferritina a comenzar a descomponerse y liberar el hierro almacenado, explica Otsu. Parte de este hierro se agrupa y reacciona con el peróxido de hidrógeno natural para producir radicales hidroxilos, moléculas altamente reactivas que pueden dañar las células. Normalmente, los sistemas de reparación de pueden hacer frente a estos radicales, pero cuando se acumulan demasiados, dañan las grasas en las membranas celulares, lo que hace que éstas mueran.

Los próximos pasos implicarán la realización de experimentos con animales y la prueba del impacto de los productos de vapeo en las células corneales, adelanta Otsu.
Si la exposición al humo descompone los lípidos en las células del epitelio corneal, la película lagrimal que recubre la córnea puede sufrir de manera similar
Los resultados son impactantes, afirma Dilek Altinörs, oftalmólogo de la Universidad de Başkent en Turquía, que no participó en el estudio. Si la exposición al humo descompone los lípidos en las células del epitelio corneal, la película lagrimal que recubre la córnea puede sufrir de manera similar, especula. Los lípidos en esta película evitan que el ojo se seque, y ya se sabe que los fumadores son más susceptibles a las películas lagrimales dañadas y al síndrome del ojo seco. Pero los investigadores aún no han investigado la ferroptosis como un posible culpable.
Fuente: Scientific American.