La azolla, un género de helechos de aspecto poco frecuente, es una vieja conocida. Ya en mayo de 2016 apareció en la confluencia entre el Tajo y el Almonte. Entonces se presentó como un manto de color rojizo que cubrió más de un kilómetro de río y amenazó con llegar al pantano de Guadiloba, del que se abastece la ciudad de Cáceres. Por eso, su presencia ahora ha vuelto a hacer saltar las alarmas entre los grupos ecologistas temerosos de que si no se retira pronto del río pueda quedarse en él para siempre.
A diferencia de los helechos comunes, la azolla es diminuta y crece en colonias flotantes sobre masas de agua. La planta es nativa de las regiones templadas de América. Cada individuo tiene un tamaño de 2,5-10cm, con hojas triangulares que le permiten flotar sobre el agua. Su aspecto general es esponjoso y agradable. Por este motivo es popular su uso en acuarios y es debido a esto que se produce su introducción accidental fuera de su área nativa.
La azolla cubre completamente el agua donde se introduce hasta formar un tapiz flotante que evita el paso de la luz alterando la estructura ecológica del río
El problema asociado a la azolla es que cubre completamente las masas de agua donde se introduce, llegando a formar un tapiz flotante. Esto es desastroso para el medio, ya que evita el paso de luz a la columna de agua, lo cual altera la composición del fitoplancton (algas microscópicas que realizan la fotosíntesis, y que por lo tanto requieren luz) y consecuentemente toda la estructura ecológica del río.

Además, su crecimiento es extremadamente veloz. Se han descrito casos de poblaciones que duplican su biomasa en apenas tres días si las condiciones de luz y nutrientes lo permiten. El crecimiento se detiene una vez la planta ha cubierto por completo la superficie del agua.
Denuncia ante la administración
La Asociación para la Defensa de la Naturaleza y los Recursos de Extremadura (ADENEX) ha alertado ya sobre la proliferación de esta planta invasora en el río Tajo, concretamente en la zona de Garrovillas de Alconétar, y ha solicitado tanto a la Junta de Extremadura como a la Confederación HIdrográfica del Tajo (CHT) que actúen con celeridad para erradicarla, según informa el diaro Hoy.
Por su parte, la Consejería de Transición Ecológica y Sostenibilidad del gobierno extremeño aseguró tras conocer la demanda de la asociación que está al corriente del problema, que afecta al río a su paso por el Parque Natural del Tajo Internacional. Indicó que se trata de un "helecho de agua", una planta "con poca masa vegetal", que desde hace más de una década "aparece de manera recurrente" en varios tramos del río, y una vez que desarrolla su ciclo "muere y desaparece".
La Consejería ha asegurado que "no se han observado en este tiempo episodios de mortandad de peces vinculados a la azolla ni ningún otro problema de relevancia". Apuntó además que "la extracción no es aconsejable en estos momentos desde el punto de vista técnico y ambiental, ya que es época de cría de especies protegidas", informa Hoy.
Los ecologistas temen que la situación ocurrida con el camalote en el río Guadiana pueda repetirse con la azolla en el río Tajo
ADENEX afirma, sin embargo, que, aunque la azolla tiene características distintas al camalote del río Guadiana, es "igualmente expansiva bajo determinadas condiciones de temperatura y humedad". Considera por tanto "vergonzoso" que, con el ejemplo de lo ocurrido en el Guadiana durante los últimos años, no se tomen precauciones en el Tajo. Por ello exige que se cree una comisión de emergencia que aporte soluciones "antes de que sea más costoso y demasiado tarde".
Desde que hace 10 años, cuando aparecieron los primeros ejemplares de camalote en la cuenca del Guadiana, la planta se ha expandido por más de 150 kilómetros afectando a numerosos ríos, de los cuales 70 están colapsados y existen 40.000 hectáreas de regadío amenazadas.
Desde el punto de vista ambiental, la presencia del camalote en las aguas del río Guadaina aumentó las tasas de evaporación entre 3 y 4 veces por encima de los niveles normales, incrementando los niveles de sulfuro de azufre como consecuencia de la descomposición de la planta. Otro problema añadido fue que debido a su presencia la luz no es capaz de llegar debajo del agua, y como las plantas no pueden realizar la fotosíntesis, mueren y acaban desapareciendo. La fauna también se vio afectada al verse reducido su nicho alimenticio, por la falta de oxígeno de las aguas y la proliferación de mosquitos.
La asociación ADENEX teme que este mismo escenario pueda repetirse en el río Tajo si no se adoptan las medidas oportunas con celeridad. De ahí que exijan que se cree una comisión de emergencia ante este hecho tan repetitivo desde la cual se den explicaciones y soluciones acordes a la amanezca antes de que sea más costoso y demasiado tarde para hacerlo. Una comisión interdisciplinar que no deje fuera a la sociedad civil desde la cual se ha venido alertando del problema desde hace más de 4 años.
Fuente: Diario Hoy / ADENEX