A lo largo de la historia de la humanidad, la movilización de personas y de “cosas” de un sitio a otro ha sido una constante. El espíritu aventurero del hombre y sus ansias de descubrimiento llevaban en paralelo el trueque, el comercio de aquello que traemos con nosotros con lo que el lugar visitado nos ofrece.
Una actividad que puede parecer neutral y beneficiosa para todos pero que tiene una peligrosa trastienda cuando lo que se transporta o con lo que se comercia son seres vivos.
Vida ajena que llevamos con nosotros como en el caso de los colonizadores o viajeros, antiguos y modernos, que no sólo llegan con lo puesto, sino que llevan con ellos una carga biológica que puede convertirse en una auténtica bomba al llegar a un nuevo hábitat.
Además de virus y bacterias, los animales siempre nos han acompañado en nuestros trasiegos por el mundo… las pulgas de la peste, ratas, simpáticos macacos, entretenidos loros… la lista es infinita
Desde una cucaracha que viaja escondida en una caja hasta los pájaros exóticos del comercio ilegal, pasando por los animales marinos que utilizan cauces no naturales como el canal de Suez o Panamá para llegar a otros mares. Nuevos lugares a los que pueden no adaptarse o hacerlo a las mil maravillas, libres de sus depredadores naturales y con abundante comida al alcance, acarreando verdaderas catástrofes ecológicas y económicas con ello.

España, la península Ibérica, no está exenta de las llamadas especies exóticas invasoras, aunque en la mayoría de los casos ellas no hayan planificado la conquista de nuevos territorios.
Las especies exóticas invasoras y sus impactos no se conocen lo suficiente y se consideran con frecuencia con un escaso efecto socioeconómico, lo que conlleva problemas de mayor envergadura.
Se calcula que en Europa existen más de 12.000 especies exóticas, de las cuales en torno a un 10-15 % son invasoras
Éstas se encuentran representadas en todos los grandes grupos: mamíferos, anfibios, reptiles, peces, invertebrados, plantas, hongos, bacterias y otros microorganismos. Igualmente, se las encuentra en toda clase de hábitats, tanto terrestres como acuáticos.
Como ejemplo tenemos la uña de gato entre las plantas, la rana toro entre los anfibios, el perro mapache entre los mamíferos, la cotorra de Kramer como ave, la mariquita asiática entre los insectos y, como no todas provienen de fuera de Europa, la babosa española, que se llama así aunque su origen está compartido con Francia, que ha llegado a convertirse en una relevante especie dañina en muchos países europeos.
Es importante conocer el problema, y para ello surgen proyectos como LIFE Invasqua, con el objetivo de aumentar la conciencia del público en general y de grupos interesados e involucrados en la problemática de las especies exóticas invasoras sobre los sistemas acuáticos en este caso.
Proyecto que, además, pretende desarrollar herramientas para la detección temprana y la respuesta rápida en la gestión de nuevos hallazgos en hábitats de agua dulce y estuarios.
Este proyecto LIFE europeo de transferencia de conocimiento se desarrolla en el ámbito de España y Portugal. Está coordinado por la Universidad de Murcia con la participación de 8 socios adicionales: EFEverde (Agencia EFE), UICN-Med, Museo Nacional de Ciencias Naturales-Centro Superior de Investigaciones Científicas, Sociedad Ibérica de Ictiología (SIBIC), Universidad de Navarra, Universidad de Santiago de Compostela, Universidad de Évora y la Associaçao Portuguesa de Educaçao Ambiental (ASPEA).

La Unión Europea toma cartas en el asunto
Las graves pérdidas en biodiversidad, incluyendo la extinción de especies autóctonas, la transmisión de enfermedades a las personas y los daños económicos por pérdidas de cosechas y daños en infraestructuras, han llevado a la Unión Europea a tomar cartas en el asunto, con medidas para impedir que entren en la UE nuevas especies exóticas invasoras y gestionar más eficazmente las ya presentes.
De esta forma, en Europa está totalmente prohibido importar, vender, cultivar, utilizar, liberar al ambiente, etc., las especies exóticas invasoras más problemáticas (especies prioritarias).
Para poner en práctica esta prohibición, los países de la UE tienen controles fronterizos y un sistema de vigilancia que permita detectar las especies prohibidas. Además, han de tomar medidas para detectar la entrada accidental de especies en Europa.
Si un país de la UE detecta la presencia de una especie prohibida, debe actuar de inmediato para impedir que se propague. Todos tienen que colaborar para localizar la especie y notificar su presencia a las autoridades.
En el caso de las especies ya muy extendidas o en fase de propagación, los países de la UE han de gestionar cómo mantenerlas bajo control.
Los beneficios del control
Las ventajas tanto de la difusión y conocimiento del problema como de las acciones que se tomen para evitarlo y controlarlo repercuten en un amplio espectro de nuestra sociedad, comenzando por los ciudadanos en general ante los peligros para la salud y los daños a bienes y al medio ambiente que representan estas especies.
Pero también a las empresas, grandes o pequeñas, por las consecuencias que pueden acarrear en las infraestructuras y el medio ambiente en el que operan las explotaciones agrícolas, ganaderas, pesqueras o silvícolas, así como la industria del turismo y el ocio.
Y a las administraciones públicas, que cierran el círculo volviendo al contribuyente, los ciudadanos, por el menor gasto en limitar, reparar e indemnizar los daños causados.