El 44% de las masas de agua subterránea en España se encuentra en mal estado, según los documentos de elaboración de los planes hidrológicos de tercer ciclo (2022-2027) presentados por las Confederaciones Hidrográficas., anuncia Greenpeace. Esto significa que España ha incumplido ya el plazo de 2015, el de 2021 y corre un alto riesgo de incumplir en 2027 los objetivos ambientales fijados en la Directiva Marco del Agua, añade la ONG.
En el 19% de las masas de agua subterránea, ya se da por hecho que no se cumplirán. “No se espera que se pueda alcanzar el buen estado hasta dentro de una década o más”, advierte.
La extensión de las 353 masas de agua subterránea en mal estado supera los 140.000 kilómetros cuadrados, lo que supone un impacto que abarca casi el 40% de la superficie total
En este sentido, Greenpeace informa que la extensión de las 353 masas de agua subterránea en mal estado supera los 140.000 kilómetros cuadrados, lo que supone un impacto que abarca casi el 40% de la superficie total.
Para añadir que España cuenta con un recurso anual disponible en sus acuíferos de 29.400 hectómetros cúbicos de agua, según los documentos de los planes de tercer ciclo. Es la cantidad de agua total de la que podría disponer al año si se respetase en todas y cada una de las masas de agua subterránea su capacidad de regeneración.
Sin embargo, la organización denuncia que “este país ha descuidado sus aguas subterráneas. Ha permitido la sobreexplotación por encima de la regeneración que permite el ciclo del agua y las ha contaminado, pese a estar llamadas a ser una fuente de abastecimiento humano cada vez más importante conforme la emergencia climática avance y los periodos secos se prolonguen”.

Y recalca que “la atención que han recibido ha sido mínima, a pesar de su íntima relación con las aguas superficiales, como muestra la reducción de cauce de los ríos, manantiales históricos que han dejado de brotar, la intrusión salina en los acuíferos costeros y, de forma mucho más evidente por su impacto en áreas teóricamente protegidas, desastres como los de las Tablas de Daimiel, Doñana o el Mar Menor”.
“Cuando falta la lluvia se habla de embalses, ríos, lagunas, pero se tarda en poner el foco en los acuíferos, que han resultado vital en cada sequía ya en el pasado"
Greenpace explica que “cuando falta la lluvia se habla de embalses, ríos, lagunas, pero se tarda en poner el foco en los acuíferos, que han resultado vital en cada sequía ya en el pasado. La falta de atención ha abonado la falta de control y un abuso permitido, cuando no impulsado por las administraciones, que ha sido el peor compañero de los acuíferos y de la que según la ley es su prioridad: el abastecimiento humano”.
El mal estado de los acuíferos
Según apunta la ONG, el 27% de las masas de agua subterránea en España se declara en mal estado cuantitativo, se extrae más agua de la que es capaz de reponer el ciclo natural; el 30%, en mal estado químico, se ha alcanzado un nivel de contaminación (sobre todo por nitratos, pero también plaguicidas, metales…) por encima de los niveles máximos para la salud humana; y el 14% se declara en mal estado cuantitativo y químico. “Si una masa suspende en alguno de estos dos parámetros o los dos se considera que está en mal estado global”, aclara.
Además de las masas ya en mal estado, continúa, “el número de las que están en riesgo de estar en mal estado en 2027 es mayor, ya sea por extracciones, contaminación o ambos”.
Por otro lado, Greenpeace revela que el mapa de las masas de agua subterránea cambia si se miran de forma individual cada uno de los problemas que las han situado en mal estado. De esta manera, descubre que el daño por extracciones aumenta hacia el sur, mientras que la contaminación se concentra allí donde tiene un fuerte peso la agricultura, pero también en las zonas más saturadas por la expansión de las macrogranjas.

Así, declara que más del 50% de las masas en las cuencas del Segura, Guadiana y las internas de Cataluña, así como a un tercio en cuencas del tamaño del Guadalquivir, Segura, Duero, Ebro y Júcar están en mal estado cuantitativo, debido fundamentalmente a las extracciones masivas realizadas.
También, el 30% de los acuíferos que presenta mal estado químico se da en la mayor parte de las masas en las cuencas del Guadiana, Segura, Guadalete y Barbate, Gran Canaria, Tinto, Odiel y Piedras y a un tercio de las del Guadalquivir, Júcar, Duero y Ebro.
Contaminación por nutrientes
Además del estado de la masa, Greenpeace entiende que las confederaciones deben medir los impactos que sufre el agua subterránea, “entendidos como una presión o presiones que alcanzan ya un nivel que suponen un riesgo en los objetivos medioambientales, hayan provocado ya o no que esa masa esté en mal estado”.
La ganadería industrial tiene un impacto significativo en las masas de agua subterránea, especialmente “allí donde se ha impulsado sin atender a los riesgos de su concentración ni al efecto de situar las explotaciones en suelos muy permeables"
Y comenta que, el impacto por nutrientes, debido principalmente a un exceso de nitratos por fertilizantes agrícolas no orgánicos pero cada vez más a los purines de la ganadería industrial, además de otros compuestos utilizados en la agricultura, es uno de los más extendidos.
En este sentido, indica que la ganadería industrial tiene un impacto significativo en las masas de agua subterránea, especialmente “allí donde se ha impulsado sin atender a los riesgos de su concentración ni al efecto de situar las explotaciones en suelos muy permeables y, por tanto, de mayor riesgo para los acuíferos”.

Esta afección, desvela la ong, destaca entre las presiones significativas de cuencas como la del Ebro, por la saturación de macrogranjas en amplias zonas de Cataluña y Aragón; y en el Segura, con una fuerte concentración en la Región de Murcia.
Pesticidas y plaguicidas
Por otra parte, la organización manifiesta que los plaguicidas son una de las fuentes de riesgo también más extendidas y que mayor alarma despiertan. “Su afección al ser humano, especialmente combinadas entre sí, su evolución en el tiempo, su mutación, el constante cambio de compuestos por los fabricantes para esquivar las prohibiciones y su durabilidad, que hace que se detecten en las aguas muchos años después de ser prohibidos, ha despertado las alarmas”.
Afecta al 11% de los acuíferos, con un mayor impacto en las cuencas de Cataluña, Júcar, Segura, Guadalquivir, Ebro y Duero, entre otras
Y denuncia que afecta al 11% de los acuíferos, con un mayor impacto en las cuencas de Cataluña, Júcar, Segura, Guadalquivir, Ebro y Duero, entre otras.
Intrusión y contaminación salina
Asimismo, Greenpeace expone que el 13% de las masas de agua subterránea se encuentra afectado por intrusión y/o contaminación salina.
“El exceso de extracciones en los acuíferos costeros produce una intrusión de agua salada al cambiar el flujo del acuífero. En el caso de las masas continentales, una mala gestión de los pozos conlleva una contaminación cruzada por sales y yesos”, concreta.
Estado por Cuencas Hidrográficas
El estado, tanto cuantitativo como químico, de las masas de agua subterránea por cuencas hidrográficas “es una imagen fiel de la apuesta económica de las diferentes regiones que atraviesan”, denuncia Greenpeace, para añadir que “el mal estado cuantitativo del 55% de las masas de la cuenca del Guadiana encierra el daño de décadas de extracciones para regadío, potenciadas tras la reconversión del viñedo, en las masas del Alto Guadiana, cuya consecuencia a ras de suelo son Las Tablas de Daimiel secas, la desaparición de los Ojos del Guadiana o la afección a las Lagunas de Ruidera”.

Por otro lado, afirma que el mal estado químico del 80% muestra que “no se ha priorizado el abastecimiento humano y sí el uso de fertilizantes y la proliferación de la cabaña ganadera en zonas sobre aguas que servían en gran medida para beber y a las que hace tiempo se busca sustituto”.
“La apuesta por el regadío se ve en el estado de los acuíferos del Segura, “la huerta de Europa”. El olivar, antiguamente de secano y puesto masivamente en riego, está tras las cifras del Guadalquivir, con un capítulo especial para los frutos rojos junto a Doñana"
Y añade: “La apuesta por el regadío se ve en el estado de los acuíferos del Segura, “la huerta de Europa”. El olivar, antiguamente de secano y puesto masivamente en riego, está tras las cifras del Guadalquivir, con un capítulo especial para los frutos rojos junto a Doñana. La agricultura y las macrogranjas tienen su reflejo en el estado de las aguas del Ebro. En la cuenca del Duero, la apuesta por el cereal y herbáceos como el maíz y la remolacha han provocado sobreexplotación y contaminación por nitratos, amonio y arsénico en parte de sus masas de agua subterránea”.
Cuando el problema llega al agua de beber
La contaminación química por nitratos, sulfatos, pesticidas o arsénico también llega al agua del grifo, denuncia la organización, que señala que, en España, según el MITECO, el 30% de la población se abastece con aguas subterráneas.
“Aunque no distingue si se trata de agua superficial o de acuífero en la información hecha pública, para el control de las aguas de consumo en España existe una red de información denominada Sistema de Información Nacional de Aguas de Consumo (SINAC), que recopila todos los análisis realizados a aguas de consumo humano proveniente de la red de abastecimientos”, especifica.

Y detalla que un análisis realizado de más de 13 millones de registros, de los resultados de los muestreos a aguas de consumo humano entre 2016 y 2021, indica que se han incumplido más de 100.000 veces los parámetros establecidos en el Real Decreto 140/2003 sobre los criterios sanitarios de la calidad del agua de consumo humano.
Entre 2016 y 2021, en 411 municipios de España se detectó contaminación por nitratos con valores por encima del límite legal
“La mayoría de ellos -el 60%- se debe a incumplimientos por altos niveles de concentración residual de cloro, pero, además, entre 2016 y 2021, en 411 municipios de España se detectó contaminación por nitratos con valores por encima del límite legal, que es el apto para la salud, en las muestras de agua del grifo analizadas”, manifiesta.
Por último, denuncia que entre 2016 y 2021, en 55 municipios de España se registraron en el agua del grifo valores por encima de los permitidos de plaguicidas y pesticidas como Metolacloro, Metalaxil o Alaclor.
Fuente: Greenpeace.